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Mons. Cornejo: «Dejarnos amar por el Señor que nos hace libres»

Síntesis, confianza y compromiso radical.

A ti, Señor, me acojo, no quede yo defraudado. Se para mi roca de cobijo y fortaleza protectora… guíame y condúceme, por el honor de tu nombre. En tus manos encomiendo mi espíritu, tu Señor, el Dios, fiel, me rescataras (Sal 31, 2-6).

Jesús, con este salmo, llama a Dios su roca y su fortaleza. Esa roca y fortaleza ya no es Yahveh, es el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Hay una novedad radical: no es la relación de un vasallo con su rey, sino la de un hijo para con su Padre. No se abandona a las manos poderosas de Yahveh, el Señor de los ejércitos, el rey de las naciones, sino en las manos tiernas y benditas del Padre.

Digamos también nosotros: Padre, a tus manos confió mi espíritu, mi vida entera, ahora en el tiempo de la lucha, luego en la eternidad del amor.

Aquí estamos con las 7 palabras del Señor en la Cruz. Es la última frase que se le atribuye a Jesucristo y se interpreta como un ejemplo de la confianza que debe tener un cristiano ante la entrada en el mundo espiritual.

En estos momentos difíciles que atravesamos crisis, Pandemia necesitamos un equilibrio espiritual en conversión total, todos.

Todos cometemos errores seamos humildes y sencillos, estamos en momentos difíciles, enfermos, muertos, si todo esto no nos hace cambiar. Hagamos un mundo mejor, cambiemos como personas, en lo personal, familiar, sociedad, como vecinos y como peruanos. Una reingeniería, decirnos las cosas, consejos, no cerrarnos, cuando nos dañamos, cuando nos damos duro, bajezas, no nos ayudamos: pidamos perdón. Todos cometemos errores seamos humildes y sencillos, estamos en momentos difíciles, enfermos, muertos, si todo esto no nos hace cambiar. Hagamos un mundo mejor.

Cambiemos como personas, en lo personal, familiar, sociedad, como vecinos y como peruanos.

Tiempo de gracia, cuaresma, Semana Santa, Jueves Santo, Pascua unida a la Pandemia, al Bicentenario, a las elecciones próximas, todos teniendo a la Palabra de Jesús con fe, esperanza y caridad: confianza en Dios, a tus manos encomiendo tu espíritu.

«Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu», nos invita a ser coherentes, a ser claros, a ser firmes, porque el proceso de conversión debe ser libre, salir de la mediocridad. Tiene que haber una conversión colectiva, porque cuando hay amor, nos dejamos amar por el Señor. El Evangelio se escribía con las manos, con el corazón y también con los pies, porque se caminaba mucho por las comunidades.

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