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Transmitir el legado misionero de Toribio en la crisis peruana y mundial

En la Solemnidad de Santo Toribio de Mogrovejo, Monseñor Carlos Castillo hizo un llamado a retomar el camino de la gran tradición que nos dejó Toribio y transmitir su legado en las nuevas circunstancias: «En este momento de dificultad de nuestro país, encontremos cuáles son las nuevas formas de servir de la Iglesia y del Clero, cómo diseñamos un modelo que sólo sea servicio y no servirnos de los demás, para hacer de la Iglesia palpitación, sentimiento profundo, vida auténtica y testimonio del Señor, como lo hizo Santo Toribio», reflexionó el prelado durante su homilía.

Leer transcripción de homilía de Monseñor Castillo.

En el día que la Iglesia recuerda a Santo Toribio de Mogrovejo, Monseñor Castillo afirmó que es necesario aprender y reflexionar en torno a la vida y gestos de Toribio, que supo situarse en un momento álgido de la historia y generar una Iglesia capaz de acompañar a la gente y proponerle formas de vida, con un testimonio cristiano profundo capaz de convencer y generar algo realmente nuevo.

«Evangelizar siempre implica una consonancia con el pueblo, hablando su lenguaje, sus gestos y sus maneras. Y tenemos hoy día un pueblo muy sufrido y diversificado que necesita que le hablen en su lenguaje de sufrimiento y de dolor, para hablarle con esperanza», indicó.

El Arzobispo Castillo recordó que el nombramiento de Santo Toribio se dio en medio de circunstancias trágicas para el país: A fines del siglo XVI, Túpac Amaru I había sido asesinado vilmente en la Plaza de Cuzco, después de ser encarcelado en Sacsayhuamán y llevado a la pena del garrote. Ante esta situación, el virrey Toledo fue retirado del Perú por encargo del rey Felipe II. “Yo te mandé a servir reyes y evangelizarlos, no te mandé a matarlos”, fue el reclamo de Felipe II. En este contexto de crisis, resistencia y desazón, Toribio emerge como la persona indicada para gobernar con criterio y justicia, pero, sobre todo, con conocimiento de la realidad:

«Felipe II buscó no a un cura, no a un obispo, no a un religioso, buscó a un laico, porque, en ese momento, era la persona que mejor podía estar a la altura de la situación. Y, por esa razón, pensó que era mucho mejor que alguien que conociera la realidad y tuviera el criterio y juicio, pudiera gobernar la ciudad y la Iglesia del Perú», narró Monseñor Castillo.

Entre sus gestos más destacados, Santo Toribio fue uno de los principales gestores del Tercer Concilio Límense, el punto de partida para que se normen formas de evangelizar distintas, en las que se promueva la dignidad de los indios: «Tanto Toribio como los propios sacerdotes, eran representantes de la protección de los indios y el rechazo de cualquier tipo de abuso, representantes de la promoción de las personas, para hacer posible que la gente surgiera y se respondiera a la demanda tremenda que se había generado», explicó el Arzobispo.

El Arzobispo de Lima presidió la Eucaristía acompañado de sus obispos auxiliares, el Clero de Lima, los jóvenes seminaristas y el Pueblo de Dios.

La Iglesia evangeliza, no polariza. No poner la religiosidad en piloto automático.

Siguiendo los pasos de Toribio de Mogrovejo, el Monseñor Castillo aseguró que la Iglesia debe persistir en anuncia el Evangelio, no en polarizar o tomar posiciones partidarias que generen divisiones: «Hay que tener mucho cuidado de poner la religiosidad en piloto automático y preocuparnos únicamente en hacer nuestro horario de misa en la mañana, en la tarde y en la noche. Todos sabemos que un sistema así no es capaz de generar algo nuevo, o al menos, lo puede hacer de forma remota», acotó.

Toribio decidió no poner la religiosidad en piloto automático, sino ponerse él como misionero para ir a cada pueblo, sentarse a enseñar, aprender el quechua para hablar con la gente y escucharla, especialmente a la población más indígena.

Carlos Castillo reiteró que Santo Toribio buscó a la gente y no esperó a que vinieran a él: «Cuando buscó a la gente, aprendió a construir formas de Iglesia, por eso fue uno de los santos que más practicó la sinodalidad, no sólo con el Tercer Concilio Limense, sino con todos los encuentros que tuvo a lo largo de su camino», precisó.

Santo Toribio de Mogrovejo supo enraizar la fe en el corazón de la gente por conocimiento directo. Evangelizar siempre implica una consonancia con el pueblo que tienes delante, hablando su lenguaje, sus gestos y sus maneras.

Finalmente, dirigiéndose al Clero de Lima, el Arzobispo de Lima añadió: «Que a nadie le quepa duda de que Jesucristo está pasando cuando están en un hospital, en la parroquia, en el trato de la gente, en la organización del problema de la gente y en la palabra que dicen».

Queridos sacerdotes, entre ustedes tiene que desarrollarse la capacidad de autenticidad más profunda, como así lo quiso Toribio, una Iglesia misionera, una Iglesia espiritual, una Iglesia santa, pero también una Iglesia capaz de dar vida y esperanza a todo nuestro país.

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