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El Señor nos llama a ser luz en las situaciones de oscuridad

En la Eucaristía de este domingo, celebrada en Catedral de Lima, Monseñor Carlos Castillo explicó que el Señor nos invita a ser la luz del mundo para enfrentar las situaciones de oscuridad por medio del amor, con inteligencia y solidaridad. (leer transcripción de homilía)

Ante la imagen de la Virgen de la Candelaria, el prelado hizo un nuevo llamado al cese de la violencia y la agitación desmesurada que nos conduce al «suicido colectivo». También pidió el esclarecimiento en las investigaciones de casos de abuso de autoridad cometidos durante las últimas manifestaciones. «¡No nos dejemos provocar por la violencia!», afirmó.

Transcripción de homilía del arzobispo de Lima.

La Liturgia de hoy representa, en palabras de Monseñor Carlos, una «esperanza dentro de tantas situaciones desesperadas». El Evangelio de Mateo (5, 13-16) revela lo que Jesús quiere para sus discípulos y toda la comunidad cristiana: “Ustedes son la sal de la tierra […] Ustedes son la luz del mundo”.

El arzobispo de Lima explicó que el Señor nos llama a ser el «aliño» del mundo y el sabor profundo que nos permita vivir en fraternidad. «Estamos para “sazonar” las situaciones sosas, las situaciones vacías y suicidas en las cuales nos movemos», indicó.

Del mismo modo, el Señor nos llama a ser luz del mundo, pero eso no debe malintepretarse como ocurrió con aquellas generaciones que se consideraron «iluminadas» y, en nombre de la luz, cometieron excesos gravísimos:

«Generación tras generación, se ha permitido creer que la luz le pertenece a la “gente perfecta”. Sin embargo, el profeta Isaías (Is 58, 7-10), en la primera lectura, nos dice cuál es la base de la luz, cuál es su fundamento y de dónde brota: Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que ves desnudo y no dejes de socorrer a tus semejantes. Entonces, surgirá tu luz como la aurora”. Dicho esto, recalcó:

No somos unos privilegiados o unos superdotados que tenemos la propiedad privada de la salvación. Nuestro aporte es muy sencillo: ayudar a comprender, por medio del amor, cómo solucionamos las cosas.

El arzobispo de Lima habló de la importancia de la participación ciudadana para la pacificación y el orden social. «Tenemos que plantearnos juntos, como cristianos, cómo podemos contribuir a esta situación, pacificándola en forma inteligente. Para eso, la ciudadanía tiene que tomar conciencia, relacionarse, conversar, discutir y organizar una base de autoridad desde la sociedad».

¡No nos dejemos provocar por la violencia!

Monseñor Castillo también se ha manifestado por los últimos conflictos acontecidos y aseguró que hay una «indiferencia de todos los dirigentes del país respecto a las necesidades que vivimos». Pudiendo haber soluciones inmediatas para encontrar una vía de salida, «se niegan a hacerlo y piensan solamente en sus intereses y la prolongación de sus períodos. El país se está cayendo, está totalmente paralizado y tenemos que ver la manera de que eso se supere lo más antes posible», insistió.

El obispo de Lima también condenó la «agitación desmesurada» de «fuerzas oscuras» que, con la violencia, pretenden azuzar más. Con el mismo ímpetu, condenó las «graves cosas» que se han cometido por parte de sectores del Estado. «El domingo pasado nos manifestamos aquí, en la Misa, por el hermano que había sido asesinado. Hoy día sabemos que fue a través de un disparo de una bomba lacrimógena directamente a la cabeza. No sabemos si el que lo hizo se equivocó o no, eso hay que investigar y se tiene que esclarecer esa investigación, pero no puede haber, ni de un lado ni del otro, más violencia. ¡No nos dejemos provocar por la violencia!», acotó.

Los cristianos no somos ni de derecha, ni de izquierda, ni de centro, somos del fondo de las cosas, somos del fundamento. Es verdad que podemos tener, como laicos, distintas posiciones, pero nunca olvidando el fondo de las cosas: el amor. 

Tomando como ejemplo la organización de las ollas comunes en época de Pandemia, Monseñor Castilllo recordó que sí es posible salir del entrampamiento desde la base de la sociedad: «Una sociedad cívicamente organizada es una sociedad que siempre la Doctrina Social de la Iglesia incentivó. Las instituciones intermedias y autónomas no tienen por qué ser manipuladas por nadie».

La humanidad es primero. No al «dogma» de la plata y la ganancia.

En otro momento, el arzobispo aseguró que los cristianos también son ciudadanos partícipes de una sociedad que puede, con inteligencia, neutralizar la violencia. «Debemos ayudar a que la humanidad y los que generan la violencia, comprendan que se están suicidando y estamos marchando en un suicidio colectivo», advirtió.

Se trata de que comprendamos que nuestra humanidad es primero, y no como en todos estos años, cuando nos hemos formado pensando en el “dogma» de la plata, del dinero, de la ganancia y la locura de la ambición.

Monseñor Carlos hizo eco de las palabras de Francisco en su Viaje Apostólico por el Congo y Sudán del Sur: «Amar a la propia gente no significa alimentar el odio hacia los demás. Al contrario, querer al propio país supone negarse a ceder ante los que incitan al uso de la fuerza». Finalmente, el prelado reflexionó:

El Señor, al recordarnos que somos luz del mundo, nos dice que pongamos esa luz en el candelero e iluminemos con sencillez. Nosotros salimos como luz del mundo a partir de la Cruz, que se levanta y se eleva humildemente. Ese es el único que lleva a la resurrección de la vida y a la resurrección de los pueblos.

La Santa Misa del V domingo del Tiempo Ordinario contó con la presencia del obispo de Requena, monseñor Alejandro Wiesse. También participaron, entre los asistentes, los representantes juveniles del decanato 11 de nuestra Arquidiócesis, la Asociación Central Folklórica Puno, y la Archicofradía del Santísimo Sacramento de la Basílica Catedral de Lima y Convento de Santo Domingo.

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