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Octavio Casaverde: «Jesús es el agua viva que calma la sed de paz»

En la Eucaristía del Tercer domingo de Cuaresma, Monseñor Octavio Casaverde hizo un llamado a vivir este tiempo de reflexión y arrepentimiento con abriendo nuestro corazón a Jesús, que calma la sed de paz, de felicidad personal, familiar, nacional y mundial: “Cuando hacemos una obra de caridad, ya tenemos paz; cuando perdonamos, ya sentimos alegría; cuando ayudamos, saciamos la sed de un mundo mejor. El Señor va calmando la sed cuando oramos, cuando participamos en una Misa, porque Él es el agua viva, el pan vivo que vamos a recibir en la Santa Comunión”.

Monseñor Casaverde, Vicario General de nuestra Arquidiócesis, presidió la Celebración Eucarística desde la Basílica Catedral de Lima en representación de nuestro Arzobispo de Lima, monseñor Carlos Castillo, quién se encuentra de misión en el Vaticano.

Al inicio de su Homilía, monseñor Casaverde refirió que el Evangelio de hoy, tomado de san Juan (4,5-42), nos invita a contemplar el diálogo prolongado que Jesús tuvo con la mujer de Samaria: “En este diálogo, Jesús está sirviéndose del agua material. Como humano, sintió cansancio, había caminado bajo el sol implacable del mediodía; entonces, estaba sentado, en el pozo. En eso, aparece aquella mujer de Samaria, y Jesús, con toda naturalidad, le pide de beber, y la mujer se sorprende, porque los judíos no se llevaban bien con los samaritanos por considerados medio paganos. Entonces, la mujer le dice: “Pero tú, ¿cómo me pides a mí?”. Allí empezó el diálogo”.

De esta manera, el Vicario General destacó dos puntos importantes: por un lado, que Jesús manifiesta su sed física porque conocía la situación en la que vivía esta mujer samaritana y, por otro, la actitud de ella para acoger las palabras del Señor en su vida.

“Él quiere calmar la sed que tiene aquella mujer. Pero también es muy ejemplar la actitud de ella, porque se da tiempo para escuchar a Jesús, prácticamente, en ella surge la sed de escucharlo. Todo lo que le iba diciendo, iba penetrando en lo más hondo de su conciencia. Entonces, por eso, dejó de tomar el agua y se sentó atenta”, destacó Casaverde.

Asimismo, con el transcurrir del pasaje, Monseñor Octavio, señaló que la mujer samaritana descubre que tiene 3 tipos de sed: la sed de conocer la verdad respecto al culto a Dios, la sed de una familia feliz y la sed de saber la verdad respecto de la llegada del Mesías.

En la sed de saber la verdad respecto al culto, monseñor Casaverde, indicó que Jesús, a través de la mujer, nos revela que esta adoración ya no tendrá un lugar específico, sino será en espíritu y en verdad: “Jesús le dice: “Ha llegado el momento en que ya no adorarán en el monte ni en Jerusalén, será la adoración en espíritu y en verdad”, es decir, cuando nosotros oramos, queridos hermanos, el Señor se presenta; cuando nos juntamos 2 o 3 para orar o para hacer el bien, está allí, ese es el espíritu y, en verdad, hablamos con el Señor”, remarcó el vicario.

En la segunda sed, sed de familia, nuestro Vicario General destacó el reconocimiento de la mujer para decir la verdad al Señor: “También tenía la sed de la paz y la felicidad de su familia, por eso, cuando Jesús le dice: “Anda a llamar a tu esposo”, la mujer le dice: “No tengo marido”, y Jesús le dice: “Dices la verdad, cinco has tenido, y este que tienes tampoco es tu marido”. Jesús descubre que la mujer tenía ya 5 fracasos y, con el que estaba viviendo, no estaba segura, tenía sed de estabilidad familiar.

En la tercera y última sed, sed de la llegada del Mesías, monseñor Casaverde refirió la alegría enorme de la samaritana al conocer al Mesías, llevándola a anunciar la buena noticia a su pueblo: “Esta autorrevelación de Jesús, despierta en aquella mujer fe, alegría y un impulso maravilloso para testimoniar esta experiencia extraordinaria. Deja su cántaro y se va volando al pueblo para testimoniar, anunciar al Señor. El pueblo le cree y van donde Jesús, para escuchar sus palabras, llenas de bondad; su enseñanza, que responde a todas sus inquietudes, sus dudas, su sed y se queda con ellos dos días”.

Solidaridad con nuestros hermanos del norte.

De esta manera, sobre lo comentado, Casaverde sostuvo que Dios conoce la sed de nuestro país, la cual requiere de la reflexión y disposición de cada uno para que, de la mano de Dios, podamos saciarla:

“Nuestro país está sediento de la paz, de la prosperidad, ¡qué sensible, qué pena, cuánto sufrimiento! Nuestro pueblo necesita ser calmada de esa sed. Esos hermanos nuestros, del norte, necesitan de nuestras donaciones a través de Cáritas Lima. Por favor, solidaricémonos con ellos, nada ganamos con lamentarnos, hay que expresar con hechos nuestra solidaridad”.

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