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Mons. Castillo: «Identificar al Hijo de Dios viviente escondido en nuestra historia»

«Todos tenemos que preguntarnos: ¿Quién digo que es Jesús? ¿Cómo lo siento y lo vivo? La vocación y la misión sostienen nuestra fe, nos invitan a actuar de acuerdo al Espíritu Santo», es el mensaje de Monseñor Carlos Castillo en este domingo XXI del Tiempo Ordinario.

Siguiendo el ejemplo de Pedro, que supo identificar al Señor como el Mesías y el Hijo del Dios viviente, el prelado recordó que todos estamos llamados a reconocer al Dios vivo que se esconde en nuestra historia, para que, inspirados por su Espíritu, sepamos desarrollar nuestra vocación al servicio del Otro y aprendamos a ser evangelizadores en cada circunstancia de la vida.

Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima

Monseñor Castillo señaló que la liturgia de hoy nos permite comprender que, cuando identificamos profundamente nuestra fe y lo sabemos manifestar, adquirimos una identidad como cristianos que nos convierte en anunciadores del amor gratuito de Dios.

Esto se puede rescatar del Evangelio de Mateo (16,13-20), que nos recuerda cómo Pedro reconoce a Jesús como el Mesías y el Hijo del Dios viviente. «Pedro expresa con hondura lo que es el Señor y une dos tradiciones de la vida de Israel: 1) La tradición ancestral, que establece que Dios salvaría a su pueblo por medio del Hijo del Hombre. 2) Una tradición mucho más nueva y universal, que viene directamente de parte de Dios en la vida de Pedro, quien inspirado y movido por el Espíritu Santo, obedece lo que le dice y sabe identificar al Señor», explicó el prelado.

La actitud de reconocimiento de Pedro, sostiene el arzobispo, nos ayuda a entender que la fe «es un aceptar que Dios nos inspira y nos mueve y, por lo tanto, nos mueve a vivir nuestra misión, nuestra vida y a decir lo que Él nos sopla. El Señor nos suscita su Espíritu para actuar de acuerdo a Él. Y la fe es, sobre todo, una obediencia al Espíritu Santo que nos guía».

Pedro se ha dejado llevar por la inspiración del Espíritu. A veces, nosotros nos esforzamos por ser los mejores, pero ocurre que este esfuerzo no es de acuerdo a la suscitación del Espíritu, sino a nuestra manera de pensar, a nuestros intereses escondidos.

El Primado del Perú advirtió que uno de los problemas del mundo es que no actuamos por vocación ni inspiración. «Hemos funcionalizado todo, todo es operativo, calculado y fingido, al punto que las cosas no brotan del corazón, en donde está la fuente inagotable del amor».

Para evitar una «relación burocrática con la vida» y cumplir con nuestra misión en esta historia, Monseñor Carlos pidió practicar la caridad y sensibilidad por los que más sufren. En ese sentido, contamos con el testimonio vivo de tantos hermanos y hermanas que nos acompañaron en la Eucaristía de hoy: desde el Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Perú, las madres de las ollas comunes y nuestra Cáritas Lima, hasta los misioneros del Instituto Id de Cristo Redentor y los jóvenes de la Pastoral Juvenil (próximos a vivir la JAJ 2023). Todos ellos nos recuerdan, indicó el arzobispo de Lima, que somos «misioneros de la ayuda de la gente por vocación».

Y esta capacidad de reconocer al Señor como el Hijo del Dios viviente, es resaltada por el Señor: “De ahora en adelante, tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Es decir, toda la Iglesia se fundamenta en el Pedro inspirado, el que obedece al Señor, el que no construye su manera de ser Papa, sino que se deja ser Papa.

«¿Y quién elige al Papa? Lo elige el Espíritu Santo en un cónclave. Nosotros aceptamos al Papa que el Espíritu Santo nos da. Esto también ocurre con los sacerdotes y los obispos … Venimos de una misión que nos ha dado el Señor, que no es por nosotros mismos ni porque somos la divina pomada, sino porque tenemos esa misión y la llevamos en vasos de barro», recalcó el obispo de Lima.

Todos estamos llamados a ser anunciadores y transparencia de Dios mismo en nuestros actos, en nuestras vidas. Y si es necesario, estar dispuestos a dar la vida para ayudar a los demás.

La Eucaristía celebrada en Catedral de Lima contó con la presencia de Monseñor Gilberto Gómez Gónzalez, obispo de la diócesis de Abancay. También participaron como concelebrantes el Padre Emerson Velaysosa y el Padre Arturo Alcos.

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