Informe Especial

Cunas parroquiales: Cultivar y promover la primera infancia

Este 20 de noviembre celebramos el Día Mundial del Niño, fecha creada por las Naciones Unidas a fin de concientizar a los estados y a la sociedad sobre la necesidad de unir esfuerzos en favor del respeto de los derechos de los niños y niñas, especialmente, el derecho a la vida, la educación, a la recreación, la vida familiar, la seguridad y, sobre todo, a ser escuchados.

Recientemente, el Papa Francisco recibió en audiencia a más de siete mil niños y niñas de diferentes partes del mundo para escucharlos y responder a sus preguntas. Y entre las reflexiones más importantes, destacó: «La presencia de estos niños es un signo que llega directo al corazón de todos nosotros adultos. Y nosotros, las personas grandes, debemos mirar su espontaneidad y escuchar su mensaje».

En ese mismo espíritu, nuestra Iglesia de Lima, a través de sus comunidades parroquiales, viene promoviendo una serie de iniciativas para acompañar el desarrollo y crecimiento de cientos de niños. Este es el caso de la Parroquia Santa Magdalena Sofía Barat, que desde hace 16 años implementó el programa «Cunas Parroquiales».

Su Párroco, el Padre Arturo Alcos, nos explica el fin de este proyecto: “La idea surgió mientras visitábamos a las familias del cerro El Agustino. Me había percatado que en la calle y los parques, los niños estaban libres y expuestos a peligros. Entonces, decidimos ir creando las cunas parroquiales para que tengan un espacio donde puedan ser acogidos con amor y reciban alimentación”, señaló.

Acompañar en el desarrollo de la primera infancia

En la actualidad, la comunidad cuenta con cinco cunas parroquiales dedicadas al cuidado de más de un centenar de niños y niñas entre 0 y 3 años de edad. Los menores son acogidos por madres cuidadoras, quienes desarrollan una crianza con ternura sobre la base de tres aspectos fundamentales: la nutrición, la salud y el aprendizaje.

Vanessa Silvera es madre cuidadora de la cuna parroquial «Niña María», quien compartió su testimonio de servicio en la comunidad: “Me siento muy feliz durante todos los años que he trabajado. Lo he dado todo por los niños porque me gusta servir al indefenso. Es verdad que el camino no es fácil y el trabajo es duro, pero uno lo da todo por amor”, comentó emocionada.

En tanto, el Padre Alcos aseguró que en nuestro país se necesitan mayores iniciativas para proteger a los niños y las niñas. Y la Iglesia también tiene un rol importante en la promoción de estas acciones:

“La Iglesia, en El Agustino, siempre ha estado comprometida con las familias. No solamente podemos educar la fe de las personas, porque el ser humano no solamente tiene la dimensión espiritual, también tiene la dimensión corporal. Por eso, nosotros tenemos la misión de acompañar a nuestro pueblo, sobre todo, a los niños que están en la calle, ofreciéndoles espacios seguros para que puedan ser educados y recibir amor», agregó.

Como comunidad parroquial es importante que demos testimonio de Jesús desde el servicio a los demás. Cada día nos esforzamos para que en nuestros niños reciban una alimentación nutritiva en los comedores y ollas comunes.

PADRE ARTURO ALCOS

Entre las principales actividades que se realizan en las cinco cunas parroquiales de El Agustino, Vanessa Silvera explicó que los niños llegan desde muy temprano y reciben su desayuno. Posterior a la oración y las dinámicas de inicio, se desarrolla el contenido pedagógico del día. “Es necesario trabajar en el derecho a una educación temprana y el derecho a la salud. En nuestras cunas, por ejemplo, hablamos sobre la importancia de las vacunas y el control de crecimiento de los pequeños», precisó.

La mejor satisfacción que uno puede tener es ver que estos niños logran cosas. Esa es mi mayor satisfacción, que sean niños de bien en el futuro.

VANNESA SILVERA

Finalmente, en el marco del Día Mundial del Niño, el Padre Alcos hace un llamado a pensar en el futuro de las nuevas generaciones que guiarán el camino de la sociedad: «Necesitamos centrarnos más en las políticas de la niñez. Como sociedad y como Iglesia, tenemos que pensar también en nuestro futuro y en aquellos que, luego, van a seguir el camino que estamos forjando juntos».

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