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Mons. Castillo: «Acoger al Señor con el corazón ancho»

Al llegar el II domingo de Adviento, el arzobispo de Lima recordó que la verdadera conversión de los cristianos es aquella que nos dispone a «acoger al Señor con los brazos abiertos y el corazón ancho», para salir del «corazón estrecho» y abrirnos a la novedad de Jesús, que viene como un niño «para hacer renacer la vida del ser humano».

Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima

En la homilía de esta mañana en Catedral de Lima, Monseñor Castillo recordó que nuestra preparación para la llegada del Señor implica un reconocimiento de nuestros límites y pecados. En eso consiste el acto de lavado y purificación que Juan el Bautista anunciaba, y que nosotros estamos llamados a realizar, partiendo de la realidad para afrontarla.

El obispo de Lima recordó que el Adviento nos invita a volver al pesebre, es decir, despojarnos de las ambiciones y lo superficial para acoger al Espíritu y hacernos «carne» en la humanidad, como lo hizo Jesús.

Seguir este camino de conversión nos permite «superar la esterilidad con que se concibe la pureza», porque la Iglesia «está llamada a ser fecunda, una madre fecunda y no un banco estéril, como ocurre en muchos grupos, congregaciones y movimientos de la Iglesia».

La tarea del cristiano es dejarse inspirar por el Señor y preparar el camino de despojo para acogerlo y vivir de Él.

En ese sentido, el gesto del despojo es muy bien representado en el Evangelio de hoy (Mc 1, 1-8), que nos dice que Juan bautizaba en el desierto, es decir, en el despojo y en la pobreza, como un signo que nos permite abrirnos a la gracia. El mensaje es claro: «sigamos el camino de los pobres», afirmó el Prelado.

Aprendamos a escuchar al santo pueblo de Dios

En el marco de los 800 años de la primera representación del nacimiento de San Francisco en Greccio, el arzobispo de Lima indicó que es necesaria una reparación en la Iglesia y el franciscanismo, estableciendo lazos de comunicación, de cercanía y amistad con el pueblo sencillo, como lo hizo Francisco de Asís.

Por ello, este Tiempo de Adviento es idóneo para erradicar de nuestra mente todas las «herencias que tuvimos de cristianos creídos y puros», proponiendo una Iglesia más pacífica y sabia, que sabe escuchar al santo pueblo de Dios «para empezar a solucionar los problemas».

«El Papa dice que, cuando se tiene una duda sobre la doctrina de la fe, hay que consultar al Magisterio de la Iglesia; pero, cuando se tiene una duda respecto a cómo vivir en la Iglesia y cómo vivimos los cristianos, hay que escuchar al pueblo sencillo», reflexionó el Monseñor.

Si permanecemos unidos profundamente a Jesús, es posible manifestar a toda la humanidad que obedecemos la voluntad del Padre y no vivimos de apariencias.

La Eucaristía de este II domingo de Adviento contó con la presencia de nuestros hermanos franciscanos del Consejo Regional Orden Franciscana Seglar – Región Lima y Callao.

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