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En una emotiva celebración, las señoras de las ollas comunes llegaron hasta la Basílica Catedral de Lima, acompañadas de sus pequeños hijos, para representar el gesto del Lavado de Pies.

En su homilía en la Misa de la Cena del Señor, Monseñor Carlos Castillo ha hecho un llamado a hacer posible que vivamos y anunciemos el Evangelio con signos reales de solidaridad, compartiendo el pan y la vida, como Jesús, para saciar el hambre de nuestro pueblo. (leer transcripción)

Transcripción de homilía de la Cena del Señor

Un conmovedor momento se vivió la noche del Jueves Santo, cuando el arzobispo Carlos Castillo lavó los pies de seis señoras de la Red de Ollas Comunes de Lima junto a seis de sus hijos. Entre lágrimas, nuestras madres se mostraron agradecidas por este gesto de acompañamiento de la Iglesia en medio de la fuerte hambruna que se vive en el país.

En ese sentido, nuestra Arquidiócesis se ha movilizado en esta Semana Santa para reunir víveres y menestras en todas las parroquias de nuestra jurisdicción, con el fin de compartir estas donaciones con las ollas de los cerros de la ciudad. Por eso, Monseñor Castillo ha recordado que la Iglesia «está para servir a las personas que más necesitan, al desvalido, imitando este gesto de amor del Señor» que nos permite «ensanchar el camino de la fe y la solidaridad».

«¿Cuántas veces hemos visto a nuestras mamás quitarse el pan de la boca para darnos a nosotros desde pequeños? Dios nos hizo para la solidaridad, para abrirnos a los demás y compartir, para desarrollar nuestra capacidad de amar y aprender a compartir. Solo así podemos generar un mundo distinto lleno de vida y esperanza», ha remarcado el obispo.

Nuestra Iglesia se une a ustedes y quiere ser ese signo en nuestro país para que nos hermanemos y todos los egoísmos comiencen a desaparecer.

El Primado del Perú sostuvo que en nuestro país debe gobernar el sentido de la generosidad y no el desprecio, el aprovechamiento o «las leyes perniciosas que se están creando y no llevan a ninguna parte, solamente al bolsillo de pocos y olvidan completamente los bolsillos de los pobres».

Dios nos creó dentro de sí, siempre nos acompañó. Su Hijo es el signo indeleble de que siempre nos acompaña en la historia, y somos una unidad penetrada por el amor de Dios.

El Monseñor Carlos ha insistido en convocar al esfuerzo de todos, de la sociedad civil, creyentes y no creyentes, para frenar el hambre y pensar juntos en una «solidaridad que sea constitutiva en la nueva Patria que deseamos».

También recordó que el Señor ha venido a compartir su vida con nuestra humanidad para enseñarnos que los problemas se pueden resolver si nos colocamos como servidores. «El propio Dios se anonada, a través de su Hijo, para mostrarnos el amor infinito que nos tiene y que está al servicio de la humanidad».

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