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Se cumplen 101 años de la Hermandad del Señor del Santuario de Santa Catalina

En el Santuario de Santa Catalina, cientos de personas se congregaron para participar de la Eucaristía en acción de gracias por los 101 años de fundación de la Hermandad del Señor del Santuario de Santa Catalina. La celebración estuvo oficiada por el arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, quien estuvo acompañado del obispo auxiliar, monseñor Juan José Salaverry.

«Este Señor del Santuario que amamos y reconocemos como nuestro, nos ha convocado a ser hermanos», con estas palabras, el arzobispo de Lima inició su homilía, recordando a todas las generaciones que han pasado por la Hermandad del Señor del Santuario de Santa Catalina. «Es muy importante que toda hermandad sea siempre una comunidad cristiana, misionera y apostólica que anuncia el Evangelio y lo practica como el mismo Jesús», señaló.

El obispo de Lima aseguró que la humanidad está necesitada de hermanamiento: «Por eso, el Papa ha escrito su última Encíclica «Fratelli Tutti», hermanos todos. Y es una libre imagen que tenemos en nuestra tradición cristiana el que formemos no solamente comunidades, sino hermandades, porque la hermandad tiene algo más: somos comunidad, pero podemos pactar como hermanarnos los unos con los otros para solucionar diversos tipos de problemas».

Monseñor Castillo advirtió que la hermandad no debe ser entendida como un modo de complicidad para «amarrar cosas bajo la mesa» y «buscar el propio provecho». Por ello, es necesario acabar con las ambiciones de unos contra otros, renunciar a nuestros intereses egoístas y «que todos despertemos a un cristianismo inteligente, lúcido, que se da cuenta de los problemas y sale con alegría, como María, a servir».

Dios, que es nuestro Padre, nos protege y, con la sabiduría, nos va a ayudar a encontrar un camino de solución a toda esta crisis. Hay que tener fe y hay que pacificar el mundo, hay que hermanarlo.

Frente a la imagen del Señor del Santuario de Santa Catalina, el Primado del Perú recordó el testimonio de servicio de María, que se levantó y fue de prisa para socorrer a su prima Isabel. «Por eso, el Papa habla de la santa premura, la santa rapidez del cristiano, que es veloz para servir».

Y dirigiéndose a la generación joven de la hermandad, nuestro arzobispo hizo un llamado a recoger todo lo bueno de estos 101 años de fundación: «La Cruz de Cristo nos salva, nos inspira, nos hace intentar cosas nuevas, nos hace un cristianismo peregrino que va caminando con la gente en medio del temor, la fatiga y la lucha diaria».

Que todos podamos ser reengendrados con el Espíritu Santo para regenerar el mundo desde la hermandad. Gracias por durar estos 101 años.

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