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Papa en Marsella: «Escuchar el grito de los últimos»

Finaliza el 44º viaje apostólico del Papa. La visita de Francisco a la ciudad del sur de Francia llegó a su fin. La misa presidida por el Papa Francisco en el estadio Vélodrome ha sido el último acto público de su breve visita a Marsella (Francia), donde por la mañana se clausuraron los trabajos de los Encuentros Mediterráneos, la iniciativa que trajo al Papa a la ciudad francesa. Tras la celebración eucarística, el Papa regresó a la sacristía para dejar sus ornamentos litúrgicos y se trasladó al aeropuerto internacional de Marsella.

El Mediterráneo es un «espejo del mundo» y «lleva en sí mismo una vocación global de fraternidad, único camino para prevenir y superar los conflictos». Fueron palabras del Papa al concluir este sábado, con un extenso y rico discurso, la sesión final de los Encuentros Mediterráneos, que se celebraron durante una semana en el Palacio del Faro de Marsella.

Para que el Mediterráneo «vuelva a ser un laboratorio de paz» en el mundo, en medio del «mar de conflictos de hoy» y del resurgir de los nacionalismos beligerantes, debe escuchar el grito de los pobres como hizo Jesús a orillas del mar de Galilea. “Es desde el grito de los últimos, a menudo silencioso, que debemos partir de nuevo”; porque son rostros, no números, dijo el Papa.

“El cambio de tono en nuestras comunidades radica en tratarlos como hermanos cuyas historias debemos conocer y no como problemas fastidiosos; radica en acogerlos, no en esconderlos; en integrarlos, no en desalojarlos; en darles dignidad”

En este contexto, reviven las últimas palabras dirigidas al Papa por el arzobispo de Marsella, el cardenal Jean-Marc Aveline, al final de la misa en el estadio: «¡Gracias, Santo Padre! Marsella, y con ella toda Francia, nunca olvidará el inmenso regalo que nos ha hecho». Y el agradecimiento de Francisco por la «calurosa acogida» que recibió: «Queridos hermanos y hermanas, llevaré en el corazón los encuentros de estos días». 

Al dejar Francia, el Santo Padre envió un telegrama reiterando su agradecimiento y enviando la bendición:  

“Al abandonar el territorio francés, de regreso de mi viaje apostólico a Marsella, quisiera agradecerles una vez más su acogida. Espero que estos Encuentros Mediterráneos, en los que he tenido el gusto de participar, den abundantes frutos para la paz y la fraternidad entre los pueblos. Que Dios les bendiga”.

En su amplio discurso pronunciado en Marsella en la conclusión de los Encuentros Mediterráneos, el Papa Francisco, hijo de emigrantes, recordó que el fenómeno migratorio no es una novedad de los últimos años, ni él es el primer Pontífice que se ocupa del tema. Hace al menos setenta años que la Iglesia siente la urgencia creciente de esta situación.

El agradecimiento del Papa a Marsella en memoria de las víctimas de Niza

Al final de la Misa en el estadio Velódromo, el Papa saludó a las autoridades y a los ciudadanos de toda Francia con un recuerdo particular por los fallecidos en el atentado terrorista de 2016: no nos cansemos de orar por la paz en las regiones devastadas por la guerra.

El último saludo «lleno de afecto», antes del aplauso final y del abrazo del Velódromo, es para los enfermos, los niños, los ancianos y – «un pensamiento especial», dice Francisco – «para las personas en dificultad y para todos los trabajadores». de esta ciudad; Jacques Loew, el primer sacerdote obrero de Francia, trabajó en el puerto de Marsella. ¡La dignidad de los trabajadores – es el llamamiento del Papa – sea respetada, promovida y protegida!».

Memorial de los marineros y migrantes

Ante el Memorial de los marineros y migrantes dispersos en el mar en Marsella, junto a los líderes religiosos, el Papa piensa en los numerosos hermanos y hermanas “ahogados en el miedo, junto con las esperanzas que llevaban en el corazón”. Estamos ante una encrucijada, afirma: fraternidad o indiferencia, encuentro o confrontación. No podemos resignarnos, dice, “a ver seres humanos tratados como mercancía de cambio”.

Una vez más, el Papa Francisco alza su voz por los más desfavorecidos, los tantos «ahogados en el miedo» en el mar Mediterráneo, durante el momento de recogimiento con los líderes religiosos ante el Memorial de los marineros y migrantes dispersos en el mar, el viernes 22 de septiembre en su Viaje Apostólico a Marsella con motivo de los Encuentros del Mediterráneo.

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