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En una Eucaristía celebrada en la Basílica Catedral de Piura, Monseñor Guillermo Elías asumió el encargo del Santo Padre como Administrador Apostólico de la Arquidiócesis hermana. La Eucaristía contó con la presencia de Monseñor José Antonio Eguren, arzobispo emérito de Piura.

El pasado 2 de abril, el Papa Francisco designó a Monseñor Guillermo Elías Millares, obispo auxiliar de Lima, como el nuevo Administrador Apostólico en la Arquidiócesis de Piura.

Este domingo 7 de abril, Monseñor Elías asumió oficialmente las funciones de Administrador Apostólico durante la Misa dominical celebrada en la Catedral de Piura. «Mis queridos hermanos de sangre, amigos del alma, hoy comenzó una nueva etapa. Estoy dispuesto a dar la vida y entregar lo mejor de mi. Por favor, oren por mi para ser dócil al santo propósito de Dios en este momento de mi vida», declaró brevemente.

Desde la Arquidiócesis de Lima, nos unimos en oración para pedir por el ministerio episcopal de Monseñor Guillermo Elías en este nuevo encargo que el Santo Padre le ha conferido.

En el marco de la Semana de Lucha contra la Anemia, nuestra Arquidiócesis de Lima, a través de la Vicaría de la Pastoral Social y de la Dignidad Humana – Cáritas Lima, continúa firme en su compromiso de abastecer de alimentos nutrititivos a las poblaciones más vulnerables y frágiles de nuestra ciudad.

La anemia en el Perú sigue siendo uno de los problemas más apremiantes por resolver. Según el INEI, en 2023, la anemia afectó al 43.1 % de las niñas y niños de 6 a 35 meses de edad (casi 3 años de edad). Para Guillermo Fustamante, jefe de Programas de Cáritas Lima, es necesario que, además del Estado, la sociedad civil y la Iglesia continúen impulsando iniciativas solidarias para combatir la anemia en niños, niñas y mujeres en edad reproductiva.

En ese sentido, a través de la línea de intervención dedicada a la seguridad alimentaria, Cáritas Lima busca «asegurar el suministro constante de alimentos suficientes, seguros y nutritivos», garantizando un acceso sostenible y continuo para las familias en situación de pobreza y pobreza extrema de Lima.

Para estos fines, se vienen promoviendo dos acciones de vital importancia: La entrega de kits de alimentos de primera necesidad a las parroquias que cuentan con ollas comunes, comedores populares y parroquiales. Y el programa de «Cocinas mejoradas», que procuran mejorar las condiciones de la preparación de los alimentos, reduciendo los problemas de salud asociados a los gases tóxicos emitidos por el encendido de la leña.

Fustamante detalló que, a lo largo de 2023, Cáritas Lima ha entregado un promedio de 244 kits, cada uno con 436 kg de alimentos, Estos kits alimentaron mensualmente a 2,500 personas, aproximadamente. Del mismo modo, se han implementado 20 cocinas mejoradas en los cerros de Lima.

El jefe de Programas de Cáritas Lima ha destacado la importancia de fomentar espacios educativos para que las madres de las ollas comunes y responsables de los comedores parroquiales hagan un uso responsable en la manipulación y preparación de sus alimentos. Por eso, la organización ha implementado el programa «Cocinando saberes», compuesto de talleres de formación para ampliar y enriquecer sus capacidades y destrezas.

Guillermo Fustamante hizo un llamado a movilizarnos como hermanos para ayudar al más necesitado, en especial atención, a las personas que sufren la inclemencia del hambre y la falta de oportunidades laborales: «La Semana de la Lucha contra la Anemia es una oportunidad para reavivar nuestro espíritu solidario y acompañar a quienes sufren situaciones adversas a causa de la pobreza, vulnerabilidad o el abandono».

Al llegar el Domingo de Resurrección, Monseñor Carlos Castillo manifestó que la Resurrección del Señor «nos reengendra y regenera hacia una vida nueva» en la que todos estamos llamados a «compartir y ayudarnos solidariamente para superar todas las injusticias, los males y las frivolidades que todavía nos acechan».

Leee transcripción de homilía

En su alusión al Evangelio de hoy (Juan 20, 1-9), el arzobispo de Lima explicó que el paso del Señor por la historia de la humanidad ha supuesto una entrega de amor gratuito y sin medida, a tal punto que tuvo que «atravesar la tremenda hondura de la muerte». Este es un misterio que la Iglesia demoró en comprender y que se ejemplifica claramente en la actitud de María Magdalena y los discípulos que encuentran el sepulcro vacío.

Esta sorpresa nos deja una importante lección: cada vez que nos disponemos a ver la realidad cara a cara, más aún, en momentos oscuros, se produce el atisbo de algo interesante que puede ocurrir y nos ayuda a pensar, a profundizar nuestra fe:

«Si hay algo importante de la Resurrección es que nos moviliza, nos hace cristianos dinámicos y nos hace buscar al Señor, explicarnos las cosas, pensar y comprender poco a poco hasta encontrar una convicción de vida que nos permita seguir pese a todas las dificultades», reflexionó el Prelado.

Dios mismo quitó la piedra – ha dicho hoy el Santo Padre – para que todos pudiéramos acceder a la vida que viene como consecuencia de que se es amado y se ama.

Frente a la novedad de la Resurrección, Monseñor Castillo propuso una lectura sobre los modos de ver que tuvo María Magdalena, Simón Pedro y Juan:

Una primera mirada sincera, pero limitada

En primer lugar, María Magdalena echa a correr y va a contar a los discípulos que “se han llevado del sepulcro a nuestro Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Este modo de ver «es un intento sincero de buscar al Señor porque se moviliza y nos recuerda que la Iglesia debe estar en movimiento. Sin embargo, no deja de ser una mirada limitada».

El obispo de Lima aseguró que esta actitud de mirar superficialmente se presenta cuando no queremos ver más allá de lo que somos o nos creemos: «Vivimos de lo que pensamos, de nosotros, no de lo que somos. Y para vivir realmente de lo que debemos ser, primero, es necesario ver en qué situación estamos», acotó.

Solamente cuando vemos cara a cara la realidad, algo se puede suscitar de esperanza. Y si hay algo que caracteriza a la fe cristiana es el realismo, no la loca ilusión, no la imaginación vana, no el creerse nada, sino el partir humildemente de la realidad.

Observar con detalle, pero sin mayor profundidad

El segundo modo de ver es representado en la actitud de Pedro: entra al Sepulcro, observa con detalle todo lo ocurrido, se fija en las vendas, en el sudario y queda enigmatizado. «Es una segunda manera de ver, pero es una manera que el Señor suscita en Pedro para hacernos ver a todos que podemos ver distintas cosas y estar de distintas maneras, pero siempre hay un núcleo central que es el que vamos a encontrar».

Mirar con hondura y creer en el Señor.

Finalmente, está Juan, el discípulo amado, que vio y creyó. Juan ve lo signos y cree con hondura. «Hoy día, estamos invitados a ver nuestra realidad y a creer, porque hay signos diseminados en toda nuestra vida y nuestra historia que son como las vendas y como el sudario, y que en el sepulcro de nuestra historia están comenzando a ser signos de esperanza y de resurrección», ha recalcado el arzobispo.

Y entre estos signos de esperanza está el caso de las ollas comunes, que ha sido una luz de esperanza en medio de la tragedia de la Pandemia, y que ahora vuelve a clamar nuestra acción y solidaridad para impedir que el hambre continúe azotando a nuestra ciudad, especialmente, en los cerros de Lima, donde se han formado nuevas poblaciones.

Hoy, todos estamos en el punto de partida de nuestra “Galilea peruana”. Y esa Galilea nos exige, con el mismo amor con el que el Señor nos amó, continuar su camino y adentrarnos en lo más profundo de los males y ayudarnos, perdonarnos y curarnos de nuestras heridas.

La Misa de Resurrección, celebrada en Catedral de Lima, contó con la asistencia del obispo auxiliar emérito de Valencia, Monseñor Javier Salinas. También se hicieron presentes las sagradas imágenes de Nuestra Señora de la Alegría y Cristo Resucitado, llevadas en procesión por la Hermandad de la Santísima Virgen del Carmen.

En la Vigilia Pascual celebrada en Catedral de Lima, Monseñor Carlos Castillo recordó que hemos de acoger al Señor en nuestras Galilea peruana, ir a buscarlo y seguirlo en todos los rostros donde Él aparece para ponernos a su servicio.

En su Homilía, el arzobispo de Lima explicó que la Vigilia Pascual nos recuerda los «orígenes sencillos de la Iglesia que empezaba a reunirse después de sentir el estremecimiento del dolor por la muerte de Jesús». En medio de la tristeza, el miedo y este misterio tan difícil de comprender, el Señor ha querido insertarse en nosotros en las situaciones complicadas para «transformarnos y curarnos», para regenerarnos y ver las cosas con mayor profundidad.

Por eso, para ser cristiano resucitado tenemos que comprometernos con lo que ocurre a nuestro alrededor, viendo cara a cara los problemas de los demás y, a veces, estar dispuestos a pasar por el sufrimiento. «El Señor se anonadó por amor, quería mostrar que Dios está dispuesto a llegar a las últimas consecuencias de la muerte para darnos vida», expresó el Prelado.

Esta forma irreversible de amarnos es el signo del amor gratuito de Dios con la humanidad: «Con la Resurrección, Jesús ha querido comunicarnos que su amor nos reengendra, nos permite volver a nacer. Él nos ha reengendrado con una esperanza viva, no una esperanza muerta», señaló.

Comentando el Evangelio de Marcos (16, 1-7), el arzobispo de Lima destacó la capacidad de las mujeres en el sepulcro para involucrarse a fondo en el acontecimiento que ocurría. «Solo cuando uno se atreve a meterse y entender qué problema tengo, dónde estoy, en qué país estamos, qué problemas hay, cómo están las cosas, dónde están las dificultades, podemos hallar alguna sorpresa interesante. Las mujeres nos enseñan ese camino, afrontar, no evadir, no escaparse, afrontar la realidad».

No temamos afrontar, ver cara a cara dónde están los problemas. No hay que temer “entrar al sepulcro” a buscar a Jesús, Tenemos que ir al sitio donde está el Señor para escuchar su Palabra, ir a su encuentro y salir después en misión para afrontar el mundo difícil.

Hemos de acoger al Señor en ‘nuestras Galileas’, en nuestros caminos distintos, en la historia de nuestras madres de las ollas comunes, en los cerros de Lima y en las periferias existenciales, para compartir con los que más sufren y organizarnos para encontrar soluciones pacíficas a los problemas que hay en nuestro país.

En el Oficio de la Pasión del Señor, Monseñor Carlos Castillo hizo un llamado a dejarnos guiar por el Espíritu del Señor que se ha entregado generosamente en la Cruz para inspirarnos a buscar soluciones concretas a los problemas desde el amor gratuito y desinteresado.

«Que este acompañamiento al Señor en su entrega generosa en la Cruz, sea motivo para dejarnos inspirar por su amor y ablandar los corazones más duros y enfervorizados del fanatismo, el odio y la ambición», manifestó el Primado del Perú ante los cientos de fieles que acudieron al Santuario de Las Nazarenas.

El arzobispo limeño inició su homilía recordando que el Viernes Santo es el único día del año en que no celebramos la Misa porque «nada sustituye el acontecimiento de la entrega generosa y total de Jesús por mostrar que Dios es amor y solamente amor».

Rememorar la muerte del Señor, sostuvo, es estar en sintonía con Él, que entregó su Espíritu para que penetre hondamente en nuestro ser. «Jesús está convencido de que el único modo de hacer que la humanidad comprenda cuánto tenemos que amarnos, no es imponiéndole un deber ni amenazándola, sino entregándole su Espíritu», remarcó.

Siendo ya que Jesús expiró, hagamos posible que los lazos de unidad se fecunden y ensanchen. Y juntos recibir el Espíritu de Jesús para imaginar y crear el Perú nuevo en el mundo nuevo.

Monseñor Castillo afirmó que Jesús prefirió morir antes que bajarse de la Cruz y vengarse de sus enemigos: «Nunca se escuchó hablar, antes de Jesús, de un Dios que nos amara de esta forma, gratuitamente y sin pedir nada a cambio. Jesús nos invita a amar al Padre amando siempre al Otro», expresó.

El Santo Padre ha dicho que hemos de llorar con la gente, sentir hondamente su dolor para poderle anunciar el mensaje de la alegría. Y desde ese desgarramiento de nuestro ser, identificarnos con ese dolor y sentir la presencia de la Luz que nos ilumina en medio de la tiniebla.

El Primado del Perú recordó que todos tenemos la posibilidad de constituirnos en hermanos por obra del Señor, que nos ama sin medida hasta la muerte.

El Sermón de las 7 Palabras, pronunciado en el Santuario Las Nazarenas, ha congregado a cientos de fieles de nuestra ciudad, quienes llegaron hasta el corazón de nuestra capital para acompañar al Cristo Crucificado representado en la histórica imagen del Señor de los Milagros.

A continuación, compartimos las reflexiones más destacadas de los siete predicadores del Sermón:

Primera palabra:
«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»

Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima y Primado del Perú

Estamos ante el Señor Jesús apenas crucificado. El Evangelio de Lucas nos cuenta todo lo que estaba ocurriendo ante Jesús, unas acciones sin sentido, absurdas, o echar a suerte su túnica, como hacerle muecas y desafiarlo a demostrarles que es Dios y Rey, pero Jesús se ha adelantado ante esa estrategia de muerte con la estrategia del perdón anticipado, no la venganza, no la revancha, más bien, la abundante generosidad de su amor gratuito. 

El amor de un Dios diferente, el Dios Padre que nos ha creado, que nos considera sus hijos, que trata de comprendernos y disculparnos para ayudarnos a emprender y aprender a ser hijos y hermanos. En efecto, miremos estas acciones sin sentido:

¿Lo crucifican injustamente, solo por haber puesto el dedo en la llaga de los comportamientos de los poderosos? Su palabra clara de denuncia de los males, y de haber ofrecido la salida de misericordia como único camino para salir de los males que perpetraban en nombre de Dios contra toda aquella «gente que estaba mirando».

A los sacerdotes y al poder romano, la predicación y la Palabra de Jesús siempre les resultó incómodo porque hizo tomar conciencia a la gente sencilla de la injusticia de los magistrados, y la convocó a un Reino de amor, de justicia, de verdad y de paz. Esa gente sencilla, que lo había acompañado hasta el final, con su silencio profundo, es muy diferente a la de los que le hacen muecas a Jesús en son de burla, incluso, invitan a que «demuestre» su poder salvándose a sí mismo.

Esta es una tentación, la de parecerse y ser como el Dios que construyeron con sus manos los sacerdotes de Israel y que también construyeron los romanos. Lo habían construido ellos y lo adoraban porque pensaban solamente en sí mismos, en un Dios reflejo de su egoísmo.

Los magistrados sacerdotes habían ya renegado del Dios creador y de su amor misericordioso. No creían en Yahvé, el Dios que está siempre amando al ser humano y que se revela en Jesús como el Padre. Por ello, quieren que Jesús sólo le rinda culto a su «dios», al «dios dinero» de un templo que genera muerte y que no tiene misericordia, solo poder arbitrario.

Pero Jesús es un Rey diferente, que gobierna por medio de la fuerza irresistible del amor gratuito. Y, por eso, su oración, ante esa vergonzosa y abusiva imagen de burla y de desprecio, ante la última tentación, es persistir en su vocación y misión.

«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Resuenan una vez más en nuestros oídos las palabras del Papa Francisco que, en su mensaje por el Mes Morado, nos recordó que el Señor de los Milagros está crucificado, no por las fuerzas de los clavos, sino por la fuerza de su amor.

Te damos gracias, Jesús, por habernos revelado al Dios Padre. Gracias por darnos tu Espíritu para comprender y dejarnos llevar por Él. Gracias por curar nuestras heridas, consecuencia del egoísmo, la frivolidad, la vanidad, el desprecio, la envidia, la ambición sin límites. Tú nos muestras un amor gratuito que nos regenera, que nos recrea, adentrándonos e inspirándonos para encontrar en esta Patria creyente una manera de traducir tu perdón en proyectos humanos para que todos resucitemos en nuestro país a una vida amorosa como la tuya.

Gracias por todas las iniciativas que inspiras en todo lo que se deja llevar por tu amor y nos abren renovados caminos, especialmente, en los últimos tiempos. Gracias por las señoras de las ollas comunes y su solidaridad contra el hambre; gracias por los jóvenes alegres y solidarios que bailan en las plazas con esperanza, a pesar de todo lo que han sufrido; por los voluntarios que no dejan de animar y servir a tantas personas necesitadas; por las comunidades cristianas y humanas que persisten en el bien común; por los magistrados probos que reafirman el orden jurídico justo de nuestra Patria y no se dejan tentar por la corrupción; por los que anchan las bases humanas de la democracia en nuestra sociedad, para hacerla verdaderamente humana y al servicio de todos.

Gracias, Jesús Santo, porque nos diste al Padre para aprender a ser hijos, y nos diste tu Espíritu para seguir abriendo esperanza en nuestra humanidad.

Segunda Palabra:
“Hoy estarás conmigo en el paraíso”

Padre Roy Cutire

Cuando un ser querido estaba por partir ya a la presencia de Dios, antiguamente, la familia se reunía alrededor de la persona y estaban atentos a lo que iba a decir, a sus últimas palabras. Eso es lo que el día de hoy estamos haciendo, es nuestro Señor Jesucristo el que está en la Cruz, diciéndonos estas últimas palabras para que las acojamos en nuestro corazón y la llevemos a la práctica.

En este pasaje está Cristo en la Cruz, pero tanto a su derecha como a su izquierda, están dos malhechores, dos ladrones; uno reclamará y se quejará; el otro, reconocerá su falta y dirá: “nosotros merecemos esto”. El primero renegará más con eso, va a maldecir, va a renegar de su propia vida y, como está descontento, lleno de ira, también querrá que los demás pasen por lo que él está pasando. 

En nuestra vida es el Señor el que nos muestra que la Cruz nos puede elevar o nos puede hundir. Cuando llega la Cruz a nuestra vida, podemos nosotros acogerla y nos elevará, o bien, podemos rechazarla y quejarnos. Son dos maneras de elegir la Cruz cuando llegue a nuestra vida.

Hoy, el Señor nos invita a acoger la Cruz y abrazarla. ¿Queremos seguir al Señor? Tenemos que hacer ese proceso y seguirlo no solamente aquí, sino a la vida nueva a la que nos invita. “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, dice el Señor.

Hay muchas personas que quieren llegar al cielo, pero esa no es la meta, la meta no solamente es llegar al cielo. La meta es estar con Dios, porque Él nos ha creado para sí. Somos creados para Dios, somos capaces de Dios, somos de Dios.

Por eso, si tenemos a Dios, lo tenemos todo. No solamente aspiremos al cielo, aspiremos a estar con Dios. En este día, le damos gracias a nuestra Madre Santísima que está al pie de la Cruz, acompañando al Señor. Que nos unamos a ella también para seguir escuchando esas palabras que calen en nuestro corazón y podamos llevarlo por práctica, ejecutando y amando también a los demás.

Tercera Palabra:
«Mujer, he aquí a tu hijo. He aquí a tu madre»

Padre Rodolfo Luna

Esta tarde, Cristo del Calvario, siento urgencia de hacer silencio para escuchar tu voz, frágil y firme, dirigida a tu Madre y al discípulo amado. Me vuelvo a la hora de tu crucifixión, y voy repasando los demás momentos de tu vida.

Ahora, le diriges una última palabra: “Madre, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”. Desde siempre, la Iglesia ha guardado con delicada ternura estas palabras tuyas, y las ha conservado como tesoro y herencia porque en ella vemos el comienzo de la Iglesia, el lugar que ocupa María en ella y, sobre todo, el estilo de Iglesia que quieres seamos.

Por eso, esta escena que contemplamos es una escena de revelación. En ella vemos la manera cómo la Iglesia Madre ha de relacionarse con el creyente hijo, y cómo su maternidad es universal con toda la humanidad, de la que está llamada a ser servidora. Del mismo modo, en esta escena contemplamos la manera cómo el hijo creyente ha de relacionarse con la Iglesia Madre. 

Señor Jesús, que viviendo en comunión con tu Iglesia, vayamos creciendo como hijos hasta tener tu estatura, esa que se revela en el madero de la Cruz. Y en ese camino de crecimiento, tu Madre, María, la del Calvario, nos acompañe como Madre de la Iglesia peregrina hasta la hora de nuestra comunión plena contigo, la hora eterna en el cielo.

Cuarta Palabra:
«Dios mío, Dios mío ¿Por qué me has abandonado?»

Padre César Mesinas

Esta exclamación desde lo alto del madero revela la profunda angustia y agonía que Jesús experimentó en ese momento terrible de la crucifixión. La dolorosa oración en Getsemaní, la traición de Judas, el cruel maltrato, los golpes, la corona de espinas, la flagelación, el peso de la Cruz, las burlas de la gente, la sangre derramada, la dificultad para respirar… El Señor es llevado al límite de sus fuerzas.

Jesús agoniza, y en ese momento de extremo sufrimiento dice con potente voz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Es un momento profundo de oración, en plena agonía. Jesús vive y experimenta en carne propia las emociones y limitaciones humanas, incluyendo el sentirse abandonado y desamparado de todos.

Esta cuarta palabra nos muestra, pues, que Jesús vivió y compartió plenamente nuestra condición humana con todas sus luchas, problemas y sufrimientos. Se hizo solidario con todos y mostró su amor preferencial por los más débiles y por todos los que sufren.

Cuando Jesús pronuncia estas palabras, es consciente de cuál es su misión. Su presencia en la historia responde a un objetivo por parte de Dios: la salvación de la humanidad. Él ha venido a enseñarnos cómo debemos vivir en la historia, para eso predica el Evangelio. Nos enseña cuál es el camino que nos lleva a la salvación, pero Jesús sabe que Él ha venido a dar la vida en el árbol de la Cruz.

Cuando nos llegue el momento de vivir situaciones dificilísimas en las que sentimos que nos encontramos solos, desamparados, abandonados, cuando sentimos que ya no podemos más, debemos ser conscientes de que Dios está con nosotros. Él nunca nos abandona, Él nos sostiene y nos acompaña por los caminos azarosos de la vida. 

Quinta Palabra:
«Tengo sed»

Padre Rodolfo Silva

La sed de Jesús es una sed espantosa. No ha comido ni bebido nada desde la noche anterior. Las terribles torturas y la pérdida de sangre por la flagelación, por la coronación de espinas, por llevar la Cruz a cuesta, han generado una gran sed en nuestro Señor.

En efecto, la sed del Señor solo se calma con nuestro amor, y un amor compasivo es consolado cuando en su nombre nos inclinamos sobre la miseria de los demás. En la actualidad, Jesús sigue gritando al mundo: “Tengo sed”, y el mundo sigue como aquel soldado que, en vez de darle agua, le da vinagre, y el vinagre de la indiferencia.

En su “Tengo sed” podemos escuchar la voz de todos los que sufren, el grito escondido de aquellos pequeños inocentes que sufren a causa de la violencia, la súplica angustiada de los pobres que no tienen qué comer, las víctimas de las guerras que son obligados a dejar su casa y emigrar hacia lo desconocido, despojados de todo.

En el mundo hay una gran sed en toda la humanidad. Lamentablemente, muchas veces, tratamos de calmar esa sed con muchas otras cosas que no la van a calmar:  dinero, poder, placer, consumos desmedidos, la opulencia, deseo de pasarla siempre bien y de sólo disfrutar el momento. Todas estas cosas no nos permiten ver con claridad que ninguna de ellas nos va a quitar esa sed que tenemos, porque en realidad nosotros, en lo más profundo de nuestro ser, tenemos sed de vida, tenemos sed de amor, tenemos sed de Dios.

No seamos indiferentes, no cerremos los ojos, no demos vuelta la mirada, miremos a ese Cristo que nos sigue gritando en cada uno de nuestros hermanos: “Tengo sed”.

Sexta Palabra:
«Todo está consumado»

Padre Marco Martínez

Hoy, viendo a Cristo crucificado, el Señor de los Milagros, preguntémonos: ¿Qué estoy haciendo ante los problemas sociales que atentan contra la vida del hombre en nuestro país? ¿Qué estoy haciendo frente al hambre, la poca e ineficiente atención para la salud, la falta de oportunidades de trabajos dignos? ¿Qué hacemos ante la violencia en general, ante la falta de techo para un hogar, ante la injusticia y la corrupción? No seamos indiferentes ante hechos que van en contra de la voluntad de Dios y dañan la dignidad de la persona humana. 

Escuchando a Dios, también tenemos que aprender a escuchar al hermano, en especial, al que más sufre; escucharnos entre nosotros mismos como Dios nos escucha. Dejemos de lado los prejuicios, las ideologías, las formas, las costumbres, las tradiciones y todo aquello que nos impide amarnos y ayudarnos de verdad.

Queridos hermanos y hermanas, el Señor nos habla hoy desde la Cruz, desde esta imagen del Señor de los Milagros. Tenemos que seguir al Señor identificándonos con Él, haciendo su voluntad, perdonando, acompañando a los que más sufren, a los pobres y a los enfermos.

Si vivimos como Cristo en el tiempo que nos concede estar en la tierra, haciendo siempre la voluntad de Dios, entonces, al final de nuestras vidas, en el momento en que nos encontremos cara a cara con Él, vamos a poder decir como Cristo en la Cruz, con un grito de victoria: “Todo está cumplido”. He hecho en la tierra lo que tenía que hacer. 

Séptima Palabra:
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»

Padre Tomás Garván

La palabra de Jesús en la Cruz fue expresión de su oración. Jesús murió rezando, pasó estos momentos duros, difíciles, ese tránsito de la vida a la muerte, muy unido a Dios, confiando plenamente en Él. Así entendemos que la muerte de Jesús en la Cruz no fue solo una injusticia, no fue solo una cosa política, el Señor nos mostró que confiaba plenamente en su Padre, Él hizo un acto de suprema confianza y se arrojó a los brazos de su Padre y libremente entregó su vida.

Jesús nos enseña a confiar en Dios, tiene confianza a aquel que logra superar el temor, el miedo, que es una cosa muy presente en nuestras vidas, un sentimiento muy común. Jesús quiso ayudarnos a entender que debemos confiar en el Padre y nunca tener miedo.

Quien confía en Dios, como nos enseñó Jesús en la Cruz, experimenta una especial serenidad. Hagamos ese propósito hoy, Viernes Santo: pasar los momentos duros de nuestra vida – que necesariamente sucederán – confiando en Dios, sin perder la esperanza, abandonándonos en los brazos de nuestro Padre.

Seamos fuertes, si amamos al Señor y reconocemos que Él nos ama, no tenemos porqué temer a las cosas que puedan suceder. Dediquemos un tiempo diario para la oración, la contemplación. No dejemos esos momentos privilegiados que son capaces de devolvernos la serenidad, la paz, porque son momentos en donde volvemos a reconocer que somos amados por Dios, no porque nosotros le demos algo, sino porque Él es bueno. 

Jesús murió manifestando su confianza en su Padre. Nosotros, también, en los momentos duros y críticos de nuestra vida, pongamos nuestra confianza en nuestro Padre Dios que nos ama y nos cuida.

En una emotiva celebración, las señoras de las ollas comunes llegaron hasta la Basílica Catedral de Lima, acompañadas de sus pequeños hijos, para representar el gesto del Lavado de Pies.

En su homilía en la Misa de la Cena del Señor, Monseñor Carlos Castillo ha hecho un llamado a hacer posible que vivamos y anunciemos el Evangelio con signos reales de solidaridad, compartiendo el pan y la vida, como Jesús, para saciar el hambre de nuestro pueblo. (leer transcripción)

Transcripción de homilía de la Cena del Señor

Un conmovedor momento se vivió la noche del Jueves Santo, cuando el arzobispo Carlos Castillo lavó los pies de seis señoras de la Red de Ollas Comunes de Lima junto a seis de sus hijos. Entre lágrimas, nuestras madres se mostraron agradecidas por este gesto de acompañamiento de la Iglesia en medio de la fuerte hambruna que se vive en el país.

En ese sentido, nuestra Arquidiócesis se ha movilizado en esta Semana Santa para reunir víveres y menestras en todas las parroquias de nuestra jurisdicción, con el fin de compartir estas donaciones con las ollas de los cerros de la ciudad. Por eso, Monseñor Castillo ha recordado que la Iglesia «está para servir a las personas que más necesitan, al desvalido, imitando este gesto de amor del Señor» que nos permite «ensanchar el camino de la fe y la solidaridad».

«¿Cuántas veces hemos visto a nuestras mamás quitarse el pan de la boca para darnos a nosotros desde pequeños? Dios nos hizo para la solidaridad, para abrirnos a los demás y compartir, para desarrollar nuestra capacidad de amar y aprender a compartir. Solo así podemos generar un mundo distinto lleno de vida y esperanza», ha remarcado el obispo.

Nuestra Iglesia se une a ustedes y quiere ser ese signo en nuestro país para que nos hermanemos y todos los egoísmos comiencen a desaparecer.

El Primado del Perú sostuvo que en nuestro país debe gobernar el sentido de la generosidad y no el desprecio, el aprovechamiento o «las leyes perniciosas que se están creando y no llevan a ninguna parte, solamente al bolsillo de pocos y olvidan completamente los bolsillos de los pobres».

Dios nos creó dentro de sí, siempre nos acompañó. Su Hijo es el signo indeleble de que siempre nos acompaña en la historia, y somos una unidad penetrada por el amor de Dios.

El Monseñor Carlos ha insistido en convocar al esfuerzo de todos, de la sociedad civil, creyentes y no creyentes, para frenar el hambre y pensar juntos en una «solidaridad que sea constitutiva en la nueva Patria que deseamos».

También recordó que el Señor ha venido a compartir su vida con nuestra humanidad para enseñarnos que los problemas se pueden resolver si nos colocamos como servidores. «El propio Dios se anonada, a través de su Hijo, para mostrarnos el amor infinito que nos tiene y que está al servicio de la humanidad».

En la Misa Crismal celebrada en Catedral de Lima, Monseñor Carlos Castillo recordó que la renovación de las promesas sacerdotales nos recuerda que somos ungidos en Jesús para aprender a identificarlo en la historia de nuestros problemas, especialmente, en los más pobres y marginados.

«Somos llamados a servir en la trágica situación que vive nuestro pueblo. Que Dios nos ayude en este camino y sepamos responder obedientemente, llorando con nuestro pueblo, acompañándolo en su dolor y dando testimonio con sencillez», ha comentado en su homilía.

Leer transcripción de homilía

Más de 300 sacerdotes acudieron a la Basílica Catedral de Lima para participar de la tradicional Misa Crismal, presidida por el arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo. También se hizo presente el Nuncio Apostólico de Su Santidad, Monseñor Paolo Rocco Gualtieri

Al inicio de su Homilía, Monseñor Castillo explicó que la celebración de la Misa Crismal nos permite «adentrarnos en lo más hondo de la presencia de Dios en la historia» para ser «testigos fieles de Aquel que fue enviado a dar la Buena Noticia a los pobres», con quienes Jesús se identificó. Como sacerdotes, también estamos llamados a «identificarnos con Jesús en el corazón de nuestro ministerio» y en el corazón de lo que ocurre en la realidad, en el dolor humano y en las dificultades de nuestro pueblo.

El Señor refunda el sacerdocio, hoy día, a partir de su sacrificio generoso en la Cruz. Nuestro sacerdocio no es para erigirnos en la usurpación que los sacerdotes de Israel procuraron cuando construyeron un templo tirano que sometía a las personas a las exacciones, a los maltratos y a la producción absoluta de dinero.

El arzobispo de Lima advirtió que un sacerdocio separado de la gente y que se coloca por encima del resto hace que la Iglesia sea estéril, infecunda, sin posibilidad de abrirse a la novedad y al mundo. Quien mira así la religión «vive mirando al ‘dios’ que los endiosa, pero no al verdadero Dios que se humilla por el Otro».

El Papa Francisco nos ha enseñado, en estos once años de su Pontificado, que el sacerdote debe ocupar el lugar de servidor.

Dirigiéndose a todos los sacerdotes de nuestra Arquidiócesis, el Primado del Perú señaló que el Señor «se ha hecho realidad histórica para cuidar los corazones» y «nos hace portadores de la gracia, no comerciantes de la gracia», para salir a anunciar el Evangelio desde la historia que nos toca vivir, mirando cara a cara los problemas que debemos atender.

Somos testigos de la presencia actual del Señor en la coyuntura peruana; somos testigos de la presencia del Señor en la situación en que vive mi parroquia y mi pueblo; somos testigos del Señor en las cárceles, en las calles, en los bailes de los jóvenes, en las plazas, en todas partes.

El obispo de Lima aseguró que, para ser testigos fieles del Señor y situarnos en la realidad, tenemos que «colocarnos del lado de la gente», escuchar sus relatos y acompañarla. Solo así podemos ser ejemplo de la «vivacidad de nuestro sacerdocio».

El Santo Padre ha dicho con toda claridad que hemos de llorar con la gente, sentir hondamente su dolor para poderle anunciar el mensaje de la alegría. Y desde ese desgarramiento hondo de nuestro ser, podemos identificarnos con ese dolor y sentir la presencia de la Luz que nos ilumina en medio de la tiniebla.

Monseñor Carlos Castillo ha recordado que los sacerdotes «son elegidos por el Espíritu Santo» para dar testimonio, aceptar nuestra humanidad y obedecer al Espíritu en todo momento. «Este es un don preciado que debe crecer en nosotros, renunciando a todo aquello que sea distinto a Jesús», recalcó.

Que Dios los haga a todos sacerdotes santos del Señor, capaz de dar testimonio con sencillez, bondad y entereza.

La Misa Crismal celebrada en Catedral de Lima contó con la presencia del Nuncio Apostólico en el Perú, Monseñor Paolo Rocco; el obispo auxiliar emérito de Valencia, Monseñor Javier Salinas; el obispo emérito de Chachapoyas, Monseñor Emiliano Cisneros; y los obispos auxiliares de Lima: Monseñor Juan José Salaverry, Monseñor Guillermo Elías y Monseñor Guillermo Cornejo. También nos acompañó el Coro Arquidiocesano Juvenil de Lima.

Al iniciar la Semana Santa 2024, cientos de fieles se congregaron en el Atrio de la Basílica Catedral de Lima para participar del Rezo del Santo Rosario junto a los obispos de nuestra Arquidiócesis. Frente a las sagradas imágenes de nuestra ciudad y en compañía de las hermandades, la Iglesia de Lima se unió a la plegaria del Santo Padre por la Paz en el mundo. También se oró por la estabilidad social y el cese de la hambruna en nuestro país.

El acto religioso contó con la presencia de Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima y Primado del Perú, quien participó de la oración mariana junto a los obispos auxiliares: Guillermo Elías, Ricardo Rodríguez, Guillermo Cornejo y Juan José Salaverry.

Alrededor del Atrio de la Catedral de Lima, se presentaron las sagradas imágenes del Señor del Huerto y Jesús Nazareno Cautivo desde el Monasterio de Trinitarias; el Cristo de las Caídas del Convento de las Mercedarias; el Señor Crucificado de la Agonía de Limpias de la Parroquia de Cocharcas; el Ecce Homo y Nuestra Señora de la Esperanza.

En la oración se consideró la participación de los agentes pastorales de las comisiones de nuestra Arquidiócesis: Familia y Vida, Pastoral de Salud, Vicaría de la Juventud, y Vicaría de la Vida Consagrada.

Al término de la oración, Monseñor Carlos Castillo recordó que el tiempo de la Semana Santa es una oportunidad para “ayudarnos y apreciarnos como hijos de Dios», rescatando el valor que tenemos como seres humanos y confiando en que el Señor siempre nos acompaña.

Antes de finalizar el Rezo del Rosario, los obispos de Lima dieron su bendición a todo el Pueblo de Dios extendiendo sus manos. El Primado del Perú insistió en la importancia de vivir la Semana Santa con una actitud de amistad y solidaridad, priorizando el llamado urgente que la Iglesia ha hecho para frenar el hambre.

Como se recuerda, por estos días, todas las Parroquias de la Arquidiócesis de Lima se han convertido en centros de acopio para recibir las donaciones de víveres y menestras que irán a parar a las ollas comunes de la ciudad.

Nos preparamos para vivir esta Semana Santa interpelados por las realidades complejas que afrontan miles de personas en nuestra sociedad: la hambruna, la desigualdad, la violencia contra las mujeres, la precariedad de nuestras ollas comunes. En ellos también está el rostro de Jesús sufriente que nos llama a una profunda conversión personal y social.

Bajo el lema: «Compartiendo, como Jesús, el pan y la vida, saciemos unidos el hambre de nuestro pueblo», nuestra Arquidiócesis de Lima comparte el cronograma de las principales celebraciones, actividades y procesiones que se desarrollarán en el mes de marzo. (leer aquí)

«Tengamos una Semana Santa profundamente identificada con el amor y el servicio, la opción preferencial por los más desvalidos y necesitados», con estas palabras, el arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, anunció que todas las parroquias de nuestra Arquidiócesis se convertirán en centros de acopio para recibir las donaciones de víveres no perecibles y menestras para las ollas comunes.

Convoquemos a todas las fuerzas vivas, a las empresas, a los colegios y a todas las organizaciones, a que nos unamos en esta movilización civil al servicio de satisfacer y colmar el hambre de nuestras ollas comunes vacías.

MONSEÑOR CARLOS CASTILLO

Cómo donar a las ollas comunes

– Acércate a tu Parroquia más cercana para entregar tus donaciones de víveres y menestras.

– También puedes acercarte a los almacenes de Cáritas Lima (Jr. Chancay 282 – Cercado de Lima). Para otro tipo de donaciones o aportes económicos, comunícate al 941 680 200

– Todo lo reunido será canalizado y distribuido por Cáritas Lima a las ollas comunes más vulnerables de nuestra ciudad.

Cronograma oficial de actividades por Semana Santa 2024

Celebraciones en el Centro Histórico de Lima

Todas las celebraciones en la Basílica Catedral de Lima, así como el Sermón de las 7 palabras en el Santuario Las Nazarenas, serán oficiadas por el arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo.

También puedes seguir nuestras transmisiones a través de la página de Facebook del Arzobispado de Lima (algunas de las celebraciones se transmitirán a través de TV Perú).

Domingo de Ramos: 24 de marzo

Santa Misa desde Catedral de Lima

Desde las 10:30am., los invitamos a participar de la Eucaristía del Domingo de Ramos que presidirá nuestro arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo. La celebración iniciará con la Bendición de Ramos en la Plaza de Armas. Después, caminaremos en procesión con las palmas hacia la Catedral de Lima.

Sintoniza la transmisión por la señal del Canal del Estado y el Facebook del Arzobispado de Lima.

Rezo del Santo Rosario

Como ya es costumbre, este Domingo de Ramos participaremos del Rezo del Santo Rosario en el Atrio de la Catedral de Lima a las 5:30 pm. Se recomienda llegar con anticipación.

Sintoniza la transmisión por el Facebook del Arzobispado de Lima.

Jueves Santo: 28 de marzo

Misa Crismal en la Catedral de Lima

Desde las 10:00 de la mañana, más de 300 sacerdotes de nuestra Arquidiócesis de Lima, participarán de la Santa Misa Crismal oficiada por Monseñor Carlos Castillo (transmite Facebook del Arzobispado de Lima).

Cena del Señor

A las 6 de la tarde, acudamos a la Basílica Catedral de Lima para celebrar la Cena del Señor y rememorar el gesto de servicio del Lavado de Pies. Sintoniza la transmisión por el Facebook del Arzobispado de Lima.

Viernes Santo: 29 de marzo

Sermón de las 7 Palabras y Santo Oficio

Desde el mediodía, participemos del Sermón de las 7 Palabras se oficiará desde el Santuario Las Nazarenas, al mediodía. Después de escuchar a los predicadores, Monseñor Carlos Castillo celebrará el Oficio de la Pasión del Señor.

Al término del Sermón de las 7 Palabras, se dará inicio con el Oficio de la Pasión (1:30pm.)

Sintoniza la transmisión por la señal del Canal del Estado y el Facebook del Arzobispado de Lima.

Sábado Santo: 30 de marzo

Vigilia Pascual

A las 8:00 pm. se celebrará la Vigilia Pascual en la Basílica Catedral de Lima. La transmisión se podrá ver a través del Facebook del Arzobispado de Lima.

Domingo de Resurrección: 31 de marzo

Misa de Pascua

La Iglesia universal celebrará el Domingo de Resurrección. A las 11:00 am., nuestro arzobispo de Lima oficiará la Misa de Pascua en la Catedral de Lima.

Sintoniza la transmisión por la señal del Canal del Estado y el Facebook del Arzobispado de Lima.

Procesiones en Lima

Del 17 al 31 de marzo, se han programado distintas procesiones en nuestra ciudad de Lima. Los invitamos a descargar el cronograma de actividades por Semana Santa 2024 para conocer las fechas, horarios y recorridos.

Descarga el cronograma de actividades por Semana Santa 2024

Hacemos un llamado a vivir esta Semana Santa con un sentido de gratitud y conversión, recordando que somos sobrevivientes de una Pandemia y estamos llamados a entregar nuestra vida por aquellos que más nos necesitan, especialmente, con los más vulnerables y frágiles. En ellos está el rostro de Jesús que clama misericordia.

Central telefónica
(511)2037700