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A vísperas del Domingo de Ramos, las sagradas imágenes de Jesús Nazareno, Nuestra Señora de la Piedad, Milagrosísimo Señor y la Santísima Virgen de las Angustias llegaron hasta los exteriores del Palacio Arzobispal de Lima para dar inicio a las actividades de la Semana Mayor, este año enmarcado en el apoyo urgente a las ollas comunes de nuestra ciudad.

Bajo el lema: “Compartiendo, como Jesús, el pan y la vida, saciemos unidos el hambre de nuestro pueblo”, ya se vive la Semana Santa en Lima. Los días previos al Domingo de Ramos, nuestra Catedral de Lima acogió a las sagradas imágenes de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Piedad.

También acudieron las imágenes del Milagrosísimo Señor del Santuario de Santa Catalina y la Santísima Virgen de las Angustias desde el Convento de Santa Catalina de Siena de Barrios Altos.

Estas procesiones contaron con la participación de la Hermandad de Jesús Nazareno, los Devotos de Nuestra señora de la Piedad, la Asociación Mercedaria, la Comunidad Laical Urraquina y la Hermandad del Señor del Santuario de Santa Catalina

Las sagradas imágenes fueron recibidas por Monseñor Juan José Salaverry, obispo auxiliar de Lima, quien manifestó la importancia de vivir la Semana Santa con un sentido de conversión, reconciliación y fidelidad.

Cientos de fieles se congregaron en los exteriores de la Catedral de Lima para participar comunitariamente de la Misa de Domingo de Ramos, presidida por nuestro arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo. Junto a sus obispos auxiliares, el Prelado hizo un llamado a «volver a las raíces de la fe cristiana» y dejarnos inspirar por el Señor, que pasa por nuestras vidas, nos interpela, nos llama, nos acompaña y resucita para recrear nuestro país.

«Que esta Semana Santa sea motivo para que todos nos adentremos hondamente y nos identifiquemos con el anonadamiento de Jesús, que permite siempre dar oportunidad al Otro sin apabullarlo ni destruirlo», comentó en la homilía.

Leer transcripción de homilía

Monseñor Castillo explicó que el Domingo de Ramos marca el inicio del «camino definitivo de Jesús», que siempre caminó en el corazón de su pueblo «para servirlo y no para servirse de él». Y su entrada triunfal a Jerusalén no es sinónimo de poder, sino un signo de esperanza para la humanidad que nos recuerda que debemos ser «servidores gratuitos y sencillos».

La Semana Santa, sostuvo, es «para tomarnos en serio» y «entrar a lo profundo» en el misterio de la muerte y Resurrección de Jesús, que es el «fundamento de toda esperanza en medio de los males, las hambrunas, las crisis, las guerras y las ambiciones que tenemos los humanos».

El arzobispo de Lima exhortó a vivir estos días de reflexión con un sentido de gratitud y conversión, dejando de lado ese «criterio un poco frívolo» de repetir las cosas por costumbre, sin seguir hondamente el camino de Jesús y dejarnos tocar por Él. «Si una fe no es capaz de transformar nuestra comunidad cristiana es porque esa fe tiene algo de estéril y superficial, algo de frívola», reiteró.

Estamos llenos de problemas espirituales que repercuten en la sociedad. Ahora que hemos venido para caminar con el Señor, tomemos en serio las consecuencias de ser cristianos y hagamos lo posible por dejar que el Espíritu del Señor invada todos los aspectos de nuestra vida.

El Primado del Perú ha resaltado la importancia de dejarnos convertir por el Señor en «hombres y mujeres nuevos que aprendan a amar a manos llenas», respetando el bien común con que se erigió la constitución primera del país. «Recordemos que todo nuestro país es una Nación que está al servicio de toda la Patria, y nadie puede ser dueño de ella, ni usarla para la vileza de la corrupción y los intereses propios, sino que todos participamos en común para ayudarnos», precisó.

Pensar en el bien de todos y no en el de unos pocos, supone «aprender a renunciar a nuestros intereses» para «ver cara a cara los problemas», sin esconderlos, sino tratándolos para conseguir un consenso general de paz y amistad.

Volver a nuestra hermandad original

En otro momento, Monseñor Castillo hizo eco de las palabras del Papa Francisco en el Ángelus de esta mañana, con su llamado a «volver a nuestra hermandad original» y pidiendo el cese de la violencia en la martiriada Ucrania, el fin de la guerra entre Israel y Gaza, y condenando los atentados terroristas en Rusia.

El buen cristiano sabe que hay que insistir en la Paz, en volver a nuestra hermandad original para no cometer el pecado original de «comernos» la reflexión y actuar por instinto, sin pensar.

A ejemplo de Toribio de Mogrovejo

Monseñor Castillo ha querido recordar, en este Domingo de Ramos, el testimonio de vida de Toribio de Mogrovejo, santo peruano y segundo arzobispo de Lima de la historia del Perú, que hace 418 años murió en Zaña, en la casa de un indio. «Su muerte es un signo de Cristo en nuestra historia que marcó definitivamente la vida de la Iglesia. Toribio de Mogrovejo se peruanizó con nosotros y, por eso, es el patrón de todos los obispos de América», expresó.

En memoria de Monseñor Romero

El arzobispo de Lima también ha tenido presente en sus oraciones a Monseñor Óscar Romero, que «derramó su sangre, como Jesús,» y fue «asesinado en el Altar» por hablar con claridad y buscar la reconciliación del país, elevando su voz para decir que, ante una orden de matar, primero, debe primar la ley de Dios antes que la ley de los hombres.

Todos unidos, levantando nuestros ramos con alegría, caminemos hacia Jerusalén con Jesús para compartir el pan y la vida.

La Eucaristía de este Domingo de Ramos contó con la presencia de los obispos auxiliares de Lima: Monseñor Guillermo Elías, Monseñor Ricardo Rodríguez, Monseñor Juan José Salaverry, y Monseñor Guillermo Cornejo. También nos acompañó el Coro Arquidiocesano Juvenil de Lima.

A vísperas del Domingo de Ramos, la Basílica Catedral de Lima recibió la visita de las sagradas imágenes del Señor del Santuario de Santa Catalina y el Señor del Santuario de Santa Catalina.

El Papa preside en la Plaza de San Pedro la celebración de este domingo, el último antes de Pascua. La conmemoración de la entrada festiva del Señor en Jerusalén precede a la misa cuyo pasaje evangélico narra la historia de su Pasión. Al final de la liturgia, permaneciendo en el parvis, Francisco recitó el Ángelus.

Fuente: Vatican News

En una abarrotada Plaza de San Pedro, unos 25.000 fieles, bajo un cielo en el que los rayos del sol se alternaban con las nubes, se abrió la celebración del Domingo de Ramos presidida por el Papa Francisco. Es la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén, de la que se lee el relato del evangelista Marcos, y que precede a la celebración de la Misa. El Papa bendice y asperge con agua bendita los ramos de olivo, símbolo de hoy, que los presentes sostienen en sus manos.A continuación, más de 400 portadores de palmas se dirigen en procesión desde el centro de la plaza hasta el vestíbulo. Los cardenales, obispos y sacerdotes concelebrantes ocupan sus puestos junto al altar.

“¡Bendito sea el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas!”

La Pasión de Cristo

El cambio de escena es radical: la liturgia de la Palabra de la celebración eucarística incluye la lectura cantada de la Pasión de Jesús tomada de nuevo del Evangelio según San Marcos. A través de las palabras del evangelista, los pasajes del sufrimiento de Cristo se reviven en toda su crudeza. La representación de la Pasión va seguida de un momento de silencio. Es un sufrimiento, el de Cristo, que contiene los dolores de todos los tiempos y de toda la humanidad, y la humanidad, con sus fragilidades, es presentada al Señor en la oración universal o de los fieles que concluye la Liturgia de la Palabra. Se reza por la Iglesia, para que «busque siempre la unidad, la reconciliación y la comunión»; por los gobernantes «llamados a cultivar la paz y el bien de los pueblos»; por todos los hombres y mujeres que sufren; por los cristianos perseguidos; por cada comunidad cristiana, para que «sea testigo de su propia fe, en la oración y en la caridad».

Al final de la celebración, directamente desde el parvis de la Basílica, Francisco pronunció el Ángelus, antes de impartir su bendición y hacer un amplio recorrido en su Papamóvil para saludar a los fieles y peregrinos que le aclamaban en la plaza. 

La Pastoral de Salud de nuestra Arquidiócesis viene promoviendo un taller de formación para más de 200 agentes pastorales de las parroquias, hospitales y comunidades religiosas de Lima. La actividad tuvo lugar en el auditorio del Colegio Santa Rosa, en el distrito de Lince, y contó con la participación de Monseñor Guillermo Elías, obispo auxiliar de Lima y asesor de la Pastoral de Salud.

Dirigiéndose a todos los agentes pastorales y voluntarios que se dedican al acompañamiento de nuestros hermanos en situación de enfermedad, Monseñor Elías señaló que, como Iglesia, todos tenemos la misión de procurar el «bienestar de la salud integral», cuidando el estado de la salud física, mental y espiritual:

“Estamos llamados a la acción evangelizadora de todo el pueblo santo de Dios, siendo portadores de esperanza ante el dolor y el sufrimiento del hermano, siguiendo el ejemplo de Jesús que  tuvo actitudes preferenciales con el que sufre, con el vulnerable, con el postergado y con el pobre”, destacó.

El obispo auxiliar de Lima manifestó que los agentes de la Pastoral de Salud deben tener una actitud «contemplativa y activa», a fin de cultivar un «equilibrio psicológico y una sana motivación vocacional a este ministerio” para realizar “un trabajo de control emocional”.

Al término del encuentro, y como un gesto de solidaridad, los participantes del taller entregaron donaciones de medicinas y kits de higiene para que sean distribuidos a los hospitales de nuestra ciudad.

Cabe señalar que el «Taller de Formación para agentes pastorales» continuará este sábado 23 de marzo, en el horario de 4:00 a 7:00 P.M. Todos los interesados en participar pueden confirmar su asistencia a través del siguiente número: 940 148369.

La Vicaría de la Juventud de Lima ha iniciado un camino de peregrinaje con miras a la Jornada Arquidiocesana de la Juventud 2024. La denominada «Cruz de los Jóvenes» comenzó su recorrido por las parroquias de la Vicaría I, bajo el acompañamiento del pre-vicario de la vicaría, el Padre Rodolfo Silva.

En la Eucaristía ofrecida por los jóvenes y la amistad, celebrada en Catedral de Lima a mediados de febrero, Monseñor Juan José Salaverry hizo entrega de la «Cruz de los Jóvenes» a la primera comunidad de jóvenes de la Vicaría I. Fue así cómo se dio inicio a un camino de peregrinaje hacia la JAJ 2024, teniendo como primera parada la Parroquia San Lázaro, en el Rímac.

En su primera semana, la «Cruz de los Jóvenes» congregó a varios jóvenes de San Lázaro quienes, bajo el acompañamiento del Padre Frederic Comalat, vivieron un momento de oración y recogimiento.

Como segundo punto de encuentro, la Cruz fue llevada en procesión hacia la Parroquia San Francisco de Paula, y fue recibida con gran entusiasmo por la comunidad parroquial del Padre Óscar Balcázar. Y junto a los jóvenes del decanato 1, se celebró una Eucaristía comunitaria.

El peregrinaje se trasladó hasta Ate, donde fue recibida en la Capilla Señor de los Milagros, en la Urbanización Valdiviezo. La procesión siguió a la la Parroquia Nuestra Señora del Camino, del decanato 2, donde se celebró una misa comunitaria con la participación del Padre David Francisco, Padre Rodolfo Paripanca y Padre Eduardo Cabrera.

Finalmente, la «Cruz de los Jóvenes» visitó la Parroquia Nuestra Señora de Monserrat y San Sebastián, donde fue recibida con júbilo por los miembros de la pastoral juvenil y catequistas de la Parroquia. La Eucaristía comunitaria fue celebrada por el Padre Rodolfo Silva y el Padre Luis Fernando.

De esta manera, concluyó el peregrinaje de la «Cruz de de los Jóvenes» en la Vicaría I. En estos momentos, la Cruz se encuentra recorriendo las calles, comunidades y parroquias de la Vicaría III.

«Tengamos una Semana Santa profundamente identificada con el amor y el servicio, la opción preferencial por los más desvalidos y necesitados», con estas palabras, el arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, anunció que todas las parroquias de nuestra Arquidiócesis se convertirán en centros de acopio para recibir las donaciones de víveres no perecibles y menestras para las ollas comunes.

A puertas de la Semana Santa, la Arquidiócesis de Lima ha centrado sus esfuerzos en atender las realidades más complejas de nuestra sociedad, entre ellas, la precariedad de nuestras ollas comunes. Interpelados por esta situación, Monseñor Carlos Castillo se ha dirigido a todo el Pueblo de Dios para exhortar nuestra movilización y organización ante la grave crisis de hambruna.

«Hemos elegido el lema: “Compartiendo, como Jesús, el pan y la vida, saciemos unidos el hambre de nuestro pueblo”. Les pido que nos unamos en una gran campaña con Cáritas Lima, usando como centros de acopio nuestras parroquias. Todas las donaciones de víveres se trasladarán a las zonas más vulnerables con el apoyo del voluntariado de jóvenes», ha expresado el Primado del Perú.

Convoquemos a todas las fuerzas vivas, a las empresas, a los colegios y a todas las organizaciones, a que nos unamos en esta movilización civil al servicio de satisfacer y colmar el hambre de nuestras ollas comunes vacías.

El arzobispo de Lima ha recalcado la importancia de dedicar, en esta Semana Santa, nuestra «especial atención a quienes están sufriendo el hambre: las personas, los niños, los jóvenes, las señoras que tienen sus ollas comunes en las partes más altas de la ciudad y en los cerros más lejanos, donde se han formado muchísimos nuevos pueblos y el hambre está cundiendo».

Cómo donar a las ollas comunes

– Acércate a tu Parroquia más cercana para entregar las donaciones de víveres y menestras.

– También puedes acercarte a los almacenes de Cáritas Lima (Jr. Chancay 282 – Cercado de Lima). Para otro tipo de donaciones o aportes económicos, comunícate al 941 680 200

– Todo lo reunido será canalizado y distribuido por Cáritas Lima a las ollas comunes más vulnerables de nuestra ciudad.

La comunidad de docentes de Educación Religiosa de la Oficina de Educación Católica, ODEC Lima, participó de una Eucaristía por el inicio del nuevo año escolar 2024, presidida por el Pbro. Jaime Llamas, Capellán de la institución.

La ceremonia religiosa se llevó a cabo el sábado 16 de marzo en las instalaciones del Instituto Superior de Estudios Teológicos Juan XXIII, en el distrito de Pueblo Libre.

Dirigiéndose a los docentes de Educación Religiosa, el Padre Jaime Llamas señaló que, al iniciar este nuevo año escolar, “es el Señor quien les confía esta misión”, impulsándolos a “tomar la fuerza y motivación” para llevar adelante esta tarea porque «sin Él es imposible realizarla».

El Capellán de ODEC Lima refirió que necesitamos «abrir nuestro corazón permanentemente al mensaje que nos quiere transmitir Dios a través del Evangelio» y, desde el rol de cada docente, «anunciar a Jesús con fe viva a nuestros estudiantes».

El Señor nos invita a despojarnos de esos esquemas antiguos y prejuicios que pueden impedirnos abrirnos a la novedad del Evangelio. Tenemos el compromiso de anunciar al Señor y debemos ser muy cuidadosos para no instalarnos en una fe de costumbre, sino en una fe viva y permanente con Dios.

El Padre Llamas afirmó que, con la inspiración de Dios, este año escolar es una oportunidad para continuar «educando con nuestro testimonio de servicio y vocación», superando los desafíos y situaciones difíciles que puedan presentarse, como lo sucedido en la Pandemia, que puso a prueba la capacidad creativa de miles de maestros para continuar enseñando desde la virtualidad.

Dios se sirve de nosotros para tocar la vida de los alumnos que ha puesto en nuestras manos.

En el V domingo de Cuaresma, Monseñor Carlos Castillo afirmó que el Señor ha venido a este mundo para mostrarnos que la verdadera gloria está en el compartir con los demás, donando nuestra vida por amor, como lo hizo Jesús en la Cruz. «Pidamos a Dios que nos llene de fecundidad y generatividad, sobre todo, a quienes estamos al frente de la dirigencia nacional, para que recordemos que estamos para servir y no servirnos del pueblo», aseveró. (leer homilía)

Al frente de la imagen del Señor Crucificado del Rímac, el arzobispo de Lima anunció que, durante esta Semana Santa y todo el tiempo de Pascua, las parroquias de nuestra jurisdicción se convertirán en centros de acopio para recibir las donaciones de víveres y menestras que se compartirán con las madres de las ollas comunes.

Leer transcripción de homilía

Monseñor Castillo inició su homilía recordando la promesa de la nueva alianza que Dios comunica al profeta Jeremías (31, 31-34), alianza sellada por Jesús, que nos muestra el verdadero rostro de un Dios que nos acompaña y es generoso con la humanidad. Esta alianza no se basa en los holocaustos ni sacrificios, sino en el amor gratuito de un Padre capaz de perdonar nuestras culpas y errores.

Más de 20 siglos después, esta revelación de Dios con la humanidad todavía es difícil de comprender, sobre todo, cuando «nos hacemos imágenes de Dios» y corremos el riesgo de «endiosarnos» por tener un mínimo de poder. «A veces, nos formamos ideas de Dios que son a imagen y semejanza nuestra, pero que no son reflejo de la misericordia del Señor, dispuesto a dar su vida por amor», expresó el arzobispo.

Jesús, por tanto, acepta el camino de una condena injusta como consecuencia de ese anuncio de amor y perdón para liberarnos de «esta imagen terrorífica de un Dios vengativo que busca infundir el miedo y la destrucción del mundo». Dios quiere promovernos y ayudarnos a reconocer nuestros límites y pecados, y así comprender el misterio de que «solamente con el amor podemos ser plenamente humanos y felices».

En ese sentido, el Evangelio de hoy (Jn 12, 20-33), nos presenta a Jesús anunciando que «ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado», en alusión al difícil camino que le espera. Pero, ¿cómo es posible que, en el sufrimiento de la Cruz, se produzca la gloria? El Señor ha venido para mostrarnos que la «gloria se manifiesta en toda acción de entrega desinteresada y sacrificio de amor». Eso nos ha sido revelado por el «Dios crucificado, el Mesías ‘derrotado’ que amó al mundo hasta el extremo y dio su vida».

Si seguimos el mismo camino del Señor, quizás, no veremos muchos éxitos ni glorias inmediatas, pero veremos la gloria verdadera, que es la gloria del amor pleno de la felicidad.

Al acercarse la Semana Santa, el obispo de Lima explicó que «la gloria verdadera está en el compartir y dar», ayunando de todo aquello que nos impide desarrollarnos como país, de nuestras indiferencias y egoísmos. «No hay mejor ayuno que el poder compartir nuestro pan y ayunar», precisó.

La gloria verdadera es la fecundidad y la generatividad. Estemos dispuestos a cambiar, reconociendo que el Señor nos invita a servir desde esa gloriosa Cruz.

En otro momento, el Monseñor Castillo sostuvo que nuestra historia peruana también está repleta de tantos sacrificios por amor, desde los mártires que dieron su vida por nuestra Patria, hasta las madres de las ollas comunes que se sacan el pan de la boca para llevarles el alimento a sus hijos. Por eso, el Prelado hizo un llamado a la organización de todas las parroquias de Lima para generar espacios que sean centros de acopio de alimentos y apoyar a las ollas comunes de los cerros de la ciudad.

El Primado del Perú ofreció la Eucaristía de este V domingo de Cuaresma por el pueblo hermano de Haití, para que pueda recuperarse y reconstituir sus instituciones.

La Santa Misa en la Catedral de Lima contó con la presencia de la Hermandad del Señor Crucificado del Rímac, representantes de grupos de artesanos peruanos, representantes de la ex Guardia Republicana y el Coro Juvenil Arquidiocesano.

Bajo el título: «Catequista, Discípulo, Misionero en salida», la Comisión de Evangelización y Catequesis ha preparado la versión impresa de la Síntesis del Directorio para la Catequesis, disponible desde el lunes 18 de marzo en las oficinas del Arzobispado de Lima.

La «Síntesis pastoral del Directorio para la Catequesis» es un documento elaborado con el fin de asumir los criterios e indicaciones de los programas de Catequesis ofrecidos por la Iglesia en materia de formación cristiana. Este instrumento propone «un primer mapa de orientación» para el servicio catequístico.

El Padre Víctor Solís, responsable de la comisión, indicó que esta síntesis es de vital importancia para la iniciación cristiana porque permitirá «que los agentes pastorales y, en especial, los jóvenes catequistas, puedan reflexionar sobre el servicio que brindan en sus parroquias y movimientos».

El documento se encuentra dividido en 12 capítulos. Al concluir cada uno, se proponen una serie preguntas para la reflexión personal y comunitaria, lo que permitirá «integrar los criterios y contenidos con la realidad de la catequesis en la parroquia».

También se ofrece una síntesis, a modo de infografía, con los conceptos fundamentales.

Cómo adquirir la Síntesis pastoral del Directorio para la Catequesis

Para todos los interesados en adquirir la versión impresa y continuar con su formación, pueden acercarse personalmente al Arzobispado de Lima (Jr. Chancay 282 – Cercado de Lima).

La «Síntesis pastoral del Directorio para la Catequesis» también se encuentra disponible en formato digital para su libre difusión (acceder aquí).

Cabe resaltar que esta síntesis es la única en América Latina y cuenta con la revisión de Monseñor Rino Fisichella, Pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, quien escribió la presentación de la síntesis y se encuentra en las primeras páginas de esta guía.

La Clínica San Juan de Dios celebró 72 años de vida institucional y servicio con una Eucaristía presidida por Monseñor Juan José Salaverry. En su homilía, nuestro obispo auxiliar de Lima recordó que todos estamos llamados a tener signos de fecundidad y amor para acompañar el sufrimiento de nuestro prójimo.

«Mientras ustedes sean más fieles en su carisma, más enriquecerán a la Iglesia. Y cuando más contagien el carisma a los demás, encontraremos más creyentes en fidelidad al Evangelio y en sensibilidad al pobre», expresó.

Monseñor Salaverry resaltó tres ejes importantes en la persona de San Juan de Dios: la fidelidad al Evangelio y a sus principios, su sensibilidad a las necesidades de los demás, y la fecundidad de su Orden. Estos aspectos son fuente de inspiración para todo aquel que dedique su vida al acompañamiento de los que más sufren.

Por ello, el obispo hizo un llamado a vivir nuestra fe con fidelidad a Cristo y «a todo aquello que quema en nuestro corazón», entregándonos al servicio del Evangelio, pero sin olvidarnos de las necesidades más hondas de nuestro prójimo.

San Juan de Dios supo llevar la cruz de muchos enfermos con una sensibilidad grande, con la misma sensibilidad del Buen Samaritano del Evangelio, poniendo todo al servicio de los demás.

Dirigiéndose a todo el personal directivo y administrativo, a los médicos y enfermeras de la Clínica San Juan de Dios, así como a las demás autoridades políticas y militares, Monseñor Juan José Salaverry exhortó a sumar esfuerzos para agudizar nuestra solidaridad y no convertirnos en una sociedad indiferente: «Movilicémonos para ver en la Iglesia el rostro de la gente que está en el margen. Nuestra sociedad y pueblo sufren, están enfermos del cuerpo y del alma, necesitamos el valor moral para poder atender desde una solidaridad y una caridad evangélica», resaltó.

La celebración por el 72° Aniversario de la Clínica San Juan de Dios contó con la presencia del visitador de la Curia General, el Hno. Augusto Gaspar, y del secretario de la visita canónica, el Hno. Carlos Sarmiento.

También se hicieron presentes el Comandante General de la PNP, Víctor Zanabria Angulo; el Director Ejecutivo de IAFAS del Ejército del Perú, Coronel Zorrilla Nolasco; las Hermanas de Santa Ana, y representantes de la Municipalidad de San Luis.

Central telefónica
(511)2037700