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En el marco del Primer Centenario de la Basílica de María Auxiliadora, Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, presidió la Celebración Eucarística de este Domingo XVII del Tiempo Ordinario, junto a sus obispos auxiliares y los padres salesianos: «debemos centrarnos en Cristo, enamorarnos y entregarnos a Él decididamente, en una opción preferencial por los últimos que amó Jesús, y eso nos permitirá redefinir nuestras búsquedas de perlas, de tesoros y de jugosas inversiones, para abrirlas al servicio de las personas que sufren», comentó durante la homilía.

Refiriéndose al Evangelio de Mateo (13, 44-52), Monseñor Castillo explicó que, cuando Jesús dice que el Reino de los Cielos es como un tesoro escondido, está hablando del «amor de Dios que se hace fuerza reinante en el mundo», es un Dios escondido que se revela «desde lo más recóndito de la vida y de la historia del mundo».

En ese sentido, el Señor siempre usa comparaciones humanas, «para representar la grandeza del amor que nos ha traído del Padre, para que toda nuestra vida se vuelva a enderezar hacia ese bien común al cual todos debemos marchar, y que la doctrina social de la Iglesia siempre ha recordado».

Renovar los lazos sociales con aquellos que son marginados y desechados.

Y dirigiéndose a la comunidad salesiana, añadió: «cuando se construyó este templo, la Basílica de María Auxiliadora, los salesianos estaban con los escondidos de este mundo, con los jóvenes, con los trabajadores, con la gente sencilla que busca un oficio, y trataron de servirlos y acompañarlos. Por eso, hoy agradecemos a Don Bosco todo el esfuerzo de renovar los lazos en medio de la sociedad, especialmente con aquellos que siempre son marginados y desechados».

María es el auxilio inagotable, que ya desde siglos como devoción, acompañó a quienes necesitaban la ayuda, y que Don Bosco supo recoger para irradiar desde este templo, la experiencia de amor de Dios que todos necesitamos tener para salvarnos. 

Centrarnos en Jesús para vivir el camino del amor.

«El Reino de Dios se expande silenciosamente como un tesoro escondido, y requiere que nosotros, así como ponemos la pasión en las perlas finas y en los tesoros, nos centremos, fundamentalmente, en el tesoro escondido más grande que es Jesús, que nos mostró y nos dio su Espíritu para que vivamos el camino del amor, como Él lo vivió en el silencio de la cruz», recalcó el Arzobispo de Lima.

El Señor no nos impide buscar apasionadamente perlas finas y tesoros, pero se pone como ejemplo para que, encontrando el Reino de los Cielos en el amor, redefinamos nuestras pasiones y ambiciones.

«Sería lindo que todos nosotros, que compartimos el pan cada día en nuestra casa, y queremos alimentarnos para fortalecernos y defendernos del Coronavirus, separemos una buena parte de lo que tenemos para compartirlo con quien no lo tiene. Estamos viviendo una situación dura pero linda a la vez, porque tenemos muchos ejemplos en nuestro país donde se comparte, inclusive cuando a uno le falta el pan de la boca», afirmó Monseñor Castillo.

El Reino de Dios crece porque somos solidarios.

El Primado del Perú reiteró la importancia de vivir en el amor de Dios, compartiendo todo aquello que buscamos ambiciosamente, «para que redefinidos, no como ambiciosos sino como esperanzados, hagamos posible que haya paz y tranquilidad en la vida de todos: de las mujeres que son perseguidas y asesinadas; de los jóvenes que tratan de progresar; y en los trabajadores que tienen necesidad de estabilidad y la han perdido».

Hemos de ayudarnos, mutuamente, a que el Reino de Dios crezca porque somos solidarios, y para eso necesitamos la sabiduría, un cristianismo sabio que tenga un corazón inteligente. No hay que negar la pasión, no hay que negar la sensibilidad, pero hay que orientarla, para hacerla capaz de realizar lo que Jesús vino a hacer en esta tierra, y desde lo escondido, transformarnos con delicadeza y profundidad. 

«Que Dios bendiga la vida de los salesianos, el ejemplo que han dado, y que podamos continuar su misión en nuestra arquidiócesis, en esencial con los más jóvenes, que son los que tendrán el futuro en sus manos, y a quienes debemos ayudar para que ese futuro sea de paz, de solidaridad, de justicia y de amor, aún cuando estamos en la adversidad, en la pandemia, en el dolor y en el desastre. Que Dios nos ayude en este camino y María sobre todo nos auxilie», finalizó.

Monseñor Guillermo Elías, estuvo presente en el inicio de un nuevo año de estudios en el Instituto Superior de Estudios Teológicos Juan XXIII. En compañía de sacerdotes y religiosos, el Obispo Auxiliar de Lima explicó que el sentido de acudir a un centro de formación es para «descubrir el ser y el obrar de Dios, que quiere llenar nuestro corazón y lo quiere llenar de consuelo y de esperanza, porque no basta con conocer el corazón de Dios, sino percibir la intencionalidad de Dios para conmigo y para con mis hermanos”.

“Conocer a Dios no es solamente llenarnos de información – prosiguió – la información que recibimos es una oportunidad para capacitarnos teóricamente y ponerla en práctica a través de las experiencias de nuestras vidas».

Monseñor Guillermo recordó que Jesús nos exhorta a compartir la misericordia que recibimos de Dios, de tal manera que debemos aplicar todos nuestros conocimientos para actuar en favor del otro y compadecernos de quienes más sufren.

Aprendemos para ser instrumentos de Dios

En otro momento, el Obispo Auxiliar hizo un llamado a la reflexión para organizar nuestra vida en este año partiendo de la voluntad de Dios: «¿Qué quiere Dios de mi vida este año? ¿A que me enfrentó? – preguntó Monseñor Elías – no solamente tenemos que enfocarnos en el estudio y la investigación, sino que debemos aprovechar todos los dones y prepararnos para ser un instrumento de Dios».

“Que podamos entender, vivir y consolidar nuestra disponibilidad al servicio del Señor, y que todos los conocimientos que vamos a adquirir nos vuelvan instrumentos de Dios, desde la unidad, la humildad y la realidad de nuestra existencia» – concluyó.

«Hay personas que han enceguecido el corazón de tal manera que más les importa el bolsillo que el hermano. Hoy el Señor nos pide más proximidad y acompañamiento» – fueron las palabras que rescató Monseñor Ricardo Rodríguez, Obispo Auxiliar de Lima, durante la Celebración Eucarística en acción de gracias por el 68 aniversario de la Clínica San Juan de Dios.

«Para alcanzar la vida eterna Dios nos pide amar a nuestro prójimo – comentó Monseñor Rodríguez – el Señor no habla de una vida eterna lejana o posterior a la muerte, Él nos dice que amando a nuestro prójimo y haciendo las cosas hoy, aquí, podemos recibir la vida eterna».

El desafío de entender la humanidad

Dirigiéndose a las autoridades y miembros de la Clínica San Juan de Dios, Monseñor Rodríguez indicó que «en una institución como ésta que busca atenuar y entender el dolor, es necesario entender también la humanidad, descubrir la proximidad del hermano, del que sufre y necesita ser escuchado».

Hay personas que han enceguecido el corazón de tal manera que más les importa el bolsillo que el hermano. Hoy el Señor nos pide más proximidad y acompañamiento

Por último, el Obispo Auxiliar de Lima hizo un llamado a “llevar a Jesús a los demás, con nuestras manos y pies, sirviendo a los más desvalidos sin buscar el aplauso, sino anteponiendo nuestra humanidad. Yo los invito a poner su humanidad en la vida diaria y en las cosas sencillas, porque es ahí donde se esconde Dios» – finalizó.

Monseñor Guillermo Elías, Obispo Auxiliar de Lima, presidió la Celebración Eucarística de este II Domingo de Cuaresma en la Basílica Catedral de Lima: «la luz del Señor es capaz de transformarnos y convertirnos, especialmente en los momentos más difíciles, en nuestros días grises. Hoy necesitamos de esa experiencia, de ese encuentro con Jesús en la Palabra, en la reflexión, en la meditación, en el hermano que sufre, allí también podemos encontrar a Jesús transfigurado» – comentó durante su homilía.

Este domingo 8 de marzo, Monseñor Elías expresó un saludo especial dirigido a todas las mujeres: «ustedes son la fuerza, son la alegría, son la esperanza, son la vida y lo más precioso que tiene la Iglesia, el país, el mundo. Gracias a las mujeres y sus apuestas, la existencia toda tiene sentido, sigamos caminando para construir un mundo en el que todos y todas tengan derecho a la vida, a la dignidad, a la justicia» – manifestó.

La Palabra nos ilumina, nos transforma y nos convierte

«Hoy, la Palabra nos congrega e ilumina en este camino a la Pascua – comentó refiriéndose al Evangelio de Mateo (17,1-9) que narra el evento de la transfiguración – es un signo poderoso para nosotros, para interpretarlo de manera profunda y no quedarnos en la pura simbología, sino ver en la transfiguración de Jesús eso que quiere revelarnos Dios».

«La luz del Señor es capaz de transformarnos y convertirnos, especialmente en los momentos más difíciles, en nuestros días grises – resaltó el Obispo Auxiliar de Lima – la luz de Dios enciende nuestro corazón, nos abre los ojos y nos permite ver más allá, ir a lo profundo».

¿De qué manera la transfiguración toma tu vida? – preguntó Monseñor Elías – «a veces nos olvidamos en quién está en nuestra vida, en quién hemos puesto nuestra confianza. Hoy necesitamos de esa experiencia, de ese encuentro con Jesús en la Palabra, en la reflexión, en la meditación, en el hermano que sufre, allí también podemos encontrar a Jesús transfigurado».

Monseñor Guillermo hizo un llamado a mirar nuestra realidad para dejarnos interpelar por la mirada de Dios que se esconde en el rostro de cada ser humano: «Que esta transfiguración nos ayude a entender el sentido de nuestro camino, acojamos la fuerza de la Palabra y hagamos que esta Palabra nos transforme» – concluyó.

“Necesitamos construir una sociedad en la que reine el amor, comprometernos hoy con la causa de la vida, que es un principio esencial. Sigamos descubriendo a Cristo acompañando al otro, especialmente en el que sufre, en el pobre”, expresó Monseñor Guillermo Elías, Obispo Auxiliar de Lima durante la Celebración Eucarística en el Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas, en Barrios Altos.

“Cristo pobre nos congrega, un saludo a quienes dirigen este importante hospital, un saludo a las religiosas, a todos a quienes de alguna u otra manera están ligados a este centro de vida”, comentó al inicio.

Jesús nos invita a mirar lo profundo del amor

En el marco de la Cuaresma, Monseñor Elías explicó que “Jesús siempre quiere ir mucho más allá del simple precepto de la tarea, de lo que debemos hacer», su Palabra habla de una justicia diferente a la de los hombres, y va más allá del cumplimiento estricto de la Ley – «Él nos invita a mirar lo profundo del amor”, resaltó.

Jesús va a lo profundo del amor, rehúsa esa muestra de amor que pretende dar cumplimiento sin amar de verdad al hermano

Y refiriéndose al Evangelio de Mateo (5,20-26), añadió: “Jesús va al fondo de la cuestión, exige no solo un cumplimento formal, sino un compromiso profundo, así pone como ejemplo el mandamiento de no matar, todo lo que implica particularmente en la relación con el otro, matar no es solo quitar la vida física, podemos matar de muchas maneras, con el distanciamiento y la indiferencia, ‘eliminando’ su vida de mi presencia».

Estamos llamados a la reconciliación

“Jesús no solo nos llama a la reconciliación con Dios, sino también entre nosotros – explica el Obispo Auxiliar – el Señor nos invita a reconocerlo en el otro. El Señor nos pide que tomemos la iniciativa y que tomemos las cosas en serio porque cuando nos presentamos ante Él, también Dios se presentará ante nosotros».

Necesitamos construir una sociedad en la que reine el amor, comprometernos hoy con la causa de la vida, que es un principio esencial

Finalmente, dirigiéndose a las autoridades del Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas, indicó que «la Iglesia se hace presente porque quiere animarlos, quiere estimularlos, y por eso los acompañamos, para orar, para pedirle a Dios, especialmente a quienes dirigen esta importante institución, para que tengan en cuenta siempre al que sufre, al marginado».

“Que Dios bendiga a todo el personal, a las religiosas, a todos los que forman parte de este instituto, a los sacerdotes que también acompañan esta obra, y que sigamos descubriendo a Cristo acompañando al otro, especialmente en el que sufre, en el pobre», finalizó.

«No nos salvamos porque hacemos muchos esfuerzos, sino por la fuerza inagotable del amor gratuito del Señor que nos ha traído su Reino y lo ha acercado a la historia» – expresó Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, durante su homilía de este I Domingo de Cuaresma en la Catedral de Lima – «El Señor tiene la capacidad, por medio de su Espíritu, de que nosotros vayamos poco a poco cambiando» – reiteró.

La Celebración Eucarística contó con la participación de las autoridades y docentes de la Asociación de Instituciones Educativas Católicas de la Arquidiócesis de Lima (AIEC), así como de diferentes comunidades religiosas, trabajadores del Arzobispado de Lima, y todo el pueblo de Dios que acudió para conmemorar el primer aniversario episcopal de Monseñor Castillo.

«Es una gran alegría encontrarnos a un año de haber empezado nuestro ministerio. Estoy muy agradecido a todos los laicos que nos iluminan y nos ayudan a construir esta Iglesia en este camino de conversión» – señaló el Arzobispo de Lima al inicio de la Santa Misa .

El camino de conversión comienza con la conversión pastoral

El tiempo de Cuaresma es una oportunidad para la conversión pastoral, manifiesta Monseñor Castillo: «para entender la grandeza y belleza que tiene un camino de conversión. Solamente cuando nos educamos en la gracia salimos de la desgracia, no cuando la recriminamos – añadió – solo conseguimos la gracia si evangelizamos y nos dejamos evangelizarnos, si dejamos poseer por el Señor, por el amor gratuito de Jesús que pasa haciendo el bien».

Se trata de entrar en la dinámica y fuerza del Espíritu. Nosotros no nos salvamos porque hacemos muchos esfuerzos, sino por dejar que el Señor, que nos ha traído su Reino y lo ha acercado a la historia, sea la fuente inagotable para que cambiemos.

«Ese Dios que nos amó en Jesucristo y entregó su vida por nosotros, tiene la capacidad, por medio de su Espíritu, de que nosotros vayamos poco a poco cambiando, enfrentando las tentaciones y haciendo posible que por la fuerza de su amor las cosas puedan cambiar» -acotó.

Una conversión pastoral inspirada en la oración y no en el cálculo

«La conversión pastoral no puede basarse en la planificación o el cálculo – dice el Arzobispo de Lima – la conversión pastoral es producto de la inspiración en la oración, como María que nos engendra como don amoroso de Dios».

Docentes de la Asociación de Instituciones Educativas Católicas de la Arquidiócesis de Lima (AIEC)

«Tenemos que aprender a vivir del don gratuito de Dios sin estar demasiado preocupados porque somos ‘terriblemente pecadores’ – subrayó Monseñor Castillo – ya sabemos que somos pecadores, lo que no sabemos es que la desgracia puede convertirse en gracia cuando irradiamos el amor del Padre que inunda la vida de las personas, con el entusiasmo que produce el sentirse y reconocerse amado».

La Palabra del Señor es el signo real de la gracia

Refiriéndose al Evangelio de Mateo (4,1-11) que narra las tentaciones de Jesús en el desierto, el Primado del Perú indicó que el Señor siempre tiene la palabra adecuada: «la Palabra es el signo real de la gracia y la Palabra se hizo carne y se metió entre nosotros, eso quiere decir que todos nosotros tenemos una pizca, una chispa de gracia encendida, que si la despertamos es indetenible»– precisó.

¿Qué encontramos en estas tres tentaciones? – pregunta Monseñor Carlos: «En la primera magia, ‘haz que estas piedras se conviertan en pan’, es decir, abracadabra pata de cabra, y entonces no hay la capacidad de comprender que las cosas son complejas y difíciles, que es necesario hurgar para poder hacer las cosas bien».

«La segunda tentación es de la fama, el poder y la gloria – prosiguió – la tentación de jugar con Dios y creyendo que somos religiosos sentir que ya lo sabemos todos y podemos juzgar a los demás sin comprender sus problemas. Es en la sencillez y humildad que nos ha dado el Señor que podemos suscitar esperanza en las personas».

«Finalmente está la tentación de la ambición, el dinero y el poder. En este tiempo acelerado estamos muy tentados de la frivolidad y la falta de humanidad que no permite detenernos en las personas y acompañarlas» – dijo.

Pastores que acompañen y escuchen los problemas de la gente

El Arzobispo de Lima recordó los tres ejes fundamentales de su Carta Pastoral: una Iglesia cercana, una Iglesia que escuche, y una Iglesia que haga pastoral – «éstas palabras han inundado toda la Asamblea Sinodal que hicimos, y es un reclamo constante de la gente que nos pide acercarnos a sus problemas y seamos pastores que evangelicen».

«El pastor no es un policía que controla a la gente y está mandando por encima de los demás. El pastor no es una persona súper dotada que lo sabe todo, el pastor acompaña, va al frente para defender a las ovejas, en el medio para escucharlas, detrás para dejarlas actuar en libertad y poco a poco vayan creciendo, porque todos somos guiados por el Espíritu Santo» – comentó.

«Lo único que le pide Dios al ser humano es que piense las cosas, no que haga muchas cosas – agrega el Arzobispo – todos tenemos problemas, límites, heridas, y para crecer tenemos que aprender a comprender esas heridas, para ver de dónde vienen y entender hacia dónde podemos conducir eso, y ver qué cosas bonitas pueden haber escondidas detrás de esas heridas».

«Que todos podamos ahondar en la entrega generosa que viene de la Palabra del Señor que es aliento y fuerza para vencer cualquier tentación» – concluyó.

«Este Tiempo de Cuaresma es para que aprendamos, desde el corazón de nuestras situaciones humanas y sociales, que nuestro país, nuestra sociedad y nosotros mismos, estamos siendo llamados a salir urgente a levantarnos, a levantarnos para arrodillarnos a servir» – lo dijo Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, en la homilía de este Miércoles de Ceniza celebrada en la Basílica Catedral de Lima – «Este Tiempo de Cuaresma no es para quedarnos quietos, sino para ir a ayudar» – reiteró.

«Hermanos y hermanas, inauguramos este tiempo en la Iglesia Universal para que, durante este camino de 40 días, podamos ir entrando en eso que el Evangelio de Mateo llama hoy, lo secreto, y entremos en el Dios que ve en lo secreto» – expresó Monseñor Castillo al inicio de su homilía.

«Entendamos por secreto aquellos misterios que desconocemos muchas veces pero que pueden ser fuente inagotable de esperanza para nosotros – prosiguió – como el complejo misterio que sucede desde que estamos en el seno materno y crecemos durante nueve meses. El Señor nos fue tejiendo junto a nuestra madre, y ahí se fueron formando muchas cosas en nuestra historia. Dios, que habita en lo que está escondido, lo puede revelar».

Este Tiempo de Cuaresma es también una invitación para que, orantemente, dialoguemos con Dios y le preguntemos qué quiere de nosotros: «preguntarle cuál es nuestra misión en este mundo y si es que ahora estoy caminando de acuerdo a tu voluntad Señor y no de acuerdo a mis intereses, a las cosas superficiales que pueden influirme y que no son los caminos que tú querías para mí. Y no solamente lo podemos hacer individualmente, sino también como comunidad, como pueblo ¿Qué quisiste Señor para nuestro país?» – resaltó.

Compartir el misterio de que Jesús nace y crece en nosotros.

Monseñor Castillo también recordó que las tres dimensiones de la vida espiritual propia de la Cuaresma (Caridad, Ayuno y Oración) también fueron experimentadas por la Virgen María, quien en un diálogo con el Ángel Gabriel, «en lo secreto de su habitación», se aparece y le anuncia algo inusitado e importante para la historia de su pueblo:

«De igual manera, cuando nuestro país expresa su devoción de diferentes maneras en las procesiones, devociones, parroquias y seminarios, el Señor, en primer lugar, nos fecunda, hace que Jesús habite en nosotros como habitó en María» – indicó el Primado del Perú.

El Tiempo de Cuaresma es para reconocer que el Señor ha nacido en nosotros, está creciendo y nosotros lo compartimos desde el primer momento con humildad, sin creer que somos superiores a los demás, siendo una Iglesia servidora y sencilla como María

«Es muy importante que María estando encinta, salió corriendo a verificar con Isabel que estaban viviendo las dos un misterio – añadió más adelante – y como bien lo ha recordado el Papa Francisco, María se levantó estando encinta, pudiendo no haber ido, y cargó con su condición de mujer fecundada para ayudar a Isabel que también estaba embarazada. La más joven ayuda a la más vieja, y así se hermanan las generaciones de un pueblo».

«En esta Cuaresma hemos de aceptar que el Señor, en la oración, ha engendrado a Jesús en nosotros, y que hemos de levantarnos como lo hizo María. Este Tiempo de Cuaresma no es para quedarnos quietos, sino para ir a ayudar» – acotó el Arzobispo de Lima.

Arrodillarnos para servir a los pobres y a los enfermos.

Monseñor Carlos reiteró que el Tiempo de Cuaresma es un llamado para que «aprendamos, desde el corazón de nuestras situaciones humanas y sociales, que nuestro país, nuestra sociedad y nosotros mismos, estamos siendo llamados  a salir urgente a levantarnos, a levantarnos para arrodillarnos a servir».

La mejor manera de arrodillarse hoy es con los enfermos o con las personas necesitadas, porque el Señor nos dice ¡levántate! para que puedas arrodillarte con el pobre. Y eso vamos a pedírselo intensamente en lo secreto de nuestra oración de esta Cuaresma.

El Obispo de Lima puso hincapié en la necesidad de recapacitar como país para formar «una gran comunidad de personas que se entiendan y se ayuden mutuamente, superando esta etapa terrible en el que todos son chismes, mentiras, corrupción, maltrato, destrucción, delincuencia, inseguridad, y nos convenzamos que el Espíritu del Señor es tan grande y puede hacer que hasta el último delincuente de nuestro país pueda recapacitar y salir adelante, como una persona buena».

Ayunar para llenarnos de la Palabra del Señor.

Por último, Monseñor Castillo se refirió al significado y sentido del ayuno que se practica durante la Cuaresma: «el ayuno es una manera de reservarse para el Señor y para vivir básicamente de Él: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4)». Entonces vamos a ayunar para llenarnos de la Palabra del Señor» – subrayó.

«Que este Tiempo de Cuaresma nos ayude a vivir un tiempo sencillo de oración que nos recoja para prepararnos a algo más grande todavía, porque nuestra vida cristiana no es una sucesión inacabada de acontecimientos, sino es una relación personal con el Señor que, según vamos caminando, nos hace crecer y nos invita a enfrentar nuevos retos» – finalizó.

«Toda persona merece por dignidad, cariño, y ustedes son parte de ese querer de Dios que ama más allá de las circunstancias de la vida» – fueron las palabras de Monseñor Guillermo Elías, Obispo Auxiliar de Lima durante su visita al Centro Penitenciario Virgen de Fátima, en el distrito de Chorrillos, para otorgar el Sacramento del Bautismo, la Comunión y la Confirmación a un grupo de internas:

«Agradezco infinitamente esta invitación para poder alcanzarles un momento de reflexión, de paz, para quienes por diferentes situaciones están hoy viviendo en este lugar», comentó Monseñor Elías al inicio de su homilía.

Refiriéndose al Evangelio de Marcos (6,14-29) que narra la decapitación de Juan El Bautista por orden del rey Herodes, Monseñor Guillermo Elías explicó que la muerte de Juan se produce «por mantenerse fiel a la verdad que siempre incomoda al poderoso de turno que pretende acallar su conciencia, eliminando la voz que lo interpele. Y aunque Juan ha perdido la vida física, ha ganado también la vida eterna por su fidelidad a la misión».

Así como Juan El Bautista era un mensajero del Señor, nosotros también debemos saber «reconocer al mensajero que con su palabra nos interpela, nos muestra la realidad, y muchas veces, la cruda verdad». Por eso, los Sacramentos que recibimos es una oportunidad para llegar a una «profunda conversión» de encuentro con Cristo.

Dios no nos ama por lo que hagamos, Dios siempre nos amará por lo que somos, sus hijos.

«Ustedes, al ser hijas de Dios entendieron que es necesario vivir con dignidad y ordenadamente, respetando la vida, aceptándose como son y haciendo el bien. Por eso estoy aquí, porque toda persona merece por dignidad, cariño, y ustedes son parte de ese querer de Dios que ama más allá de las circunstancias de la vida» – expresó.

«Quienes van a recibir la Eucaristía y quienes van a confirmar realmente la fe, recuerden que lo trascendente de esta vida, que no termina aquí, es ser consecuente con lo que Dios ha hecho en nuestras vidas» – recordó el Obispo Auxiliar de Lima.

Hoy Dios va a pasar por sus vidas, y estoy aquí porque nuestra Iglesia quiere compartir con los débiles, con los pobres, con los que sufren en las circunstancias complejas de este mundo

«Espero en Dios que esta experiencia de paz y de amor que viene solo de Dios, les ayude a ser aquellas personas que Dios espera que realmente sean – prosiguió Monseñor Elías – les deseo de corazón lo mejor, en medio de este lugar van a experimentar el amor y la misericordia de un Dios que nos ama siempre, pero esfuércense por una vida mejor, esfuércense por dignificar cada día el don de su propia existencia».

La Celebración Eucarística contó con la presencia del Padre José Garvan, y la Directora del Penal, Ana Urraca.

Monseñor Octavio Casaverde, Vicario General de la Arquidiócesis de Lima, presidió la Celebración Eucarística por la Fiesta de la Presentación del Señor en la Basílica Catedral de Lima: «Jesús, con su vida humilde y sencilla, a pesar de su gran poder, estaba dispuesto a acercarse a quienes más sufren, por eso es la luz que brilla en nuestros corazones, por la grandeza de escuchar a quienes más sufren y acompañar a los enfermos de espíritu» – precisó durante su homilía.

«María y José, fervorosos creyentes y muy integrados a su pueblo, cumplieron la ley de la presentación, llevaron al niño de 40 días de nacido para presentarlo al Señor – comentó Monseñor Casaverde en referencia al Evangelio de Lucas (2,22-40) – 40 días porque María tenía que cumplir los 40 días de purificación después del parto según la ley, y cuando llegaron al templo fueron recibidos por el profeta Simeón».

Simeón, que estaba lleno del Espíritu Santo, reconoce y encuentra en ese niño al Mesías de Dios, al Dios hecho hombre: «Simeón mira en el niño a un salvador, al salvador con su muerte y resurrección, mira en el niño como la luz que ilumina a las naciones» – destacó.

Jesús, con su vida humilde y sencilla, a pesar de su gran poder, estaba dispuesto a acercarse a quienes más sufren, por eso es la luz que brilla en nuestros corazones, por la grandeza de escuchar a quienes más sufren y acompañar a los enfermos de espíritu

«Las obras de Jesús realmente admiraban a la gente, y su enseñanza llegaba hasta lo más hondo de la consciencia – prosiguió Monseñor Casaverde – cuando Jesús hablaba la gente realmente quedaba cautivada, sus enseñanzas despertaban una serie de reacciones, la gente se interpelaba, se convertía, por eso, el Señor es la luz, nuestra luz».

Jesús es la luz que nos acompaña, porque quien está con Jesús no anda en la oscuridad, se da cuenta de la vida

El profeta Simeón, también bendice a José y María, dos padres jóvenes con quien comparte su alegría. Se dirige a María para fortalecer su fe y recordarle la misión que deberá desempeñar como madre, pero también le advierte que el camino no será fácil y que «una espada traspasará tu alma»

¿A qué espada se refiere? – preguntó Octavio Casaverde – «son los sufrimientos de la Virgen María al ver que su hijo era perseguido desde pequeño por Herodes, y que no descansarían de perseguirlo hasta su muerte, una muerte que se da por la entrega generosa y gratuita de su amor, no por obligación».

En la familia aprendemos todas las virtudes humanas, virtudes cristianas, aprendemos a amar, a respetar, a compartir, a ser justos, por eso Dios bendijo, Dios quiso vivir en la familia para experimentar esa realidad.

«Pidamos por todas nuestras familias, para que el Señor nos bendiga y ayude renovar más la fe en el amor de Dios, y a renovar nuestra confianza en María Santísima» – expresó.

Más de 800 religiosos y religiosas de diferentes congregaciones participaron de la Celebración Eucarística por la Jornada Mundial de la Vida Consagrada que presidió el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Monseñor Carlos Castillo, en el Colegio de Jesús: «Reconocer al Señor que nos ama y que nos llama en la vida cotidiana es fundamental para poder entender por qué vamos luego a rezarle, a tomar tiempos de silencio y de contemplación en la Eucaristía, tanto en la misa como en la contemplación del Sagrado Sacramento, no para huirle a la vida, sino para que cada vez que tomamos contacto con Él ahondemos en la profundidad de su presencia en este mundo, en la historia donde ha revelado los signos de su amor» – comentó.

Refiriéndose a la Lectura del profeta Malaquías (3,1-4) que anuncia que llegará el día en que una ofrenda no sea vana, Monseñor Castillo explicó que ya, durante esta época, las ofrendas al Señor en el Templo eran vanas en el sentido que hacían de la religión un intercambio en vez de entregar la vida con generosidad: «Esta visión religiosa que implica una especie de intercambio simétrico, un pacto con Dios, requería una nueva alianza» – agregó.

«Dios nos ha bendecido desde la creación del mundo y ha venido a revelarnos que somos benditos gracias al amor gratuito del Padre – prosiguió – por eso, esta semana el Papa Francisco ha iniciado un nuevo ciclo de catequesis sobre las Bienaventuranzas como la identidad cristiana, porque todos estamos llamados a convertirnos en dones gratuitos, en ofrenda agradable».

Las tres dimensiones en la vida religiosa y sacerdotal

Al conmemorarse dos años de la visita apostólica del Papa Francisco al Perú, el Arzobispo de Lima recordó las tres invocaciones del Santo Padre durante su paso por Trujillo para vivir una vida religiosa y sacerdotal con ánimo, con fuerza, y con esperanza:

«La primera es recordar la consciencia de cada uno, de nuestros límites, de nuestras heridas, de nuestras historias complejas y duras, por las cuales hemos llegado muchas veces a la vida religiosa y no son para tapar nuestras heridas, ni para esconder aquellas crisis terribles que teníamos, sino para darle gracias a Dios por su amor y para que esas heridas se vayan restañando con claridad y enfrentando con lucidez, los traumas, las dificultades, los errores y los horrores de nuestras congregaciones religiosas, para que en una lectura realista podamos retomar el camino verdadero y corregir todas aquellas cosas que existen en nuestra existencia pero en donde nuestra condición de hijos e hijas es superior, y el Señor ha puesto la vocación para que en medio de todas las dificultades que tenemos, el perdón gratuito de su amor nos lleve a constituirnos en seres sanos, en mujeres y hombres sanos que den vida a nuestros pueblos» – apuntó.

«Lo segundo es recordar ese primer amor, ese encuentro personal con el Señor que nos llamó y nos miró – ‘Dejáte mirar y recordá las veces que te miró y te está mirando. Dejáte mirar por él. Es de lo más valioso que un consagrado tiene: la mirada del Señor’ – dijo el Papa en aquella ocasión, y el Señor te miró en donde tú menos lo esperaste, te miró en la calle, en un problema, en una dificultad o en un momento lindo, pero Él te miró, te preguntó, tú respondiste y lo seguiste» – expresó.

Reconocer al Señor que nos ama y que nos llama en la vida cotidiana es fundamental para poder entender por qué vamos luego a rezarle, a tomar tiempos de silencio y de contemplación en la Eucaristía, tanto en la misa como en la contemplación del Sagrado Sacramento, no para huirle a la vida, sino para que cada vez que tomamos contacto con Él ahondemos en la profundidad de su presencia en este mundo, en la historia donde ha revelado los signos de su amor

«La condición humana es la de siempre buscar a Dios porque somos hechos para Él, somos abiertos, somos hechos con dos ojos para mirar doble y para mirarlo a Él – continuó el Arzobispo de Lima – tenemos brazos para abrazar, tenemos una boca para dar vida, apreciar y no despreciar».

«Lo tercero es recordar la verdadera alegría que brota del amor gratuito y generoso de Dios, y eso sucede cuando reconocemos nuestro primer amor, nos entendemos como pecadores en conversión y no como una Iglesia de puros, sino una Iglesia que practique la justicia y el amor de Dios que nos ilumina y nos da la nueva justicia del perdón, de la misericordia, de la capacidad de alentar y sostener al otro» – subrayó.

Una fe reflexiva y de profunda mirada

En otro momento, Monseñor Castillo destacó el esfuerzo y el trabajo que se realiza desde la vida religiosa contemplativa: «muchas veces se dice que vienen a esconderse del mundo complejo y difícil que vivimos, pero no es así, las hermanas contemplativas siguen los acontecimientos de nuestro país y rezan para que la dignificación que viene de la Palabra viva del Señor se encarne en el ser humano y encuentre lo más profundo de sí para recapacitar, salir de sus problemas y levantarse».

Nuestra fe es una fe de ojos abiertos, no es de ojos cerrados, nosotros estamos para amar al mundo, no para despreciarlo, solo así podemos corregir al mundo de sus errores graves, con la autoridad de quien lo ama, como nuestros padres nos ayudaban, como José y María corrigieron a Jesús para que pudiera crecer en estatura, sabiduría y gracia.

«A veces pensamos que las normas resuelven todo – precisó el obispo de Lima – lo único que puede resolver las cosas y los problemas que tenemos es la reflexión, como María, que meditaba las cosas en su corazón con sabiduría, eso requiere sagacidad, creatividad, profunda mirada y, sobre todo, dejarnos mirar por el Señor que siempre nos sugiere cosas interesantes para recrear este mundo según su voluntad».

«Hoy estamos llamados a una nueva forma de vivir que haga posible que este mundo se vuelva generoso y no calculador, no ambicioso, no lleno de guerras y de espantos para la humanidad, sino que el principio de amor y realidad transforme al mundo, ésa es nuestra misión, ésa es nuestra tarea» – recalcó.

Durante la Celebración Eucarística estuvieron presentes Monseñor Guillermo Elías, Obispo Auxiliar de Lima; Monseñor Arturo Colgan, Obispo auxiliar de la Diócesis de Chosica; el Padre. Juan José Salaverry, Vicario Episcopal de la Comisión de Vida Consagrada; y el Padre. Raúl Pariamachi. Pesidente de la Conferencia de Religiosos y Religiosas del Perú (CONFER).

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