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En el marco del 30 aniversario de la Hermandad del Señor de la Divina Misericordia, de la Parroquia San Pablo y Nuestra Señora del Carmen, Monseñor Carlos Castillo ofició una Eucaristía en compañía de toda la comunidad parroquial. El prelado reflexionó sobre la importancia de practicar la hermandad y respetar el rol determinante de la mujer en la vida de la Iglesia: «Somos un país de todas las sangres, que debe unirse en la misericordia del Señor», remarcó.

En su Homilía, Monseñor Castillo señaló la infinita misericordia de Dios hacia nosotros, un amor que nos promueve permanentemente y aparta el miedo: “Dios misericordioso es Aquel que se acerca a nosotros para que aprendamos el camino de responsabilidad misericordiosa, pero no el camino del miedo. Por tanto, el amor expulsa el temor, así que todo lo que nos de miedo, hay que expulsarlo”, afirmó.

El obispo de Lima recordó que, desde nuestra experiencia vivencial, todos podemos ser pastores de una comunidad, alentándola, acompañándola y escuchándola. De igual manera, Monseñor Castillo hizo un llamado a incentivar la participación de la mujera en la vida de la Iglesia: «Somos un país de todas las sangres, que debe unirse en la misericordia del Señor», expresó.

Dirigiéndose a los hermanos del Señor de la Divina Misericordia, el prelado agradeció todo el servicio brindado en estos años: “Vamos a agradecer por estos años, 30 años de compartir nuestra vida, la suya, en el barrio, con las personas que están en dificultades, los enfermos, los jóvenes”.

En su octavo día de novena, al término de la Celebración, Monseñor Castillo bendijo a la sagrada imagen del Señor de la Divina Misericordia y compartió un grato momento con toda la comunidad de fieles.

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