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Mirar con los ojos de Dios que se hizo niño y pobre – Arzobispo de Lima

El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Monseñor Carlos Castillo, presidió la Celebración Eucarística en la Pontificia Universidad Católica del Perú para celebrar la alegría de la Navidad junto a toda la comunidad universitaria: «Dios se hizo niño y pobre para enseñarnos a mirar desde los pobres, mirar la realidad y recomprenderla desde sus búsquedas más hondas y más tristes» – comentó durante su homilía.

Monseñor Castillo presentó sus saludos a nombre del Vice Gran Canciller de la PUCP, Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), y Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana.

«Tenemos la alegría de celebrar esta fiesta una vez más en nuestra universidad, y sabemos que esta fiesta para todos es motivo siempre de renovación, de renacimiento, de retomar los orígenes de nuestra fe y de hacer posible que nuestra universidad pueda seguir siendo como Jesús, luz que brilla en medio de la tinieblas», expresó.

«Nuestro pueblo, y los pueblos del mundo, siguen esperando signos de salvación a problemas muy complejos y situaciones de descarte, de marginalidad y migración, situaciones de daño ecológico, situaciones que a todos nos envuelven – prosiguió el Arzobispo de Lima – pero hay un principio más profundo que todos buscamos y para lo cual hemos nacido: ser felices».

La humanidad para ser feliz está necesitada de comprender su proyectividad hacia el otro, su capacidad de escuchar, su capacidad de abrir los brazos, su capacidad de mirar con los mismos ojos de un Dios que se hizo niño y pobre para enseñarnos a mirar desde los pobres, mirar la realidad y recomprenderla desde sus búsquedas más hondas y más tristes.

«Dios comprende la realidad desde las situaciones del margen para mirar con ojos de amor a toda la humanidad, para entrar en un proceso de conversión y dejarnos empapar hondamente por la gracia de Dios», subrayó.

El principio del amor gratuito y generoso de Dios

«Hay en nuestra fe algo que es más grande que nuestro esfuerzo de justicia, que es la gracia del amor con que Dios, sin nuestro esfuerzo y sin nuestro mérito, nos ha entregado a su hijo, y ése es el nuevo principio que tenemos para anunciar a la humanidad: es posible construir un mundo basado en la generosidad gratuita de un Dios que nos ha entregado a su hijo», indicó.

«Y ese principio que llamamos gratuidad, nos hace a todos, personas agraciadas, no desgraciadas – explicó el Arzobispo de Lima – nos hace personas graciosas capaces de gozar de la alegría y nos hace personas agradecidas capaces de corresponder al don preciado de su amor para desarrollar nuestras vidas».

Para salir de las desgracias del mundo actual, necesitamos simple y llanamente acompañar al mundo con sus problemas, sus crisis, sus desavenencias, sus contradicciones y comprender cuánto de gratuidad todavía tiene el mundo para rescatar y para hacer posible que se pueda vivir feliz.

Monseñor Castillo dijo que muchas veces el «apetito irrefrenable de ganancias obnubila nuestra claridad», hasta el punto que en la propia Iglesia se tiene la idea que para sentirse feliz tenemos que hacer una especie de negocio e intercambio de favores con Dios: «le prendemos una velita, o hacemos algunos favores para ver si nos responde» – sostuvo.

«La Navidad nos hace comprender la vida de otra manera. No se trata solamente de que el cristiano es alguien que cree y que hace obras de caridad – reiteró – La fe cristiana es aprender a identificarse plenamente con los pequeños, porque así era Dios», resaltó el Arzobispo de Lima.

Una universidad en salida a los sectores marginados

La Celebración Eucarística contó con la presencia del Dr. Carlos Garatea Grau, rector de la PUCP.

Y dirigiéndose a las autoridades de la PUCP agregó: «en estos años hemos aprendido que esta universidad está para ser luz en nuestro mundo, en nuestra tierra, en nuestro país, donándose a Latinoamérica, generosamente y haciendo posible que con todos los esfuerzos que hacemos, prime la capacidad de hacer de nuestra voluntad una voluntad de servicio».

Como universidad tenemos que saber anunciar el Evangelio, siempre con respeto. Hemos de ser una universidad en salida a todos los sectores marginados.

«En este mundo en donde todos somos creyentes, y también algunos no creyentes, estamos llamados a unirnos para dialogar y, por medio de la Palabra que se ha hecho carne, encontrar las salidas a este mundo complejo y difícil», acotó.

«Dios bendiga nuestra universidad y que podamos también restañar las heridas y corregir los errores que pudieron estar pasando. Que el Señor nos bendiga y nos acompañe en esta Navidad», concluyó.

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