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Iglesia de Lima se renueva con la ordenación de seis nuevos sacerdotes

En una emotiva ceremonia, nuestra Arquidiócesis de Lima celebró con inmensa alegría la Ordenación Sacerdotal de nuestros hermanos del Seminario Santo Toribio de Mogrovejo: Javier Cusihuaman, Wesley Bravo, Bruno Yarleque, Luis Alberto Mora, Ronny Vicente y Martín Martínez.

La Celebración Eucarística fue presidida por Monseñor Carlos Castillo, quien aseguró que la Iglesia está para desviolentar a la humanidad, para hablarle con el corazón a nuestro pueblo y ayudar a que las personas entren en razón. El Arzobispo de Lima agradeció todo el camino de perseverancia, formación y misión que nuestros seis pastores han realizado en los últimos años, dando testimonio de un camino auténtico, de profundidad, de crecimiento espiritual y humano, pero principalmente, de una constancia en el Espíritu del Señor: «Este camino tiene en nosotros una vocación especial que es la de servir para que todos conozcan al Señor», agregó.

El Señor nos llama desde las entrañas de nuestra madre.

Monseñor Castillo explicó que «el Señor nos llama desde las entrañas de nuestra madre porque todos hemos nacido y hemos sido creados llamados a participar de la Gloria de Dios. Somos llamados a ser imagen y a ser semejantes a Dios, y por lo tanto, amar como Él nos ha amado, sobre todo, ese amor que ha mostrado en Cristo, pero también en la historia de su pueblo, en donde se manifestó de diversas maneras, con signos y con el más grande prodigio que es la entrega de su propio Hijo en la Cruz», señaló el prelado.

El Arzobispo comentó que los sacerdotes son servidores del camino del Señor que dan a conocer al Padre compartiendo sus vidas con los demás: «el camino de la fe no es impuesto, no es un camino de normas ni de costumbres, es un camino de crecimiento en el amor que requiere decidir el sacerdocio no solamente en esta ordenación, sino en cada decisión de vida que han de tomar, en cada palabra que han de decir, en cada circunstancia que van a tener que afrontar».

Llamados a saber comprender nuestra compleja humanidad.

El Primado de la Iglesia peruana afirmó que todo Pastor que quiera anunciar el amor de Dios debe saber comprender la compleja humanidad que estamos viviendo: «los cristianos, gracias al amor de Jesús, nos inspiramos constantemente a enfrentar cualquier tipo de problemas, de terrores, de violencias, de injusticias, de maltratos, de manías, de sinvergüencerías, de engreimientos. Si nos dejamos llevar siempre por el Espíritu del amor que el Señor nos ha dado, podemos llegar a comprender cuán poco somos los humanos y cuán grande es el destino que tenemos, porque entramos en lo más profundo de nosotros, reconocemos nuestros errores y pecados».

Prevalezcan en esa confianza íntima que nos permite sostener todo el camino que vamos a vivir, la cercanía a Dios en la oración especial celebrada y vivida en la Eucaristía, de la oración vivida a solas en el retiro, en la soledad, pero también vivida en la calle, en todas partes, como nos enseñaron nuestros padres, orientados hacia Dios, siempre preguntándole qué hacer, siempre haciendo posible el discernimiento y el esclarecimiento de las situaciones difíciles.

En otro momento, Monseñor Castillo reflexionó sobre la cercanía que debe tener un Pastor, íntimamente unido y consagrado a Dios, pero también cercano con su pueblo y con su obispo: «Esta cercanía necesita, sobre todo, de una enorme confianza y amistad, para ser pastores de todo un pueblo que requiere ser comprendido, reconocido, entendido, necesitado de esclarecer lo grande que somos. Será tarea nuestra en ese acercamiento, aprender a comprender las cosas complejas de nuestra historia, de nuestras relaciones, de nuestras vidas», acotó.

Aléjense del dinero y de las ambiciones de poder.

Finalmente, el Arzobispo de Lima recordó que todo Pastor debe acercarse a su propia historia y a las historias de nuestro pueblo que exigen una vivencia más honda. El prelado hizo un llamado a que los sacerdotes se alejen de las ambiciones de poder y de dinero: «La sencillez de vida, la entrega generosa de María que compartió su vida con Isabel para servirla y ayudarla, ése es el camino que nos queda para que seamos una generación distinta, novedosa, capaz de superar tantas barreras y problemas».

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