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El Reino de Dios es amor, servicio y promoción humana

El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, presidió la misa de acción de gracias por el aniversario 319 del Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas (INCN), en la Capilla Cristo Pobre:

«Ustedes abren las puertas del reino Dios a todos – comentó durante la homilía – porque el reino de Dios es amor, servicio, promoción humana, y ustedes han venido aquí para cumplir esa tarea desde hace 319 años».

También estuvieron presentes la doctora Pilar Mazzetti, directora general del INCN, Isabel Tagle, directora adjunta, Héctor Núñez director de administración, las hermanas vicentinas, y pacientes del instituto.

La fe no tiene que ser pasiva

Refiriéndose a la Carta de San Pablo a los Tesalonicenses (1, 1-5b): «Recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe», Monseñor Castillo señaló que a veces «pensamos que la fe tiene que ser pasiva, solamente rezar y nada más», por el contrario, la fe debe ser activa, y por eso Pablo nos recuerda que importa «el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo».

Nosotros estamos llamados a recrear el valor grande que se ha contenido en el corazón de nuestra fe

En las palabras de Pablo estamos implicados todos «ante el misterio del ser humano, y nosotros como cristianos les decimos que por el amor que hemos vivido y se ha manifestado por medio de Jesucristo, alentamos a todo aquel que ayude a comprender ese misterio de la vida para enfrentar juntos la enfermedad y la tragedia humana».

La ambición al poder crea distancias

Tomando el evangelio de Mateo (22, 15-21), el Arzobispo de Lima explicó que las ambiciones por el poder distancian al ser humano, una distancia que «impide ayudar a la gente». Por eso Jesús llama hipócritas a los fariseos, pues además de perpetuarse en el poder, habían establecido ciertas normas y leyes a su conveniencia.

Esta ambición por el poder y los propios intereses también se refleja en la Iglesia y su tendencia por «repetir la historia del pasado»: «Por eso hemos preguntado a la gente qué forma de Iglesia podríamos intentar, para que, inspirados en el Señor, nos permita dialogar entre nosotros, aprender a conocernos y ayudarnos», expresó.

Conociendo nuestras historias también podemos curarnos porque ahí está la fuente de lo que somos

«Lima está para cambiar – insistió – para ser una ciudad y una comunidad que pueda pensar en los que están más allá de la montaña, curándonos como ustedes nos curan, investigando y conociendo con la ciencia las cosas que nos destruyen».

«Le seguimos expresando al Señor nuestro deseo de poder vivir una Iglesia más sencilla y simple como ustedes la viven acá con las hermanas vicentinas para que sea más viable una forma de vivir en el Perú que nos permita mirarnos a los rostros, conocernos y escucharnos», concluyó.

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