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Desde este viernes 24 de enero, el Cardenal Landázuri Ricketts, OFM. tiene un nuevo hogar, esta vez en el corazón del Rímac, en la Alameda de los Bobos, mirando hacia el Cerro San Cristobal. Aquí fue develado el monumento de quien fuera el 30º Arzobispo de Lima en una emotiva ceremonia que contó con la presencia de los obispos del Perú, autoridades de la Municipalidad de Lima y la Municipalidad del Rímac, seminaristas, religiosos y todo el pueblo que lo conoció.

Uno a uno llegaron todas las personas que fueron testigos de la entrega, el servicio y el noble corazón de nuestro Cardenal Landázuri. Fue así como la celebración de la inauguración de su escultura se convirtió en una oportunidad para recordar todo tipo de anécdotas.

Un pastor que se dejó interpelar por los más pobres.

El primero de ellos fue el célebre psicoanalista Eduardo Montagne, sobrino del Cardenal, quien a nombre de la familia Landázuri expresó su profundo agradecimiento: «Yo creo que el primer recuerdo que tengo de mi tío Juan fue tres días después de mi nacimiento, cuando él, todavía fraile franciscano, me impartió las aguas del bautismo – comentó Montagne – siendo aún niño, recuerdo haber asistido a la Catedral para su ordenación episcopal en 1952, y de ahí los recuerdos se van acelerando y acumulando».

«Recuerdo mucho cuando llegaba los domingos por la tarde y me llamaba la atención su sotana llena de botoncitos de color morado, bien cubierta de polvo y nos contaba que venía de visitar las poblaciones nuevas, por esa época llamadas barriadas, que ya crecían en las afueras de Lima y que la pobreza que ahí veía lo impresionaba profundamente» – agregó.

Creo que su vocación de Pastor fue totalmente definida y clara conforme pasó el tiempo. Cardenal a los 48 años, nunca dejó de tener una entrega pastoral a sus fieles muy, muy intensa

«Ya retirado de su cargo Arzobispal, viviendo en su casita del distrito de La Victoria en el barrio de Santa Catalina, solía visitarlo con frecuencia, cenábamos y subía a su biblioteca, sala de estar, donde veíamos algunos noticieros o repasábamos álbumes de fotos de todos sus recorridos por el mundo, y uno de esos días me lanzó una pregunta realmente sorprendente, me dijo – ‘Eduardo, creo que estoy próximo a partir’ – y guardé un silencio respetuoso y acogedor y él continuó – ‘¿sabes qué le diré al padre Dios cuando me encuentre con Él?’ – y luego me dijo – ‘nada Eduardo, nada, me quedaré callado esperando que Él diga su primera palabra’”.

Cardenal Juan Landázuri Ricketts en la familia Franciscana

Alejandro Wiesse, Padre Provincial de la Provincia de San Francisco Solano, fue el encargado de recordar el camino y la formación de Landázuri Ricketts: «está marcado justamente por dos cosas que tiene el Cardenal Landázuri, y que pertenecen a la escuela Franciscana: la primera, la sencillez y la humildad; y la segunda, la exigencia intelectual, la calidad académica de Monseñor Landázuri» – indicó.

«Una pequeña muestra de lo que significó el paso del Cardenal Landázuri fue Cáritas de Lima, fundada por él – declaró el padre Wiesse – proporcionaba a 450 mil limitados físicos, capacitación de tipo laboral, ancianos que superaban el número de 1000, todos ellos recibían alimentación, recreación, asistencia médica y espiritual. El programa de promoción y capacitación humana para grupos de niños, jóvenes, madres de familia, se atendía casi 300 mil personas en 550 centros, los programas de rehabilitación de personas que padecían tuberculosis superaban la atención de 75 mil pacientes, y los comedores se daba atención de salud a 200 mil niños menores de cinco años».

Decidió ser franciscano porque se le presentó atrayente y subyugante la vida sencilla, austera y apostólica de San Francisco de Asís. Puede afirmarse que, el Cardenal Juan Landázuri, continúa siendo años después, pastor de su pueblo

El padre Wiesse también afirmó que los criterios que tuvo el Cardenal Landázuri para llevar adelante su obra fueron «la armonía entre las diversas autoridades civiles y eclesiásticas, la constante preocupación por los pobres, y el fomento de la concordia ante los fieles. En consonancia con el lema que él había elegido para su escudo: Caminar en la caridad».

El esfuerzo Misionero de Landázuri.

Por su parte, el padre Matías Sibenaller compartió su testimonio durante los tiempos en que fue párroco en San Cristóbal, en Caja de Agua, donde el Cardenal Landázuri recibió a cientos de misioneros y misioneros extranjeros: «era bonito ser acogido por él – añadió – uno podía encontrar siempre su puerta abierta para los misioneros extranjeros para animarles, aconsejarles, y dirigirlos hacia este cinturón de miseria que ya se había formado alrededor de Lima».

Me alegro que ahora aquí esté su figura, mirando hacia el Cerro San Cristóbal. Desde aquí se puede ver uno de los primeros pueblos, una de las primeras barriadas de Lima.

Sibenaller también citó las palabras de Monseñor Landázuri cuando fundó uno de los espacios de caridad en ‘El Montón’, en uno de los márgenes más pobres del Cercado de Lima: «Yo compruebo con íntima convicción que en las barriadas de Lima se está gestando un nuevo Perú» – dijo aquella vez el Cardenal.

La Conferencia Episcopal Peruana y el CELAM.

Monseñor Miguel Cabrejos también fue Obispo Auxiliar del Cardenal Landázuri durante dos años. El Arzobispo de Trujillo, y ahora Presidente del CEP y del CELAM, señaló que el camino pastoral de Landázuri Ricketts «ha marcado la historia y la vida de la Iglesia peruana, latinoamericana y universal».

«En el ámbito nacional presidió la conferencia episcopal peruana en períodos claves de la historia, desde 1956 hasta 1988, fue presidente durante 32 años y en reconocimiento a su fructífera labor, posteriormente fue declarado presidente honorario vitalicio» – resaltó.

«El contexto histórico nacional en el que se desarrolló su tarea pastoral, desde la década de los 50 a la de los años 80, estuvo marcado por eventos de suma importancia, tales como los reclamos por los derechos a la tierra, la reforma agraria, las luchas sindicales, el gobierno militar en sus dos fases, el retorno a la democracia, los primeros años del conflicto armado que vivió el país y que enlutó a tantas familias» – recuerda Monseñor Cabrejos.

En todo este tiempo tan desafiante con tan diversos apremios, la respuesta del Cardenal Landázuri se expresó en una firma línea de pastor amoroso, defensor de sus fieles y de sus hermanos en el episcopado, en la búsqueda permanente de la unidad dentro de la diversidad, elementos que han ido marcando el caminar de la Iglesia peruana y que constituyen un precioso legado.

«El Cardenal Landázuri fue uno de los tres presidentes de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín, conferencia histórica, recordada por la profunda reflexión sobre la opción preferencial por los pobres, así como la valoración de la religiosidad popular, entre otros aportes sustanciales para la vida de la Iglesia» – subrayó.

«También participó en las Conferencias Generales de Puebla 1978 y en Santo Domingo 1992 – recuerda el Arzobispo de Trujillo – así, la voz del Cardenal Landázuri resonó y sigue resonando a nivel del conjunto de la Iglesia Universal».

Landázuri: la palabra oportuna en el momento preciso.

«Ahora que estoy en sus zapatos puedo comprender muchas cosas que me decía y yo no entendía» – confiesa el Arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, amigo de toda la vida y discípulo de Landázuri.

«Siempre estuvo pendiente permanentemente de las necesidades de todo nuestro pueblo y necesitaba la fortaleza de un ejemplo que lo pudiera ayudar a crear distintas manera de actuar con creatividad – cuenta Monseñor Castillo – por eso se llevó a su propia oficina la reliquia de Santo Toribio, porque necesitaba siempre dialogar orantemente, con este santo que había dirigido nuestra diócesis en los inicios de la colonia, y que camino cuatro veces su diócesis».

Supo dar responsabilidad y compartirla de tal manera que manejaba la diócesis con una soltura y una tranquilidad espiritual impresionante

«Saber decir la palabra oportuna en el momento preciso – fue una de las grandes cualidades que distinguió al Cardenal Landázuri – de tal manera que no sólo predicó el Evangelio, sino que supo enfrentar directamente con su testimonio los problemas de paz, libertad y justicia que necesitaba nuestro país».

«El Cardenal Landázuri se fijó en la necesidad de los pobres y supo acompañarlos. De origen aristocrático, se despojó de un ambiente que pudo haberle resultado muy cómodo, haciéndose primero franciscano y poniendo a disposición todo lo que aprendió de su familia al servicio de la gente» – reiteró.

Landázuri: la sencillez y el humor solemne de un Cardenal.

«Al ser elegido Cardenal el 19 de marzo de 1962, participó en las 5 sesiones del Concilio Vaticano II, una experiencia inédita en la vida de la Iglesia – explicó el Cardenal Pedro Barreto, Arzobispo de Huancayo ahora estamos viviendo esta primavera eclesial que comenzó con el Concilio Vaticano II, con sus luces y con sus sombras».

«Él participó en tres sínodos episcopales, sínodos que realmente marcaron una reflexión muy importante en la vida de la Iglesia, pudo participar en tres cónclaves, porque él mismo decía que ser Cardenal es un servicio muy especial para la Iglesia» – acotó.

El Cardenal Barreto destacó no sólo la sencillez de Landázuri Ricketts, sino también la «sencillez solemne que tuvo», y no solamente por su estatura, sino «por su forma también de expresarse, su humor solemne».

Landázuri: humildad y caridad hasta sus últimos días.

Monseñor Bambarén hizo entrega de los 22 libros que contienen testimonios de peticiones al Cardenal Landázuri y favores especiales recibidos

La última palabra la tuvo Monseñor Luis Bambarén, Obispo Emérito de Chimbote, gran amigo y compañero del Cardenal Landázuri: «Hoy estamos rescatando del olvido de 23 años al querido Cardenal Juan Landázuri. No era posible que en Lima no hubiese nada que lo recordase, y por eso, agradezco a mis hermanos obispos por haberme escuchado hace dos años y encargado la construcción de este monumento».

El Cardenal Landázuri tuvo virtudes evangélicas fundamentales como la humildad y la vida en pobreza, pero también la caridad, y él la ejerció de una manera extraordinaria y ejemplar

La Imagen del Cardenal Juan Landázuri Ricketts reposa en la Alameda de los Bobos, mirando hacia el Cerro San Cristobal. La escultura fue elaborada por el artesano Mato Grosso en mármol blanco de Italia, tamaño natural (1.82m), y sobre una base de mármol negro.

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