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En la Eucaristía del IV domingo del Tiempo Ordinario, Monseñor Carlos Castillo hizo un llamado a seguir el camino de las Bienaventuranzas, porque el «Señor se ha metido en la historia y está caminando con nosotros».

«Vamos a pedir, hermanos, por todos los que sufren en este momento, por todo el pueblo peruano, para que, cultivando estas actitudes que nos llevan a la felicidad, desde el corazón del sufrimiento, podamos ir forjando la esperanza y podamos realizar la paz que esperamos y anhelamos todos para que las cosas se resuelvan bien», comentó en su homilía.

Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima.

Inspirado en el Evangelio de hoy (Mt 5, 1-12), que narra las Bienvaventuranzas, el arzobispo de Lima ha reflexionado sobre la gran necesidad que tenemos, como país, de «salir del entrampamiento de formas de vivir que desdicen el sentido verdadero de la vida». En ese sentido, la Liturgia de hoy nos ayuda a recordar los «fundamentos de valor que existen en la realidad» para no «dispersarnos por cosas accesorias» y «generar polarizaciones».

«El Señor ha querido ir cultivando, en el corazón de la historia humana y también de la historia peruana, un pueblo que aprende a vivir en el corazón de los problemas, pero con actitudes que permiten tener felicidad», acotó el Monseñor Castillo.

Las Bienaventuranzas nos presentan la vida de Jesús, explicó el obispo de Lima, porque Él es el pobre espiritual que obedece al Padre, es decir, se identifica con la gente, no se separa, sino que espera con ellos y aprende a obedecer la voluntad de Dios. «Hay que empezar a encontrar dónde está el problema para poder responder oportuna y adecuadamente, y no por instinto, no por la primera cosa que se me ocurre, sino reflexionando sobre cómo dar testimonio de la voluntad del Padre», acotó.

Hacer la voluntad del Señor en las circunstancias difíciles.

El obispo de Lima aseguró que, para hacer la voluntad del Señor, es necesario tener capacidad de apertura, diálogo y escucha, «luchando todos por la dignidad de nuestro país y por su pacificación». Para ello, es indispensable rechazar toda vía violenta venga de donde venga.

El Señor dice: “Bienaventurados los que trabajan por la paz”. Es decir, felices los que aprenden a generar procesos de paz, de generatividad y vida para todos.

El Primado del perú señaló que, cuando el Señor bendice y declara dichosos a los sufridos, a los que lloran, a los que pasan hambre y sed de justicia, «nos da la esperanza» de que es posible la felicidad si logramos encontrar al «Dios que está escondido en la historia y quiere que lo descubramos».

El Señor nos invita a ser dichosos profundizando en los problemas, no escapándonos ni tomando a la ligera y reaccionando inmediatamente. Esto no permite ver cómo el Señor está indicando algo interesante. 

Carlos Castillo reiteró que es posible encontrar a «gente misericordiosa y limpia de corazón» en medio de la sociedad difícil que vivimos, porque «Dios está germinalmente, porque Jesús, con su muerte y Resurrección, se ha metido en la historia y está caminando con nosotros. Y la fe cristiana es siempre identificar al Señor que está con nosotros para realizarlo».

Por todos los que sufren, por todos nuestros muertos.

Monseñor Castillo también se pronunció en alusión al lamentable fallecimiento del señor Víctor Santisteban Yacsavilca, durante las últimas manifestaciones en la capital peruana. «Hoy día, estamos compungidos por la muerte que ha ocurrido, esta vez, en Lima, pero que se une a todas las muertes que hemos vivido por obra del descuido, del no saber hacer las cosas desde el punto de vista del control y, quizás, por alguna “mano negra” que siempre se mete a cambiar las cosas y a exacerbar de uno y otro lado».

El camino de la paz es el camino correcto, y las formas pacíficas de resolver los problemas es el camino por el cual la humanidad se va a redimir de todos los problemas, porque es el camino del Señor.

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