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“En la Iglesia de Cristo hay lugar para todos” – Papa Francisco en Rumanía

Durante el último día de su viaje apostólico a Rumanía, el Papa Francisco visitó la comunidad de Rom, un grupo humano con una gran herencia cultural e histórica, y aprovechó la oportunidad para pedir disculpas a la comunidad gitana y enviar un mensaje de tolerancia e inclusión para todos los cristianos.

«En la Iglesia de Cristo hay lugar para todos. La Iglesia es un lugar de encuentro, y debemos recordar estas palabras no como un bello eslogan, sino como parte de la identidad de nuestro ser cristianos».

También se mostró afectado y confesó que lleva un gran peso en el corazón: «Es el peso de la discriminación, la segregación y el maltrato que sufren sus comunidades. La historia nos dice que incluso los cristianos, incluso los católicos, no son ajenos a este mal. Me gustaría pedir perdón por esto. Pido perdón -en nombre de la Iglesia, al Señor y a ustedes- por haberlos discriminado, maltratado o mirado mal en el curso de la historia, con la mirada de Caín en vez de con la de Abel, y no haber sido capaces de reconocerlos, apreciarlos y defenderlos en su particularidad. Caín no se preocupa por su hermano. Es con indiferencia cómo se alimentan los prejuicios y se despiertan los rencores» acotó.

Ver a la persona antes que a los prejuicios

El Santo Padre también comentó que muchas veces juzgamos y hablamos de manera imprudente, con palabras que hieren y que nuestras acciones solo generan odio y crean distancias entre los cristianos.

«Cuando alguien se queda atrás, la familia humana no camina. No somos cristianos hasta el final, ni somos humanos, si no sabemos ver a la persona antes que a sus acciones, antes de nuestros juicios y prejuicios. Siempre, en la historia de la humanidad, están Abel y Caín. Está la mano extendida y la mano que golpea. Está la apertura de la reunión y el cierre del enfrentamiento. Está la acogida y el descarte. Hay quienes ven en el otro a un hermano y hay quienes ven un obstáculo en su camino. Está la civilización del amor y está la civilización del odio. Todos los días se puede elegir entre Abel y Caín. Como en una encrucijada, a menudo nos enfrentamos a una elección decisiva: seguir el camino de la reconciliación o el de la venganza. Escojamos el camino de Jesús. Es un camino que cuesta esfuerzo, pero es el camino que conduce a la paz. Y pasa por el perdón», subrayó el Pontífice.

Recibamos las cosas buenas

Para finalizar su discurso, Francisco nos exhorta a «recibir todas las cosas buenas» que los demás tienen para ofrecernos y a su vez a que caminemos juntos hacia «la construcción de un mundo más humano que vaya más allá de los miedos y las sospechas, eliminando las barreras que nos separan de los demás«.

También invitó a toda la comunidad gitana de Rom a que comparta todas aquellas características que la hacen ser especial: el valor de la vida y de la familia en el sentido más amplio (primos, tíos,…); la solidaridad, la hospitalidad, la ayuda, el apoyo y la defensa de los más débiles de su comunidad; la valorización y el respeto por los ancianos; el sentido religioso de la vida, la espontaneidad y la alegría de vivir.

«Comprométanse a caminar juntos, con dignidad: la dignidad de la familia, la dignidad de ganarse el pan de todos los días -eso es lo que los hace seguir adelante- y la dignidad de la oración», finalizó.

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