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No se puede estar cerca de Dios y lejos del prójimo – XXX Tiempo Ordinario

Mons. Ricardo Rodríguez, Obispo Auxiliar de Lima, presidió la celebración eucarística en la Basílica Catedral de Lima este domingo XXX del Tiempo Ordinario – «No hay posibilidad de que alguien esté cerca de Dios y esté lejos del prójimo» – explicó durante su homilía.

«Nos congregamos para celebrar esta eucaristía en el marco de octubre, un mes marcado no solamente por la devoción al Señor de los Milagros, sino por la cercanía, la cercanía hacia el prójimo, hacia el otro», comentó al inicio.

Sentirse justos pero despreciar al prójimo

Refiriéndose al Evangelio de Lucas (18,9-14), Mons. Rodríguez hizo un llamado a «voltear la mirada» por el otro y no «mirar por arriba o los costados»: «no hay posibilidad de que alguien esté cerca de Dios y esté lejos del prójimo ¿Cómo puede decir que amas a Dios, a quien no ves, si no amas al prójimo a quien ves?» – reflexionó.

«¿Debemos de dar gracias a Dios por no ser como el resto? – se preguntó el obispo auxiliar de Lima – ¿Es que nos vamos a pasar la vida tomando como referencia el actuar del otro? La única referencia que debemos de tener es Cristo, no tenemos porque está compitiendo entre nosotros», señaló.

No basta el cumplimiento frío de la Ley

En otro momento explicó que «la gratitud» a Dios no se puede justificar «sólo en el cumplimiento de la norma», porque nuestras actitudes deben «tener alma, una motivación interior» que nos da el Señor.

«¿Podemos decir que la ley está escrita en el corazón del hombre o sigue en piedra? – preguntó en otro momento – nosotros tenemos que pasar de la piedra a la carne, y lo que este fariseo está haciendo es justificar en una ley escrita en piedra».

Por eso es que Cristo «voltea la mirada» en la parábola y nos presenta al personaje que está al final, un publicano de rodillas y con la cabeza baja: «Al fariseo le ganó la soberbia, por eso ora así, y atrás al publicano le ganó la pobreza, se dio cuenta de su iniquidad» – resaltó.

«No duden del amor de Dios, no dudes de que tu oración es escuchada. No dudemos de que la palabra del hombre también llega a Dios, porque le importamos, nos escucha siempre, y nosotros estamos invitados, a hablar con Él y con el prójimo», concluyó.

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