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Carta Apostólica en forma Motu Proprio del Santo Padre “Aperuit Illis”, con la que se instituye el Domingo de la Palabra de Dios, para “hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esa riqueza inagotable”.

“Que el III Domingo del Tiempo Ordinario esté dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios. Este Domingo de la Palabra de Dios se colocará en un momento oportuno de ese periodo del año, en el que estamos invitados a fortalecer los lazos con los judíos y a rezar por la unidad de los cristianos”, lo establece el Papa Francisco en su Carta Apostólica en forma Motu Proprio “Aperuit Illis”, con la que instituye el Domingo de la Palabra de Dios, documento que fue publicado este 30 de septiembre, en la memoria litúrgica de San Jerónimo en el inicio del 1600 aniversario de su muerte.

Valor ecuménico de la Sagrada Escritura

El Santo Padre señala que, “no se trata de una mera coincidencia temporal: celebrar el Domingo de la Palabra de Dios”, sino que  “expresa un valor ecuménico, porque la Sagrada Escritura indica a los que se ponen en actitud de escucha el camino a seguir para llegar a una auténtica y sólida unidad”. Asimismo, el Pontífice explica que esta Carta Apostólica tiene la intención de “responder a las numerosas peticiones que me han llegado del pueblo de Dios, para que en toda la Iglesia se pueda celebrar con un mismo propósito el Domingo de la Palabra de Dios”.

El carácter performativo de la Palabra

El Papa Francisco recuerda que, “el Concilio Vaticano II dio un gran impulso al redescubrimiento de la Palabra de Dios con la Constitución dogmática Dei Verbum”. Y para aumentar esa enseñanza, Benedicto XVI convocó en el año 2008 una Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre el tema “La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia”, publicando a continuación la Exhortación Apostólica Verbum Domini, que constituye una enseñanza fundamental para nuestras comunidades. “En este Documento – precisa el Papa – en particular se profundiza el carácter performativo de la Palabra de Dios, especialmente cuando su carácter específicamente sacramental emerge en la acción litúrgica”.

Un día solemne de servicio a la Palabra

Por ello, el Obispo de Roma invita a vivir este Domingo como un día solemne. “Será importante que en la celebración eucarística se entronice el texto sagrado, a fin de hacer evidente a la asamblea el valor normativo que tiene la Palabra de Dios. En este domingo, de manera especial, será útil destacar su proclamación y adaptar la homilía para poner de relieve el servicio que se hace a la Palabra del Señor”. Los Obispos podrán celebrar el rito del Lectorado o confiar un ministerio similar para recordar la importancia de la proclamación de la Palabra de Dios en la liturgia. Es fundamental, subraya el Papa, que no falte ningún esfuerzo para que algunos fieles se preparen con una formación adecuada a ser verdaderos anunciadores de la Palabra, como sucede de manera ya habitual para los acólitos o los ministros extraordinarios de la Comunión y poder resaltar la importancia de seguir en la vida diaria la lectura, la profundización y la oración con la Sagrada Escritura, con una particular consideración a la lectio divina.

La Biblia no es sólo patrimonio de algunos

Asimismo, el Papa Francisco recuerda que, por la gran enseñanza que contiene la Biblia, “no puede ser sólo patrimonio de algunos, y mucho menos una colección de libros para unos pocos privilegiados”. Pertenece, en primer lugar, al pueblo convocado para escucharla y reconocerse en esa Palabra. A menudo se dan tendencias que intentan monopolizar el texto sagrado relegándolo a ciertos círculos o grupos escogidos. No puede ser así. La Biblia es el libro del pueblo del Señor que al escucharlo pasa de la dispersión y la división a la unidad. La Palabra de Dios une a los creyentes y los convierte en un solo pueblo.

Los Pastores responsables de la Sagrada Escritura

En este sentido de búsqueda de la unidad, el Santo Padre señala que, los Pastores son los primeros que tienen la gran responsabilidad de explicar y permitir que todos entiendan la Sagrada Escritura. Puesto que es el libro del pueblo, los que tienen la vocación de ser ministros de la Palabra deben sentir con fuerza la necesidad de hacerla accesible a su comunidad. La homilía, en particular, tiene una función muy peculiar, porque posee «un carácter cuasi sacramental». Ayudar a profundizar en la Palabra de Dios, con un lenguaje sencillo y adecuado para el que escucha, le permite al sacerdote mostrar también la «belleza de las imágenes que el Señor utilizaba para estimular a la práctica del bien».

La Sagrada Escritura, la fe y los sacramentos

Por ello, el Papa Francisco afirma que, es profundo el vínculo entre la Sagrada Escritura y la fe de los creyentes. Porque como dice San Pablo a los Romanos: “la fe proviene de la escucha y la escucha está centrada en la palabra de Cristo”, de esto deriva la urgencia y la importancia que los creyentes tienen que dar a la escucha de la Palabra del Señor tanto en la acción litúrgica como en la oración y la reflexión personal. El contacto frecuente con la Sagrada Escritura y la celebración de la Eucaristía hace posible el reconocimiento entre las personas que se pertenecen. El día dedicado a la Biblia no ha de ser “una vez al año”, sino una vez para todo el año, porque nos urge la necesidad de tener familiaridad e intimidad con la Sagrada Escritura y con el Resucitado, que no cesa de partir la Palabra y el Pan en la comunidad de los creyentes. Para esto necesitamos entablar un constante trato de familiaridad con la Sagrada Escritura, si no el corazón queda frío y los ojos permanecen cerrados, afectados como estamos por innumerables formas de ceguera.

Bienaventurado el que cree en la Palabra

El Papa concluye invitando a que, el domingo dedicado a la Palabra haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura, como el autor sagrado lo enseñaba ya en tiempos antiguos: esta Palabra «está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que la cumplas». Ya que en el camino de escucha de la Palabra de Dios, nos acompaña la Madre del Señor, reconocida como bienaventurada porque creyó en el cumplimiento de lo que el Señor le había dicho.

Lo afirmó el Papa durante la homilía en la Misa celebrada con motivo de la Jornada Mundial del Migrante. “No podemos permanecer con el corazón anestesiado, ante la miseria de tantas personas inocentes”, aseveró el Pontífice. “No podemos sino llorar. No podemos dejar de reaccionar”.

“Los países en vías de desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos mercados privilegiados. Las guerras afectan sólo a algunas regiones del mundo; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otras regiones, que luego no quieren hacerse cargo de los refugiados que dichos conflictos generan”. Fueron rotundas las palabras del Papa Francisco en la homilía en Misa celebrada en la Plaza de San Pedro con motivo de la 105ª Jornada Mundial de Migrantes y Refugiados, en la que lamentó la triste realidad: quienes padecen las consecuencias de estos hechos “son siempre los pequeños, los pobres, los más vulnerables, a quienes se les impide sentarse a la mesa y se les deja sólo las ‘migajas’ del banquete’”.

Dios pide una atención especial por los más desfavorecidos

Con el Salmo 145 el Santo Padre comenzó a desarrollar su homilía:

En el Salmo Responsorial se nos recuerda que el Señor sostiene a los forasteros, así como a las viudas y a los huérfanos del pueblo. El salmista menciona de forma explícita aquellas categorías que son especialmente vulnerables, a menudo olvidadas y expuestas a abusos. Los forasteros, las viudas y los huérfanos son los que carecen de derechos, los excluidos, los marginados, por quienes el Señor muestra una particular solicitud. Por esta razón, Dios les pide a los israelitas que les presten una especial atención.

Caridad con los habitantes de las periferias existenciales

El Papa señaló que la “preocupación amorosa por los menos favorecidos”, se presenta como un rasgo distintivo del Dios de Israel. Un rasgo que también se le requiere, como deber moral, a todos los que quieran pertenecer a su pueblo. Es ese el motivo por el cual “debemos prestar especial atención a los forasteros, como también a las viudas, a los huérfanos y a todos los que son descartados en nuestros días”.

En el Mensaje para esta 105 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, el lema se repite como un estribillo: “No se trata sólo de migrantes”. Y es verdad: no se trata sólo de forasteros, se trata de todos los habitantes de las periferias existenciales que, junto con los migrantes y los refugiados, son víctimas de la cultura del descarte. El Señor nos pide que pongamos en práctica la caridad hacia ellos; nos pide que restauremos su humanidad, a la vez que la nuestra, sin excluir a nadie, sin dejar a nadie afuera.

Reflexionar sobre las injusticias que generan exclusión

Pero el Santo Padre recordó que el Señor nos pide también – junto con el ejercicio de la caridad – reflexionar sobre las injusticias que generan exclusión, en particular, “sobre los privilegios de unos pocos, que perjudican a muchos otros cuando perduran”:

El mundo actual es cada día más elitista y cruel con los excluidos. Es una verdad que provoca dolor, este mundo es cada día más elitista, más cruel con los excluidos. Los países en vías de desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos mercados privilegiados. Las guerras afectan sólo a algunas regiones del mundo; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otras regiones, que luego no quieren hacerse cargo de los refugiados que dichos conflictos generan. Quienes padecen las consecuencias son siempre los pequeños, los pobres, los más vulnerables, a quienes se les impide sentarse a la mesa y se les deja sólo las “migajas” del banquete.

Demasiado preocupados en asegurarnos una buena vida…

Con las advertencias del profeta Amós en el Antiguo testamento (cfr 6,1.4-7) el Papa Francisco volvió sobre el tema de la “cultura del bienestar”, que “nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles al grito de los otros, lleva a la indiferencia hacia los otros, o mejor, lleva a la globalización de la indiferencia”:

Al final, también nosotros corremos el riesgo de convertirnos en ese hombre rico del que nos habla el Evangelio, que no se preocupa por el pobre Lázaro «cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico» (Lc 16,20-21). Demasiado ocupado en comprarse vestidos elegantes y organizar banquetes espléndidos, el rico de la parábola no advierte el sufrimiento de Lázaro. Y también nosotros, demasiado concentrados en preservar nuestro bienestar, corremos el riesgo de no ver al hermano y a la hermana en dificultad.

No debemos permanecer indiferentes

Por ese motivo, el Santo Padre insistió en que como cristianos “no podemos permanecer indiferentes ante el drama de las viejas y nuevas pobrezas, de las soledades más oscuras, del desprecio y de la discriminación de quienes no pertenecen a ‘nuestro’ grupo”:

No podemos permanecer insensibles, con el corazón anestesiado, ante la miseria de tantas personas inocentes. No podemos sino llorar. No podemos dejar de reaccionar. Pidamos al Señor la gracia de llorar, aquel llanto que convierte el corazón ante estos pecados. 

Los cristianos no podemos “separar” los mandamientos

Por otra parte Francisco subrayó que “amar al prójimo como a uno mismo significa también comprometerse seriamente en la construcción de un mundo más justo”. Significa “sentir compasión por el sufrimiento de los hermanos y las hermanas”, significa “acercarse, tocar sus llagas, compartir sus historias”. Y significa, además, “hacerse prójimo de todos los viandantes apaleados y abandonados en los caminos del mundo, para aliviar sus heridas y llevarlos al lugar de acogida más cercano, donde se les pueda atender en sus necesidades”.

Compromiso con la edificación de la familia humana

Amar al prójimo como a uno mismo es un “santo mandamiento” que Dios dio a su pueblo, añadió el Santo Padre. Y es un mandamiento que el Padre “selló con la sangre de su Hijo Jesús, para que sea fuente de bendición para toda la humanidad”. Pues la “familia humana”, “todos hermanos, hijos del único Padre”, es el plan original del Padre revelado en Jesucristo.

Hoy necesitamos también de una madre y confiamos al amor maternal de María, Nuestra Señora del Camino, Virgen de las muchas calles dolorosas, confiamos a Ella a los migrantes y a los refugiados, junto con los habitantes de las periferias del mundo y a quienes se hacen sus compañeros de viaje.

Es un verdadero “desafío de civilización” el que enfrenta la humanidad en el período post-industrial, por eso es el caso de preguntarse, tanto los gobiernos como la sociedad civil si “existe una verdadera voluntad política” de destinar recursos humanos, financieros y tecnológicos a fin de mitigar los efectos negativos del cambio climático.

Para afrontar el fenómeno del cambio climático, uno de los fenómenos “más graves y preocupantes que esta viviendo nuestra época”, es necesario cultivar tres grandes cualidades morales, a saber, la honestidad, la responsabilidad y la valentía. Lo dijo el Papa Francisco a la Cumbre sobre la Acción Climática de la ONU 2019 en un video mensaje en el que agradeció en primer lugar, la convocatoria del Secretario General de las Naciones Unidas, António Gutérres.

En el curso del video mensaje Francisco recuerda el Acuerdo de París de 2015, que llevó a la comunidad internacional a la conciencia de la “urgencia y necesidad de dar una respuesta colectiva para colaborar en la construcción de nuestra casa común”. Y lamenta que, sin embargo, a cuatro años del histórico Acuerdo se observa cómo los compromisos contraídos por los Estados son todavía muy “flojos”, y están lejos de alcanzar los objetivos previstos.

Asumir con generosidad las graves responsabilidades

Es necesario – plantea entonces el Pontífice – preguntarse si existe una verdadera voluntad política para destinar mayores recursos humanos, financieros y tecnológicos afín de mitigar los efectos negativos del cambio climático y ayudar a las poblaciones más pobres y vulnerables, que son las que más lo sufren.

El Santo Padre recuerda, asimismo, que “aunque la situación no es buena” y “el planeta sufre”, “todavía estamos a tiempo”. Y alude a un pasaje de la Laudato si’ que auspicia con fe: «Mientras la humanidad del período post-industrial quizás sea recordada como una de las más irresponsables de la historia, es de esperar que la humanidad de comienzos del siglo XXI pueda ser recordada por haber asumido con generosidad sus graves responsabilidades».

He aquí que afirma que “con honestidad, responsabilidad y valentía tenemos que poner nuestra inteligencia «al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral», que sea capaz de colocar la economía al servicio de la persona humana, construir la paz y proteger el ambiente”.

Estamos frente a un “desafío de civilización”

El problema del cambio climático – prosigue Francisco – está relacionado con cuestiones que tienen que ver con la ética, le equidad y la justicia social. La situación actual de degrado ambiental está conectada con el degrado humano, ético y social, tal y como experimentamos cada día. Y esto nos obliga a pensar sobre el sentido de nuestros modelos de consumo y de producción, y en los procesos de educación y de concienciación para hacer que sean coherentes con la dignidad humana. Estamos frente a un “desafío de civilización” en favor del bien común. Y esto es claro, como también es claro que tenemos una multiplicidad de soluciones que están al alcance de todos, si adoptamos a nivel personal y social un estilo de vida que encarne la honestidad, la valentía y la responsabilidad.

El Santo Padre concluye el video mensaje con el deseo que las palabras “honestidad, valentía y responsabilidad” ocupen un lugar central en los trabajos de la Cumbre, que acompaña, dice, con sus mejores deseos y su oración.

El Papa lanza un evento mundial el 14 de mayo de 2020, que tendrá como tema «Reconstruir el pacto educativo global», para dar forma al futuro de la humanidad formando individuos maduros que puedan superar la división y cuidar nuestro hogar común.

“Reconstruir el Pacto educativo global”: es el tema del evento mundial, previsto para el 14 de mayo 2020, promovido hoy por el Papa Francisco a través de un video mensaje, con el objetivo de “reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión”.

El Papa se dirige a quienes trabajan en el campo educativo y de la investigación y a las personalidades públicas que a nivel mundial ocupan cargos de responsabilidad y se preocupan por el futuro de las nuevas generaciones” instándolos a “promover juntos y a impulsar, a través de un pacto educativo común, aquellas dinámicas que dan sentido a la historia y la transforman de modo positivo”.

Construir el futuro del planeta

La renovada invitación del Pontífice es a que se dialogue sobre el modo “en que estamos construyendo el futuro del planeta” conscientes de que “cada cambio requiere un camino educativo que haga madurar una nueva solidaridad universal y una sociedad más acogedora”. “Hoy más que nunca, recuerda el Pontífice, es necesario unir los esfuerzos por una alianza educativa amplia para formar personas maduras, capaces de superar fragmentaciones y contraposiciones y reconstruir el tejido de las relaciones por una humanidad más fraterna”. Una alianza, explica Francisco, “entre los habitantes de la Tierra y la casa común, a la que debemos cuidado y respeto. Una alianza que suscite paz, justicia y acogida entre todos los pueblos de la familia humana, como también de diálogo entre las religiones”.

Educación afronta la rapidación

Francisco constata que el mundo actual está  “en continua transformación y se encuentra atravesado por múltiples crisis”. Un “cambio de época”, en la que la educación afronta la rapidación “que encarcela la existencia en el vórtice de la velocidad tecnológica y digital, cambiando continuamente los puntos de referencia”. Y en este contexto, continúa el Papa citando la Encíclica Laudato Sí, “la identidad misma pierde consistencia y la estructura psicológica se desintegra ante una mutación incesante que contrasta la natural lentitud de la evolución biológica”.

La aldea de la educación

Cada cambio, precisa el Santo Padre, necesita un camino educativo que involucre a todos. Para ello – agrega –  se requiere construir una “aldea de la educación” donde se comparta en la diversidad el compromiso por generar una red de relaciones humanas y abiertas” en un terreno que “debe estar saneado de la discriminación con la introducción de la fraternidad” afirma el Papa citando el Documento firmado con el Gran Imán de Al-Azhar, en Abu Dabi.

Convergencia global

“En una aldea así es más fácil encontrar la convergencia global para una educación que sea portadora de una alianza entre todos los componentes de la persona: entre el estudio y la vida; entre las generaciones; entre los docentes, los estudiantes, las familias y la sociedad civil con sus expresiones intelectuales, científicas, artísticas, deportivas, políticas, económicas y solidarias”.

Tres pasos para recorrer el camino común

Para alcanzar estos objetivos globales, el Papa indica tres pasos importantes que se deben dar en el camino común de la “aldea de la educación”: en primer lugar “valentía de colocar a la persona en el centro”. Para esto se requiere firmar un pacto que anime los procesos educativos formales e informales, que no pueden ignorar que todo en el mundo está íntimamente conectado y que se necesita encontrar – a partir de una sana antropología – otros modos de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso”. Otro paso es la valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad. Y finalmente, tener la “valentía de formar personas disponibles que se pongan al servicio de la comunidad” porque “el servicio es un pilar de la cultura del encuentro”, y “como Jesús se inclinó a lavar los pies a los apóstoles”,  trabajar “al lado de los más necesitados”.

«Gracias por estar presentes las distintas confesiones religiosas. Gracias por animarse a vivir el desafío de la paz y a celebrarla hoy juntos como familia. Es hacer la experiencia de que todos somos necesarios, con nuestras diferencias, pero necesarios», expresó el Papa Francisco en el encuentro interreligioso que mantuvo con los jóvenes de Mozambique.

El Papa Francisco tuvo un encuentro interreligioso con los jóvenes mozambiqueños en el Estadio Maxaquene situado en la capital del país en el que les recordó que son importantes y que tienen que creérselo, pero “con humildad”: “ustedes no son sólo el futuro de Mozambique, tampoco de la Iglesia y de la humanidad. Ustedes son el presente que, con todo lo que son y hacen, ya están aportando lo mejor que hoy pueden regalar”.

También les expresó que una de las principales características de los jóvenes de Mozambique es “la alegría de vivir”, algo “que se podía palpitar en el estadio” puntualizó y señaló que ellos, a diferencia de los adultos, caminan con dos pies pero no en paralelo, sino uno delante del otro “dispuestos a partir”. Por otro lado les pidió estar atentos “a todos que los quieren dividir, fragmentar o enfrentar”.

Nuestras diferencias son necesarias

Agradeciendo la participación al encuentro de jóvenes de distintas confesiones religiosas, así como de aquellos que sin ser parte de alguna tradición religiosa estaban presentes, el Papa explicó que este encuentro era un signo de hacer experiencia de que todos somos necesarios, y “nuestras diferencias – puntualizó –  también son necesarias”.

No dejarse robar la alegría ni darse por vencido

En su discurso el Papa dio algunos consejos a los chicos y chicas, ente ellos “no dejarse robar la alegría” ni dejar “de cantar y expresarse de acuerdo a todo lo bueno que aprendieron de sus tradiciones”. También les pidió cuidarse de dos actitudes que matan los sueños y la esperanza: la resignación y la ansiedad. “Son grandes enemigas de la vida, porque nos empujan normalmente por un camino fácil, pero de derrota, y el precio que piden para pasar es muy caro. Se paga con la propia felicidad e inclusive con la propia vida” les explicó. Hay que estar muy atentos porque esa actitud – continuó – “te hace tomar la senda equivocada”.

Es por eso que cuando todo parece paralizado y estancado, cuando los problemas personales nos inquietan, los malestares sociales no encuentran las debidas respuestas, “no es bueno darse por vencido” dijo el Pontífice.

La enemistad social destruye

“¡Qué importante es no olvidar que la enemistad social destruye!” exclamó el Santo Padre a los jóvenes, asegurando que la enemistad destruye la familia, destruye un país y el mundo entero, pero, la enemistad más grande – señaló – “es la guerra”.

En este sentido, volvió a recordar un proverbio que ya ha recordado en otras ocasiones o muchos otros jóvenes: “Si quieres llegar rápido camina solo, si quieres llegar lejos, ve acompañado”. Se trata – puntualizó – “siempre de soñar juntos, nunca contra otros”.

Frente a la ansiedad el Papa pide paciencia

El Papa también señaló que otra de las actitudes que matan los sueños es la “ansiedad”: “Puede ser una gran enemiga cuando nos lleva a bajar los brazos porque descubrimos que los resultados no son instantáneos”.

El Papa pidió a los jóvenes tener paciencia y empeño, renunciando a las prisas. También les aconsejo no tener miedo de apostar y de cometer errores: “Las cosas más hermosas se gestan con el tiempo y, si algo no te salió la primera vez, no tengas miedo de volver a intentar, una y otra vez. No tengas miedo a equivocarte, nos vamos a equivocar mil veces, pero no caigamos en el error de detenernos porque hay cosas que no nos salieron bien la primera vez”.

No dejar de lado a los ancianos

En sus palabras no faltó una mención a los ancianos, siempre recordados por el Papa Francisco, “quienes pueden ayudar a que sus sueños y aspiraciones no se sequen, no los tire el primer viento de la dificultad o la impotencia” les aseguró Francisco, porque ellos son “nuestras raíces”.

En este sentido el Papa recordó que en ocasiones los mayores prueban a enseñar las cosas de modo impositivo, “como advertencia, metiendo miedo” y esto es “un error”. 

El Papa explica el gesto de “la mano tendida”

Por último, el Pontífice hablo de la importancia de ser “manos amigas”, “una mano tendida”. Un gesto que consiste – explicó – “en buscar crecer en la amistad también con los que piensan distinto, para que la solidaridad crezca entre ustedes y se transforme en la mejor arma para transformar la historia”. “La solidaridad es la mejor arma para transformar la historia” puntualizó.

Al final de su discurso, destaca su reflexión: “Dios los ama, y en esa afirmación estamos de acuerdo todas las tradiciones religiosas”.

Fueron las palabras del Santo Padre durante el encuentro con los Obispos del Sínodo de la Iglesia greco-católica ucraniana, a quienes recibió en audiencia la mañana de este lunes, 2 de septiembre de 2019, en la Sala del Consistorio del Vaticano.

“Si no está el Espíritu Santo, no hay Sínodo. Si el Espíritu Santo no está presente, no hay sinodalidad. Es más, si no hay Iglesia, la identidad de la Iglesia. ¿Y cuál es la identidad de la Iglesia? San Pablo VI lo decía claramente: la vocación de la Iglesia es evangelizar, es más, su identidad es evangelizar”, lo dijo el Papa Francisco a los Obispos del Sínodo de la Iglesia greco-católica ucraniana, a quienes recibió en audiencia la mañana de este lunes, 2 de septiembre de 2019, en la Sala del Consistorio del Vaticano.

El Sínodo no es un Parlamento

Haciendo referencia a la edición del Ossservatore Romano que fue publicado este sábado, el Papa Francisco señaló que, hay un bonito artículo sobre la presencia del Espíritu Santo en el camino sinodal. “Porque hay un peligro – advierte el Pontífice – creer, hoy, que hacer un camino sinodal o tener una actitud de sinodalidad quiere decir hacer una encuesta de opinión, que piensa este, este, este…. y luego tener un encuentro, ponerse de acuerdo… ¡No, el Sínodo no es un Parlamento! Hay que decir cosas, discutirlas como se hace normalmente, pero no es un Parlamento”.

El Sínodo no es hacer investigaciones sociológicas

Papa Francisco durante el encuentro con los Obispos del Sínodo de la Iglesia greco-católica ucraniana

En este sentido, el Santo Padre dijo que, el Sínodo no es un acuerdo como en la política, no se trata de realizar investigaciones sociológicas, como algunos creen. Ciertamente ustedes necesitan saber lo que piensan los laicos, pero no es una investigación, es otra cosa. “Si no está el Espíritu Santo, no hay Sínodo. Si el Espíritu Santo no está presente, no hay sinodalidad. Es más – afirmó el Papa – si no hay Iglesia, la identidad de la Iglesia. ¿Y cuál es la identidad de la Iglesia? San Pablo VI lo decía claramente: la vocación de la Iglesia es evangelizar, es más, su identidad es evangelizar”.

No una Iglesia Congregacionalista, sino una Iglesia Sinodal

Antes de concluir, el Papa Francisco invitó a los Obispos greco-católicos de ucrania a entrar en este Sínodo con este espíritu, con el Espíritu Santo. “Oren al Espíritu. Discutan entre ustedes, lo que quieran … ¡Piensen en Éfeso, cómo se pelearon! Pero eran buenos…. Y al final fue el Espíritu quien los llevó a decir: ‘María, Madre de Dios’. Este es precisamente el camino. Es el Espíritu. Porque nosotros no queremos ser una Iglesia Congregacionalista, sino una Iglesia Sinodal. Y seguir adelante en este camino”.

«Dios vio que era bueno» (Gn 1,25). La mirada de Dios, al comienzo de la Biblia, se fija suavemente en la creación. Desde la tierra para habitar hasta las aguas que alimentan la vida, desde los árboles que dan fruto hasta los animales que pueblan la casa común, todo es hermoso a los ojos de Dios, quien ofrece al hombre la creación como un precioso regalo para custodiar.

Trágicamente, la respuesta humana a ese regalo ha sido marcada por el pecado, por la barrera en su propia autonomía, por la codicia de poseer y explotar. Egoísmos e intereses han hecho de la creación —lugar de encuentro e intercambio—, un teatro de rivalidad y enfrentamientos. Así, el mismo ambiente ha sido puesto en peligro, algo bueno a los ojos de Dios se ha convertido en algo explotable en manos humanas. La degradación ha aumentado en las últimas décadas: la contaminación constante, el uso incesante de combustibles fósiles, la intensiva explotación agrícola, la práctica de arrasar los bosques están elevando las temperaturas globales a niveles alarmantes. El aumento en la intensidad y frecuencia de fenómenos climáticos extremos y la desertificación del suelo están poniendo a dura prueba a los más vulnerables entre nosotros. El derretimiento de los glaciares, la escasez de agua, el descuido de las cuencas y la considerable presencia de plásticos y microplásticos en los océanos son hechos igualmente preocupantes, que confirman la urgencia de intervenciones que no pueden posponerse más. Hemos creado una emergencia climática que amenaza seriamente la naturaleza y la vida, incluida la nuestra.

En la raíz, hemos olvidado quiénes somos: criaturas a imagen de Dios (cf. Gn 1,27), llamadas a vivir como hermanos y hermanas en la misma casa común. No fuimos creados para ser individuos que mangonean; fuimos pensados y deseados en el centro de una red de vida compuesta por millones de especies unidas amorosamente por nuestro Creador. Es la hora de redescubrir nuestra vocación como hijos de Dios, hermanos entre nosotros, custodios de la creación. Es el momento de arrepentirse y convertirse, de volver a las raíces: somos las criaturas predilectas de Dios, quien en su bondad nos llama a amar la vida y vivirla en comunión, conectados con la creación.

Por lo tanto, insto a los fieles a que se dediquen en este tiempo a la oración, que a partir de una oportuna iniciativa nacida en el ámbito ecuménico se ha configurado como Tiempo de la creación: un período de oración y acción más intensas en beneficio de la casa común que se abre hoy, 1 de septiembre, Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, y finalizará el 4 de octubre, en memoria de san Francisco de Asís. Es una ocasión para sentirnos aún más unidos con los hermanos y hermanas de las diferentes denominaciones cristianas. Pienso, de modo particular, en los fieles ortodoxos que llevan treinta años celebrando esta Jornada. Sintámonos también en profunda armonía con los hombres y mujeres de buena voluntad, llamados juntos a promover, en el contexto de la crisis ecológica que afecta a todos, la protección de la red de la vida de la que formamos parte.

Este es el tiempo para habituarnos de nuevo a rezar inmersos en la naturaleza, donde la gratitud a Dios creador surge de manera espontánea. San Buenaventura, cantor de la sabiduría franciscana, decía que la creación es el primer “libro” que Dios abrió ante nuestros ojos, de modo que al admirar su variedad ordenada y hermosa fuéramos transportados a amar y alabar al Creador (cf. Breviloquium, II,5.11). En este libro, cada criatura se nos ha dado como una “palabra de Dios” (cf. Commentarius in librum Ecclesiastes, I,2). En el silencio y la oración podemos escuchar la voz sinfónica de la creación, que nos insta a salir de nuestras cerrazones autorreferenciales para redescubrirnos envueltos en la ternura del Padre y regocijarnos al compartir los dones recibidos. En este sentido, podemos decir que la creación, red de la vida, lugar de encuentro con el Señor y entre nosotros, es «la red social de Dios» (Audiencia con guías y scouts de Europa, 3 agosto 2019), que nos lleva a elevar una canción de alabanza cósmica al Creador, como enseña la Escritura: «Cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos» (Dn3,76).

Este es el tiempo para reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre cómo nuestra elección diaria en términos de alimentos, consumo, desplazamientos, uso del agua, de la energía y de tantos bienes materiales a menudo son imprudentes y perjudiciales. Nos estamos apoderando demasiado de la creación. ¡Elijamos cambiar, adoptar estilos de vida más sencillos y respetuosos! Es hora de abandonar la dependencia de los combustibles fósiles y emprender, de manera rápida y decisiva, transiciones hacia formas de energía limpia y economía sostenible y circular. Y no olvidemos escuchar a los pueblos indígenas, cuya sabiduría ancestral puede enseñarnos a vivir mejor la relación con el medio ambiente.

Este es el tiempo para emprender acciones proféticas. Muchos jóvenes están alzando la voz en todo el mundo, pidiendo decisiones valientes. Están decepcionados por tantas promesas incumplidas, por compromisos asumidos y descuidados por intereses y conveniencias partidistas. Los jóvenes nos recuerdan que la Tierra no es un bien para estropear, sino un legado que transmitir; esperar el mañana no es un hermoso sentimiento, sino una tarea que requiere acciones concretas hoy. A ellos debemos responder con la verdad, no con palabras vacías; hechos, no ilusiones.

Nuestras oraciones y llamamientos tienen como objetivo principal sensibilizar a los líderes políticos y civiles. Pienso de modo particular en los gobiernos que se reunirán en los próximos meses para renovar compromisos decisivos que orienten el planeta a la vida, en vez de conducirlo a la muerte. Vienen a mi mente las palabras que Moisés proclamó al pueblo como una especie de testamento espiritual antes de entrar en la Tierra prometida: «Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia» (Dt 30,19). Son palabras proféticas que podríamos adaptar a nosotros mismos y a la situación de nuestra Tierra. ¡Así que escojamos la vida! Digamos no a la avaricia del consumo y a los reclamos de omnipotencia, caminos de muerte; avancemos por sendas con visión de futuro, hechas de renuncias responsables hoy para garantizar perspectivas de vida mañana. No cedamos ante la lógica perversa de las ganancias fáciles, ¡pensemos en el futuro de todos!

En este sentido, la próxima Cumbre de las Naciones Unidas para la Acción Climática es de particular importancia, durante la cual los gobiernos tendrán la tarea de mostrar la voluntad política de acelerar drásticamente las medidas para alcanzar lo antes posible cero emisiones netas de gases de efecto invernadero y contener el aumento medio de la temperatura global en 1,5°C frente a los niveles preindustriales, siguiendo los objetivos del Acuerdo de París. En el próximo mes de octubre, una asamblea especial del Sínodo de los Obispos estará dedicada a la Amazonia, cuya integridad está gravemente amenazada. ¡Aprovechemos estas oportunidades para responder al grito de los pobres y de la tierra!

Cada fiel cristiano, cada miembro de la familia humana puede contribuir a tejer, como un hilo sutil, pero único e indispensable, la red de la vida que abraza a todos. Sintámonos involucrados y responsables de cuidar la creación con la oración y el compromiso. Dios, «amigo de la vida» (Sb 11,26), nos dé la valentía para trabajar por el bien sin esperar que sean otros los que comiencen, ni que sea demasiado tarde.

Vaticano, 1 de septiembre de 2019

Francisco

“La Creación es un proyecto del amor de Dios hacia toda la humanidad” El Papa Francisco orienta su intención de oración hacia la protección de los mares y los océanos, “muchos de ellos amenazados hoy por diversas causas”.

Francisco hace un llamado de atención sobre los espacios que “contienen la mayor parte del agua del planeta y también la mayor variedad de seres vivientes”: los mares y océanos. Preocupado por el estado actual de muchos de ellos, pide a todos los católicos que recen y actúen para que los políticos, los científicos y los economistas trabajen juntos en medidas de protección.

Este video se lanza en el marco del Tiempo de la Creación, la celebración anual y global que une a cristianos de todo el mundo. Este año, se desarrollará desde el 1 de septiembre hasta el 4 de octubre.

Plásticos amenazan los océanos

Actualmente, 13 millones de toneladas de plástico se filtran en el océano cada año, lo que provoca, entre otros daños, la muerte de 100 mil especies marinas. La gravedad no reside únicamente en el hecho de que la mayoría de los plásticos quedan intactos durante décadas o siglos después de su uso. Además, aquellos que se deterioran acaban convirtiéndose en microplásticos, que tanto peces como otros animales marinos terminan consumiendo.

Este Video del Papa aborda el grave desafío de proteger los océanos. El fitoplancton oceánico es responsable de la producción de más de la mitad del oxígeno del planeta, por lo que se puede afirmar que los océanos son unos de los pulmones del mundo. Para afrontar la gestión injusta de los mares, hace falta un “enfoque interdisciplinario” que no puede dejar de lado a la persona humana.

Caminemos juntos por un Perú mejor para todos

Los Obispos del Perú, ante la prolongada crisis política y social, y sus efectos en la sociedad y en la economía, manifestamos que urge tomar un camino de diálogo fundado en los principios de unidad, paz, solidaridad y justicia, por ser las bases sólidas y esperanzadoras de una sociedad que mira al futuro y se esfuerza por construir el bien común, pues “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (Vaticano II, Constitución Gaudium et spes 1).

Somos un país de “todas las sangres”, multiétnico y pluricultural, en el cual hay lugar para todos y a todos nos toca trabajar por una vida digna, sobre la base de la interculturalidad, para la plena integración social, desde la realidad de nuestra inmensa, variada y rica geografía, cuyas muchas riquezas debemos saber administrar, priorizando las necesidades de los más empobrecidos y marginados.  

En esta lectura, que no está exenta de las formas de discriminación cultural, étnica y socioeconómica, se vislumbra, sin embargo, una perspectiva esperanzadora que apuesta por los procesos de integración y la construcción de la identidad peruana, a partir del fortalecimiento de las identidades que configuran nuestra patria.

Nos sigue conmocionando la gravedad de los casos de corrupción; sin embargo, alientan nuestra esperanza los avances logrados en los procesos de lucha contra ese virus social que “lo corroe todo” (Papa Francisco). No debemos desmayar en esta tarea que permitirá revertir los costos que ya impactan negativamente en inversiones, educación, salud y bienestar, con mayor incidencia en los más pobres.

Con frecuencia aparece como problemática, la relación entre la seguridad jurídico-económica requerida por las grandes inversiones, como es el caso de la minería, y las demandas ambientales que priorizan la agricultura y la seguridad de las poblaciones vulnerables. Frente a esto, urge encontrar nuevos puntos de equilibrio que tengan como objetivo el bien de todos. Por eso el Estado, las empresas y las organizaciones sociales deben llegar a acuerdos concretos, mediante un diálogo justo y sin violencias de ningún tipo. Los recientes casos emblemáticos de Tía María y otros deben abordarse en esa perspectiva.

Estamos igualmente preocupados por la Amazonía, fuente de vida que abarca dos tercios   de nuestro territorio nacional; su gran biodiversidad y los pueblos originarios que la habitan y cuidan ejemplarmente desde tiempos inmemoriales deben ser atendidos. En ese sentido, esperamos que el Sínodo Panamazónico, convocado por el Papa Francisco, que se realizará en octubre del presente año y que congregará a los obispos de los nueve países amazónicos y representantes de sus comunidades originarias y de la Iglesia Universal, dé importantes aportes para descubrir nuevos caminos para una ecología integral.  

Con la mirada puesta en el bicentenario ya próximo, queremos preguntar a nuestras Autoridades: si afirmamos que amamos nuestra patria, que nos interesa la vida y el futuro de los ciudadanos, especialmente de los más pobres;

  1. ¿Seremos capaces de dar muestras de desprendimiento político, social y económico, a fin de transitar el camino hacia el desarrollo humano integral?
  2. ¿Queremos contribuir al buen entendimiento entre los poderes del Estado, la clase política y la sociedad civil, de modo que prime la ética en la política, por el bien del país?

En este sentido, queremos recordar la responsabilidad del Estado de “garantizar cohesión, unidad y organización a la sociedad civil de la que es expresión” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 168).

Llamamos a la responsabilidad y solidaridad de todos los actores y sectores en estos momentos cruciales que vive el país. La Iglesia continuará caminando al lado de su pueblo, compartiendo su destino, para lograr un Perú mejor para todos, pues la Iglesia “no puede ni debe quedarse al margen de la lucha por la Justicia” (Cfr. Deus Caritas est 28, Benedicto XVI).

Que Dios nuestro Padre, por la intercesión de Santa Rosa de Lima, nos ilumine para caminar a la luz del Evangelio como la Madre de Cristo, siempre atentos para responder a las necesidades de los más humildes de nuestro Perú.

Lima 26 de agosto 2019

Los Obispos del Perú

«El Señor no nos reconocerá por nuestros títulos, sino por una vida humilde y buena, una vida de fe que se traduce en obras», comentó el Papa Francisco este domingo a la hora del Ángelus, reflexionando sobre el Evangelio del día, Lucas 13, 22-30.

El Sumo Pontífice señaló que la respuesta de Jesús, no se enfoca en la “cantidad” sino en la “responsabilidad”, con lo que nos invita a “usar el bien”, en el tiempo presente. En efecto, el Maestro dice: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán» (v. 24).

Las palabras de Jesús, hacen comprender que “no se trata de una cuestión de número”, pues “no hay ‘número cerrado’ en el Paraíso”. Se trata, dijo Francisco, de atravesar desde ahora el pasaje correcto, que está ahí para todos, pero es estrecho:

«Este es el problema. Jesús no quiere ilusionarnos diciendo: “Sí, tranquilos, es fácil, hay una hermosa carretera y en el fondo una gran puerta…”. No, Jesús nos dice esto: nos habla de la puerta estrecha. Nos dice las cosas como son: el pasaje es estrecho. ¿En qué sentido? En el sentido de que para salvarse uno debe amar a Dios y al prójimo, ¡y esto no es cómodo! Es una “puerta estrecha” porque es exigente, el amor es exigente siempre, requiere compromiso, más aún, esfuerzo, es decir, una voluntad firme y perseverante de vivir según el Evangelio. San Pablo la llama “la buena batalla de la fe”. Se necesita el esfuerzo de todos los días, de todo el día para amar a Dios y al prójimo».

El Señor no reconocerá a los “operadores de injusticia”

Ahondando en la parábola narrada por Jesús a estos hombres, el Santo Padre explicó que hay un “dueño” de una casa que “representa al Señor”, y su casa “simboliza la vida eterna, la salvación”:

«Aquí vuelve la imagen de la puerta. Jesús dice: “En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: ‘Señor, ábrenos’. Y él les responderá: ‘No sé de dónde son ustedes’”.».

Estas personas, “tratarán de ser reconocidas», recordando al propietario que han comido y bebido con él y que han escuchado sus consejos, sus enseñanzas en público. Pero el Señor repetirá que no los conoce y los llama «agentes de injusticia”. “Este es el problema”, señaló Francisco. Pues, “el Señor nos reconocerá no por nuestros títulos, – mira, Señor, que yo pertenecía a aquella asociación, que era amigo de aquel monseñor, de tal cardenal, de tal sacerdote…’, no. Los títulos no cuentan. El Señor nos reconocerá solo por una vida humilde, una vida buena, una vida de fe que se traduce en obras”.

Luchar contra todas las formas de maldad e injusticia

El obispo de Roma concluyó señalando el significado que esto tiene para nosotros los cristianos. Y es que estamos llamados a establecer una verdadera comunión con Jesús “orando, yendo a la iglesia, acercándonos a los Sacramentos y nutriéndonos con su Palabra”.

«Esto nos mantiene en la fe, alimenta nuestra esperanza, reaviva la caridad. Y así, con la gracia de Dios, podemos y debemos prodigar nuestras vidas por el bien de nuestros hermanos y hermanas, luchando contra todas las formas de maldad e injusticia».

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