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El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo presidió la Misa de Nochebuena en compañía de todo el pueblo de Lima, el Nuncio Apostólico en el Perú, los Obispos Auxiliares, y las voces de los niños del Coro del Colegio Montserrat: «Esta fiesta es para que todos volvamos a lo simple, a este pequeño niño que nos enternece y nos hace salir de nosotros mismos para acogerlo. Si hay algo maravilloso que tiene nuestra fe es que siempre parte de las cosas simples y pequeñas» – comentó

La tradicional Misa de Gallo contó con la presencia de Mons. Nicola Girasoli, Nuncio Apostólico en el Perú; Mons. Ricardo Rodríguez y Mons. Guillermo Elías, Obispos Auxiliares de Lima; la Ministra de Justicia, Sra. Ana Teresa Revilla Vergara; el Ministro de Comercio Exterior, Sr. Edgar Manuel Vásquez; y el Embajador de Bolivia en el Perú, Sr.Gustavo Rodríguez Ostria.

«El Señor nos abre las puertas, se nos revela y nos anuncia que Dios no es motivo para tener miedo, que Dios solamente es amor, que acompaña y es uno con el ser humano. Por eso, nos muestra su amor a través de un niño que es hijo de una mujer santa, hijo del Padre, y también hijo adoptado por un hombre justo», expresó al inicio de su homilía.

Nuestra fe parte de las cosas sencillas y pequeñas

«Jesús viene a hacerse niño para decir que la belleza de las cosas empieza por la sencillez y la pequeñez – prosiguió el Arzobispo de Lima – y si hay algo maravilloso que tiene nuestra fe es que siempre parte de las cosas simples, y Jesús inicia esta historia entregando su vida por nosotros».

Monseñor Castillo recordó que Jesús siempre «mostró su vida caminando, acompañando a la gente, reconociendo lo bueno que tenían, haciendo comparaciones preciosas que seguramente María le enseñó y tienen una fuerza impresionante para hacer que el ser humano vuelva a entender el sentido de las cosas».

La gran cuestión humana y cristiana es desenredar para volver siempre a lo simple. Esta fiesta es para que todos volvamos a lo simple, a este pequeño niño que nos enternece y nos hace salir de nosotros mismos para acogerlo.

Capacidad generativa y diálogo

«La navidad es el punto de partida para intentar juntos renacer, dejarnos engendrar por el amor de Dios, y hacer que de nosotros también haya capacidad generativa – señaló el Primado del Perú – uno de los  problemas más grandes que tenemos en la historia actual es que hay productividad pero no hay generatividad. Hay ganancia pero hay esterilidad. Tenemos que dialogar para cambiar la mentalidad».

«La Iglesia católica está llamada a dialogar para proponer otras formas de hacer la vida que no impliquen la desesperación de las personas – continuó – la aceleración del tiempo no permite intuir la grandeza y belleza de lo que somos y, por eso, la Iglesia en sus liturgias vuelve a recordar lo fundamental: que no podemos olvidar al ser humano».

Tiempo para renacer y mirar los problemas con los ojos de Dios

Monseñor Castillo insistió que el tiempo de la Navidad es una invitación para renacer y ser reengendrados por Dios: «es un tiempo que nos puede ayudar a todos a pensar en los tantos problemas que existen en el mundo y nuestra patria» – dijo.

«Hay que mirar con el corazón, hay que mirar con los ojos de Dios. Y este niño nos enseña un camino excelente para aprender a mirar y a sentir la vida. Aprendamos también a ver que los demás son nuestros hermanos, especialmente los más desvalidos de la humanidad, entre ellos nuestros hermanos migrantes, que hoy ocupan un papel tan importante en nuestra sociedad», precisó.

Renacer desde la Iglesia para restañar las heridas

«Tenemos que abrir nuestro corazón a todas las personas marginadas, a todas las personas que sufren, que necesitan» – reiteró el Arzobispo de Lima – «La Iglesia ha hecho un esfuerzo en los últimos años gracias al Papa Francisco de hacer posible que todo lo que se ha dañado sea reparado».

«Reparar la Iglesia significa aprender a tener una Iglesia que camina con la gente, sabiendo que está también limpiando sus propios pecados, no una Iglesia que cree ser poseedora de la verdad y la solución de todas las cosas, sino una Iglesia humilde que sabe reconocer sus errores, que llama la atención y se une a los poderes civiles por causas justas», indicó Monseñor Castillo.

La Iglesia se da cuenta que parte de nuestro camino en el mundo es restañar las heridas juntos, elevar la voz contra la injusticia, y practicar dentro de la propia Iglesia esa justicia

«Nuestra vida gracias a este niño no solamente se enternece y se vuelve sensible, se vuelve capaz de emocionarse y conmocionarse ante el dolor humano. La Iglesia se inspira en este niño para actuar en favor de él, y para hacer posible que juntos superemos las cosas terribles que ocurren en el mundo», acotó.

«Que Dios bendiga a toda nuestra ciudad de Lima, a todo nuestro país y que haga posible que en el Niño Jesús encontremos un punto de confluencia para recomenzar el camino de la esperanza. Dios bendiga a la Iglesia, Dios bendiga al Papa Francisco, y Dios nos bendiga a todos como peruanos», finalizó.

«José es el hombre justo que nos muestra que, teniendo a la Ley de su lado, sabe discernir e ir más allá de lo estrictamente mandado. Ser justo, por tanto, es tener la capacidad de obrar según la situación, comprendiendo toda su complejidad, diversidad y dificultad», fueron las palabras del Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, durante la Celebración Eucarística de este IV Domingo de Adviento en la Basílica Catedral de Lima.

Refiriéndose al Evangelio de Mateo (1,18-24), Monseñor Castillo comentó que «la Iglesia ha querido colocar este texto que nos enseña el modo que tiene José de esperar». Él estaba comprometido con María, y ella estaba esperando en su vientre al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo.

Ante este inconveniente, la Ley decía que una mujer que había quedado en cinta a raíz del encuentro con otro hombre debía ser lapidada – «Esta es una situación trágica para Israel por su dureza, pero también para José. Por eso, el texto nos dice que este hombre justo no quería denunciarla, él la amaba y ciertamente que denunciar suponía una destrucción para ella» – explicó.

José es el hombre justo que nos muestra que, teniendo a la Ley de su lado, sabe discernir e ir más allá de lo estrictamente mandado. Ser justo, por tanto, es tener la capacidad de obrar según la situación, comprendiendo toda su complejidad, diversidad y dificultad.

«Ya antes de la revelación del Ángel Gabriel hay una finura de parte de José que nos enaltece, porque si bien María ha sido preservada del pecado, él no, él vive en un espíritu justo más profundo que le permite no excederse porque la ama y está abierto, no se cierra», agregó.

La gran apertura humana y espiritual de José

«Digo esto porque hace poco el Papa Francisco se dirigió a la curia romana para decirles que tenemos que curarnos de la rigidez, porque ésta nos lleva a perder el contacto con los demás que tienen una serie de variedades, de culturas, de modos de pensar, que necesitamos primero dialogar para poder avanzar en la humanidad, y que ponernos a la altura de los problemas actuales requiere comprender toda esta complejidad humana que estamos viviendo».

«La actitud de justicia de José implica una gran apertura humana y espiritual – indicó el Arzobispo de Lima – eso dice mucho del ser humano que tiene capacidad de ver más lejos, porque si hemos sido creados a imagen y para ser semejantes a Dios, lo natural está ya asistido por Dios y, por eso, el ser humano tiene la capacidad de ser bueno y de ser justo».

Dios nos creó abiertos, no cerrados, soñadores y no obtusos, imaginativos y no encajonados. Por eso, hemos de aprender todos juntos a escuchar al Señor en medio de nuestras intuiciones

Esperar al Señor con capacidad de justicia y entendimiento

Apenas José había tomado esta resolución (repudiar a María en secreto), se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»

«En ese camino, José, cuando se despierta, se llena de la sensibilidad nueva que ha alimentado el ángel – precisa Monseñor Castillo – cuando Dios nos revela algo alimenta las buenas intenciones que tenemos. Por eso, José decide llevar a casa a su mujer, decide, en la fe, el poder realizar su ser justo, y el ser justo no es incompatible con la fe».

El Señor nos enseña a esperarlo abriendo nuestra capacidad de justicia, a entender y comprender las cosas dentro de nuestros límites.

Monseñor Castillo resaltó que los católicos necesitamos encontrar las razones profundas en el ser que hemos recibido de Dios para ponernos en el lugar del otro: «a veces no nos ponemos en la situación en que se encuentra mucha gente que no cree o que vive lejana a la Iglesia – señaló el Primado del Perú – de alguna manera, tenemos que abrirnos para conocer y comprender».

«Que Dios esta Navidad, a través de este acontecimiento que celebramos hace más de 20 siglos y que nos llena de ternura y esperanza, pueda llenarlos a ustedes también de la justicia de José», concluyó.

«El Adviento siembra en nosotros los sentimientos de Jesús que hacen posible que el mundo recapacite. Gracias al don generoso del amor de Dios, todos podemos, con anchura de corazón, recibir al Señor y cambiar», fueron las palabras del Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, durante el III Domingo de Adviento.

Mons. Castillo explicó que el III Domingo de Adviento, llamado también el domingo de la alegría (Dominica Gaudete en latín), nos acerca a la fiesta de la Navidad y nos recuerda «la esperanza de Israel de vivir una alegría inmensa por la presencia de su Dios después del exilio».

«Hoy también, hermanos y hermanas, necesitamos esa alegría, y los cristianos no solamente creemos que la Navidad ocurrió hace 20 siglos, sino que Jesús viene para renacer en nuestras vidas y para llenarnos de esa alegría que permite reedificar el mundo de otra manera», comentó el Arzobispo de Lima.

Amplitud de visión para cambiar los arquetipos

Esa alegría por la llegada del Señor implica que «nuestra espera tenga el carácter de la paciencia» que la Carta del Apóstol Santiago (5,7-10) nos recuerda – «Pero esa paciencia no debemos entenderla como una actitud pasiva – precisa Mons. Castillo – la palabra paciencia en la Biblia se dice ‘Makrothumia’: [thumia] significa corazón y [makro] significa ancho, en síntesis: ancho corazón».

Esperar la venida del Señor con ancho corazón significa con amplitud de visión, de criterio, disponibles a cambiar los arquetipos que siempre repetimos constantemente.

Este llamado a la amplitud de visión que refiere Monseñor Castillo es el mismo que debió comprender Juan el Bautista, que en palabras del Papa Francisco, tuvo que convertirse de sus arquetipos, de sus deseos propios y de ese juicio apresurado que tenía respecto a un Dios vengativo que intervendría con fuego sobre el mundo y traería alegría únicamente a un pequeño grupo de «purificados».

Por eso, según narra el Evangelio de Mateo (11,2-11), el Señor se percata de las dudas de Juan «acerca del camino y la forma en que Jesús está presentándose».

Jesús se presentó siempre como aquel que restaura las heridas, enjuga las lágrimas, acompaña a su pueblo silenciosamente y como dicen las lecturas – “hace ver a los ciegos, hace que los inválidos anden, que los leprosos queden limpios, que los sordos oigan, que los muertos resuciten” – pero sobre todo, anuncia el Evangelio, la buena noticia a los pobres

Anchura de corazón para recibir al Señor

Concelebraron Mons. Germano Penemonte, Secretario de la Nunciatura Apostólica en el Perú; y el padre Nivaldo Feliciano Silva, Secretario Ejecutivo Nacional Pastoral de Movilidad Humana (Conferencia Episcopal Peruana).

«Probablemente, a Juan le parecía muy poco lo que estaba haciendo el Señor, como nos parece muy poco las actividades que hacemos en la Iglesia por el bien del pueblo pobre – indica el Arzobispo de Lima – pero Jesús tampoco hizo demasiado, sembró la semilla para que todo tuviera ese carisma, para que esos sentimientos de amor que tenemos en este tiempo sean signos de lo que vendrá».

El Adviento siembra en nosotros los sentimientos de Jesús que hacen posible que el mundo recapacite. Gracias al don generoso del amor de Dios, todos podemos acceder a su generosidad y, con anchura de corazón, recibir al Señor y cambiar

Para recibir al Señor debemos estar dispuestos a llenarnos de su amor, «el amor puro, el amor generoso de Dios, que es un don gratuito, que no cobra». Medir y hacer un cálculo de nuestras relaciones humanas, en cambio, nos aleja del «sentido de gratuidad y generosidad».

Jesús nos enseñó a ver el rostro de las personas y a responder a sus necesidades, atenderlas poniéndonos en el lugar del otro. Jesús se insertó en nuestra historia para que todos comprendiéramos la vida no solamente en favor de los pobres, sino como los pobres la comprenden. Por eso se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza.

Entrar en el camino del Reino como pequeño es entrar y renacer del amor de Dios

«Esos ojos del Señor que perciben la realidad de otra manera, permiten también a Juan insertarse en el camino. Juan era un hombre sincero, capaz de denunciar las injusticias, de vivir pobremente y, sobre todo, de sufrir la consecuencia de lo dicho», dijo el Arzobispo de Lima.

«Entrar en el camino del Reino como pequeño es entrar y renacer del amor de Dios – prosigue – el Papa dice que, en esta Navidad, deberíamos intentar dejarnos regenerar por el Señor, renacer a un mundo nuevo desde cada uno de nosotros, pero uniéndonos también como sociedad».

Jesús es la Palabra que nos hace dialogar con todas las naciones, los pueblos, los creyentes, los creyentes de otras religiones, y los no creyentes. Por eso, el Papa Francisco también recordó que, si María ha venido como Virgen de Guadalupe, es porque María es mestiza y quiere llegar a todos, especialmente en nuestros países donde tenemos pueblos tan distintos pero tan necesitados de la presencia diversificada y unida de nuestra Iglesia.

«Que Dios nos bendiga, nos llene de alegría, y que en el corazón de la Navidad, podamos todos renacer también como país», concluyó.

La Celebración Eucarística en la Basílica Catedral de Lima contó con la presencia de representantes de la Mesa de Trabajo Intersectorial para la Gestión Migratoria; la Asociación de ex alumnos del Colegio de Nuestra Sra. de Guadalupe; el economista Igor Garafulic Olivares, Coordinador Residente del Sistema de las Naciones Unidas en el Perú.

Concelebraron Mons. Germano Penemonte, Secretario de la Nunciatura Apostólica en el Perú; y el padre Nivaldo Feliciano Silva, Secretario Ejecutivo Nacional Pastoral de Movilidad Humana (Conferencia Episcopal Peruana).

«María es fuente inagotable de la belleza de todas las culturas para que todos seamos reconocidos como sus hijos y así aprendamos a querernos. Por eso, la Iglesia también debe tomar la forma de los pueblos donde va», fueron las palabras del Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo durante la Fiesta de la Virgen de Guadalupe.

Mons. Castillo presidió la Celebración Eucarística en la Parroquia Santuario Nuestra Señora de Guadalupe del distrito de La Victoria. También estuvo presente el Padre Luis Sarmiento, Vicario de la Comisión de Vida y Familia.

Durante su homilía, el Primado del Perú resaltó que María «ha sido el signo que dejó el Señor en nuestro continente» para que pudiéramos reconocer el valor de la vida generada a partir de la mujer, siempre dispuesta a entregarse por sus hijos y «generar vida para todos».

De igual forma estamos «animados y seguros de que venimos de un don generoso de alguien que entregó su vida por nosotros», de Dios, que siendo de condición divina no retuvo para sí su categoría de Dios sino que se anonadó por nosotros y se hizo siervo y esclavo.

María es el antecedente más grande de ese amor que Jesús manifestó en la cruz

El Arzobispo de Lima también se refirió al mensaje del Papa Francisco durante la Solemnidad de la Virgen de Guadalupe: «ella es mujer, madre y mestiza», dijo el Santo Padre.

María es mujer

«Es una mujer servicial que visitó a Isabel y se quedó con ella los seis meses restantes de su embarazo. Por eso, también agradecemos al Señor porque nos envió a María de Guadalupe para visitarnos y quedarse con nosotros», indicó.

Esta condición de la mujer tiene algo muy importante para todos nosotros: es la dimensión femenina de la vida que siempre tiene como elemento esencial la entrega generosa y la delicadeza de la visita

«La condición de la mujer requiere ser reconocida en la Iglesia porque sin las mujeres no hay Iglesia. Pero tal como lo señala el Papa Francisco, no es suficiente con reconocerla, también hemos de colocar la condición femenina como fuente inagotable de experiencia de fe, de vida y de acción en la Iglesia», reiteró el Obispo de Lima.

«Todo ser humano tiene esa dimensión femenina y tenemos que reconocer que la delicadeza, la amistad, el cariño, la ternura, son fundamentales – explicó Mons. Castillo – y nuestro pueblo debe ser capaz de recoger el amor de la mujer en nuestro ser y convertirla en gestos concretos que puedan construir esta Iglesia linda que tenemos de comunidad».

María es madre

«María es madre generadora de vida y al generar a su hijo para nosotros, nos lo entrega, no es una madre posesiva. También nosotros debemos surgir como una sociedad que se cuida mutuamente y en donde todos participamos como una verdadera comunidad cristiana, donde todos podamos entendernos en medio de un país tan distinto y con tantas heridas. Por eso es que María es también madre de la justicia, es generadora de justicia», precisó.

María es mestiza

«El Papa nos recuerda que si María no fuera mestiza no hubiera llegado a todos los hombres y mujeres del mundo. Es el mestizaje de María el que permite que cada uno quiera a María y la interprete y la introduzca en cada cultura. La Iglesia debe tomar la forma de los pueblos donde va», subrayó Mons. Castillo.

María es fuente inagotable de la belleza de todas las culturas para que todos seamos reconocidos como sus hijos y así aprendamos a querernos

El Arzobispo de Lima recordó que «estamos llamados a tener un mundo en donde nos tratemos como personas, y todo depende de cuánto nos dejemos inspirar por el amor de María que es el amor del Espíritu Santo que vino a habitar en ella».

«María que, desde el corazón de los pobres siente y vive el amor de Dios, escucha la razón profunda en el llamado de Dios, reflexiona y se inclina y obedece. Se trata de un proceso profundo humano en donde está el sentimiento, está la grandeza, la realidad de la gracia y, simultáneamente, está la pregunta y la decisión libre de aceptar un camino que nos dio Jesús», fueron las palabras de Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú durante su homilía de este II Domingo de Adviento en la Basílica Catedral de Lima.

«En la antigua tradición de nuestra Iglesia, desde los orígenes, los padres de la Iglesia, meditando los textos que hemos escuchado el día de hoy, pudieron comprender hondamente que, para que naciera Jesús, era necesario que también la madre de Él fuera alguien que no tuviera mancha de pecado», comentó.

Refiriéndose al Evangelio de Lucas (1.26-38), Mons. Castillo indicó que María no solo está exenta de pecado, sino que es llena de gracia: «esto es sumamente importante porque su misión es darnos la gracia que ella recibió, esa gracia es Jesús».

María es la llena de gracia con una misión: hacer posible que toda la humanidad también salga de la desgracia del pecado, de los males, las injusticias, de los egoísmos, de la posesividad de comer el fruto del árbol de la ciencia y del bien y el mal

El Arzobispo de Lima explicó que «no se pueden poseer los principios» porque deben respetarse y descubrirse: «cuando pretendemos lo impretendible surge el mal en el mundo. Por eso, hay que tener la paciencia de aceptar la realidad con toda su complejidad y, sobre todo, con los principios implícitos, concretos, que están allí».

Tenemos el deber de descubrir los principios, no de poseer ni de inventar por encima de las condiciones con las cuales Dios nos ha creado.

«Miren ustedes cómo está el mundo a consecuencia del pecado» – reflexionó Mons. Castillo. Al deforestar o incendiar la Amazonía atentamos contra el principio naturaleza; al violentar y matar a las mujeres atentamos contra el principio respeto de las personas; y al abortar o hacer leyes abortistas atentamos contra el principio respeto de la vida por nacer.

Tenemos que entrar en la dinámica profunda de los principios que rigen nuestra vida, buscarlos juntos y adaptarnos a las necesidades de los demás considerando el principio persona humana

«En María, el Señor ha reparado el proyecto de seres humanos, hombre y mujer a imagen y para semejanza de Dios. Hemos sido creados según eso y había que restituir esa condición, y esa condición nos viene por la nueva Eva que es María, y el nuevo Adán que es Jesús», precisó el Arzobispo de Lima.

Una fiesta de esperanza, gracia y amor gratuito

En otro momento, Mons. Castillo dijo que la Fiesta de la Inmaculada Concepción es «una fiesta de esperanza» porque estamos «llamados a la gracia y al amor gratuito», y con la fuerza de ese amor poder crecer, ser una bendición y «solucionar todas las contradicciones y errores que cometemos».

También agregó que tenemos una inmensa alegría de recibir la gracia de María Inmaculada, una gracia que es fuente de alegría y refleja la abundancia del amor de Dios:

«Siempre hemos de recordar que la gracia, la abundancia del amor de Dios, no suscita una loca ilusión. María es una mujer profunda, es inteligente. Por eso, el Evangelista Lucas recuerda que María meditaba estas cosas en su corazón, las guardaba en su corazón porque sabía pensar hondamente en lo que recibía», subrayó.

El proceso profundo de María para entender el misterio de La Anunciación

¿Qué tipo de saludo es ese? ¿Cómo será eso si no conozco varón? «En esas preguntas, María aprende a entender el misterio, los principios de la vida, y el tierno amor que recibe del Padre», explicó el Primado del Perú.

Cuando el ángel le dice: ¡No temas María!, le abre un horizonte totalmente nuevo para la vida de todos los creyentes, una religión que no es de temor, sino de amor. Por eso, el ángel alienta a María a que expulse cualquier resquicio de temor que pudiera haber en ella.

«María que, desde el corazón de los pobres siente y vive el amor de Dios, dice finalmente: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su Palabra”. Es decir, después de escuchar que ella está llena de gracia, María reflexiona y finalmente escucha la razón profunda y se inclina y obedece».

«Esto es muy importante – reiteró Mons. Carlos Castillo – porque no se trata de una loca ilusión, se trata de un proceso profundo humano en donde está el sentimiento, está la grandeza, la realidad de la gracia y, simultáneamente, está la pregunta y la decisión libre de aceptar un camino que fue el camino que nos dio Jesús y por el cual nosotros hoy día nos podemos reunir».

«Vamos a dar gracias al Señor porque nos envió a María y ha reconstruido la humanidad desde ella, llena de gracia, para que todos en la abundancia de esa gracia podamos beber y vivir de ella», concluyó.

«Dios nos ha constituido en seres esperantes, abiertos, para entender la hondura de su presencia y de su venida. El Adviento es un tiempo para iniciar esta reflexión sobre cómo esperamos los creyentes y qué aportamos para la esperanza humana», fueron las palabras de Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú durante la Celebración Eucarística de este Primer Domingo de Adviento.

Mons. Castillo explicó que la Corona de Adviento es símbolo de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte, porque el hijo de Dios se ha hecho hombre y nos ha dado la vida verdadera: «Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inaugura el Tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan también que Jesucristo es la luz del mundo, su color verde significa la vida y la esperanza» – expresó.

«Encender semana tras semana los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad – prosiguió – hoy, Primer Domingo de Adviento, bendecimos esta corona y encendemos el primer cirio».

Esperar al Señor a través del servicio y la ayuda

Al acercarse el Día Mundial del Voluntariado, el obispo de Lima dirigió su mensaje a todos los grupos de voluntarios presentes en la Celebración Eucarística: «tenemos la alegría de comenzar el Adviento realizando lo que decimos en la oración inicial, esperar la venida del Señor realizando obras buenas», indicó.

El Adviento es un tiempo para iniciar esta reflexión sobre cómo esperamos los creyentes y qué aportamos para la esperanza humana.

«La humanidad está a la espera del Señor preparando su venida a través de las acciones de servicio y de ayuda a diversas personas, especialmente en los sectores en los que la humanidad sufre más y tiene graves tragedias que enfrentar, graves heridas que curar», resaltó.

Celebrar la esperanza contra toda esperanza

El Arzobispo de Lima dijo que el Adviento es una oportunidad para «celebrar la esperanza contra toda esperanza, la esperanza esperante, permanentemente abierta al Señor que viene». Por eso, Dios nos ha «constituido en seres esperantes, abiertos, para entender la hondura de su presencia y de su venida».

Dios ha enviado a su hijo que llegó para mostrarnos el camino del amor y nos dio la fuente de nuestras esperanzas. Él vendrá definitivamente a renovar el mundo para llenarlo de su amor

Refiriéndose a la Lectura del Profeta Isaías (2,1-5), Mons. Castillo explicó que lsrael siempre había vivido en la inseguridad, especialmente el sector sur de Israel, Judá – «había sido el pueblo pobre y despreciado, la parte de Israel que no se había desarrollado sino tardíamente» – comentó.

«Ellos imaginan bellamente que su Señor les daría una ciudad estable en un monte alto, a donde todas las naciones vendrían, y vendrían por una razón: porque de ese monte saldría la Palabra del Señor, que a la vez es justicia y derecho. «Israel será árbitro de las naciones, juez de pueblos numerosos… No se alzará la espada pueblo contra pueblo y no se adiestrarán para la guerra” – dice la Palabra».

La paz se consigue amando como el Señor nos ha enseñado

«Hoy día también la Catedral de Lima acoge a los grupos de voluntarios que no forjan espadas, sino que hacen arados, que no tienen en sus manos lanzas, sino que tienen podaderas. Tienen sus manos para curar y para cuidar, para alentar, para que no haya guerras sino paz», precisó.

La paz se consigue cuando nosotros nos disponemos a amar como el Señor nos ha enseñado desde esa Jerusalén en donde en sus afueras, el Señor entregó su vida.

El Señor nos invita a que «aprendamos a esperar» – recuerda el Primado del Perú – «nuestro Señor nos enseñó la compasión y la espera para que podamos tener tiempo de discernir nuestra vida y poder encontrar el camino que Él nos indique con un aprendizaje progresivo».

Estamos llamados a «despertar del sueño»

Y reflexionando sobre el Evangelio de Mateo (24,37-44), Mons. Castillo reiteró que «abriendo los ojos» es como debemos prepararnos en este Tiempo de Adviento : «el Señor de un modo muy sencillo nos dice que es necesario estar en vela, y San Pablo en su Carta a los Romanos (13,11-14.) también nos recuerda que es hora de despertarse del sueño» – apuntó.

«Uno se hace voluntario porque ha encontrado que vale la pena dar la vida por algo interesante, por eso, hay que estar con los ojos abiertos para ver dónde están los problemas. Esto es sumamente importante porque una moda de nuestra época moderna es considerar que la religión es algo solamente interior, en donde las personas vienen a rezar, se ponen de rodillas, oran al Señor con mucha hondura, con mucha fuerza espiritual, pero a veces con los ojos cerrados», subrayó el pastor de Lima.

Tenemos que plasmar en la vida con los ojos abiertos una respuesta a los desafíos que recibimos y, sobre todo, a los desafíos que vienen de los que más sufren.

Este llamado a despertar del sueño es también una indicación para nuestra ciudad, «una de las más espirituales del mundo», para poner el acento en las principales preocupaciones y dificultades que afrontamos como sociedad – «estemos siempre alerta para ver por dónde podemos enfrentar las situaciones, y eso es un problema que no solamente es individual, sino también comunitario, colectivo. Toda nuestra Iglesia y todos los cristianos de nuestra ciudad tenemos que estar bien atentos para ver cómo respondemos a situaciones muy complejas que tenemos» – acotó Mons. Castillo.

«Abrir los ojos» para responder los desafíos de nuestra sociedad

Por último, el Arzobispo de Lima exhortó a que podamos «empezar un camino de reconciliación» a partir del reconocimiento de los errores que se han cometido – «eso es urgente en nuestro país» – enfatizó – tenemos que responder a otro tipo de desafíos más cotidianos pero que están ligados también a los grandes desafíos que sufrimos como sociedad. Es una tarea de todos el poder resolver, por ejemplo, la corrupción, el desempleo, la seguridad social».

Como ciudadanos tenemos que entrar vivamente en esta dinámica para ensanchar la democracia

«Que podamos prepararnos realmente para la llegada de Jesús Niño, viendo de cerca que hoy ese niño que ya nació hace 20 siglos nos sigue llamando a actuar voluntariamente en servicio de los que más sufren», concluyó.

Este Primer Domingo de Adviento la Basílica Catedral de Lima recibió la visita de diferentes instituciones dedicadas al voluntariado: Centro Nacional de Voluntariado (CENAVOL), Voluntariado del Hospital Loayza, Voluntariado del Hospital Central de la PNP, Voluntariado del AVINABIF ( mamás voluntarias para el INABIF), Voluntariado del Hospital Naval Estela Maris, Voluntariado del Hospital del Niño, y Voluntariado de la Fundación Peruana de Cáncer.

El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo presidió la Celebración Eucarística por la Solemnidad de Cristo Rey en la Basílica Catedral de Lima. Hasta aquí llegaron los representantes de los movimientos, cofradías y hermandades de la arquidiócesis: «Que esta fiesta no nos llene de triunfalismo sino de bondad, que nos llene de los mismos sentimientos de Jesucristo, el cual, siendo de condición divina, no se creyó igual a Dios, sino que se anonadó y el Señor lo levantó, le dio el nombre sobre todo nombre», dijo durante su homilía.

«Hermanos y hermanas, es una gran alegría unirme al padre Rafael Reátegui, Vicario de la Comisión de Hermandades y Movimientos, y unirme a todos ustedes hoy en la Fiesta de Cristo Rey», comentó al inicio de la Celebración Eucarística.

Mons. Castillo inició su homilía explicando que Jesús fue descendiente de la tribu de Judá, en la parte sur de Israel, la región más pobre. Es por eso que nunca tuvo aspiraciones de poder o de «dirigir el mundo a través del poder».

Ser laico es el primer paso para entrar en el amor de Dios

«La búsqueda del poder es siempre un peligro cuando se hace para ser servido y no para servir – comentó el Obispo de Lima – Jesús es un hombre del pueblo, un laico común como cada uno de nosotros. Nadie es obispo ni sacerdote si no es primero laico, si no es un hombre del pueblo, si no es un hombre que, llamado por Dios en el corazón de la vida cotidiana, decide seguirlo porque el Señor nos llama, nos comunica su Espíritu y vamos caminando con Él».

Al celebrar la Fiesta de Cristo Rey tenemos que hacer «una pequeña diferencia con los reyes de la tierra, que justamente tienen pretensiones distintas a las de Jesús. Por eso el Papa Pablo VI quiso poner la celebración de Cristo Rey al final del año litúrgico para decirnos que Jesús es rey del universo porque está en el corazón de la creación y de la historia».

El Arzobispo de Lima explicó que «ser a imagen y semejanza a Dios es ser amados y aprender a amar como Dios nos ha amado», y por eso, no debemos usar este don para convertirnos en un «grupo de creídos» que se toma atribuciones y «hace la historia a su modo para disponer y maltratar a los demás».

Jesucristo es rey como fundamento de amor al cual todos siempre podemos regresar para reconstruir este mundo. Ser laico es el primer paso para poder entrar en ese amor.

La parroquia es el signo que dejó el Señor para acoger al pueblo

«La Iglesia es para todos, y sobre todo para el pueblo – añadió Mons. Castillo – la parroquia es el signo que dejó el Señor para acoger a todos». Y este pueblo que vive en medio de tragedias, pobreza y dificultades, es el pueblo laico fundamental, «sea o no cristiano, en él se ha encarnado el Señor y ése pueblo es imagen y semejanza de Dios».

Nosotros nos debemos a la gran mayoría del mundo que no pertenece ni a la Iglesia, ni a los movimientos, ni a las hermandades. Y si creamos las hermandades, los movimientos y la Iglesia por obra del Espíritu Santo es porque nos reunimos para servir, no para servirnos de la gente.

Nuevas formas de servicio y promoción de la vida del pueblo

El Primado del Perú hizo un llamado a los miembros de los movimientos, hermandades y cofradías de la arquidiócesis a pensar juntos en las nuevas formas de servir y ayudar a «promover la vida del pueblo con sencillez»:

«En este camino hacia la asamblea sinodal no podemos convertir las parroquias y las comunidades cristianas del pueblo en comunidades exclusivas de un determinado movimiento. Eso es una aberración -afirmó – porque la Iglesia matriz que está al servicio de todo el pueblo, si necesita la ayuda de los carismas, es para producir en el pueblo el camino de esperanza, de modo que el pueblo mismo en su cultura, en su barrio, en su lugar, en su localidad, aprenda según su intuición del Espíritu», expresó.

Este servicio que ustedes pueden hacer debe ser un servicio gratuito y sin cálculo. Ante todo hay que ser parroquia antes de ser una congregación o carisma

Este desafío implica acompañar al pueblo, fortalecerlo, y ayudarlo a que «vaya por su propio camino», porque estamos «al servicio de un pueblo que tiene una identidad única. Dios nos ha hecho a todos distintos y ha hecho posible que cada uno de nosotros podamos aspirar a cultivar algún aspecto especial y grande de nuestra fe que es signo de la presencia de Cristo en nuestras vidas».

«Nos debemos a las periferias existenciales» – precisó – Una Iglesia en salida no significa ir a traerlos «de las orejas» a nuestros movimientos o parroquias. Estamos en salida para que las personas «vayan felices por el camino, porque la Iglesia es signo y sacramento de salvación en medio del mundo, no es un partido político, no es un club, no es una organización cerrada que ve la historia como si el resto no importara. No es una secta, somos un grupo de servidores».

Una Iglesia donde nuestro pueblo crezca y madure

«Tenemos que caminar en una Iglesia donde nuestro pueblo se promueva, crezca y madure – dijo en otro momento – la autoridad en un grupo o movimiento se evidencia con su comportamiento. No se necesita hacer separaciones ni estridencias para que las personas obedezcan o tengan un sentido de amor al Señor».

«La autoridad se gana a través del proceso mismo. Se necesita tratar con amistad y cariño. No somos verdugos, somos padres, somos madres, somos servidores. Ayudémonos mutuamente en ese camino»

«Que esta fiesta no nos llene de triunfalismo sino de bondad, que nos llene de los mismos sentimientos de Jesucristo, el cual, siendo de condición divina no se creyó igual a Dios, sino que se anonadó y el Señor lo levantó, le dio el nombre sobre todo nombre», concluyó.

La Basílica Catedral de Lima acogió a los jóvenes del XX Encuentro Latinoamericano de Responsables Nacionales de Pastoral Juvenil (ELARNPJ) que se viene realizando por primera vez en nuestro país. Hasta aquí llegaron las delegaciones de jóvenes, obispos, sacerdotes y religiosos de 22 países de América Latina que participaron de la Celebración Eucarística presidida por Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú: «Ustedes están llamados a la misión de anunciar el Evangelio en el corazón de la vida de los jóvenes, con los últimos, los pequeños. Ustedes son el medio para que el Señor realice su voluntad en la historia» – comentó durante su homilía.

También estuvieron presentes Mons. Nicola Girasoli, Nuncio Apostólico en el Perú; Mons. Guillermo Elías, Obispo Auxiliar de Lima; y Mons. Alfredo Vizcarra, Presidente de la Comisión Episcopal para los Laicos y Juventud.

«Es una enorme alegría acogerlos en esta casa de donde Santo Toribio de Mogrovejo partió para anunciar el Evangelio en diversas regiones, y con su entrega y caminar, fue uniendo a nuestro país y estableció los lazos con los demás países y zonas de la Iglesia. Hoy, nosotros venimos por esos mismos caminos para reunirnos», expresó al inicio de la Celebración Eucarística.

La opción preferencial por los jóvenes que renuevan la Iglesia y el mundo.

Refiriéndose a la Lectura del Libro de Zacarías (2, 10-13), Mons. Castillo explicó por qué el Señor fijó su mirada en Judá, tierra sagrada: «Comprendía la parte sur de Israel, la región más pobre de la cual nació el Mesías, al igual que David, el más pequeño, el último, el joven».

Y recordando el lema del XX ELARNPJ «Los jóvenes somos tierra sagrada, el ahora de Dios», añadió: «El Señor quiere tomar posesión de toda la tierra sagrada de Israel a partir de los jóvenes, a partir del lugar donde David fundó la dinastía de la cual nacería Jesús».

Cada vez que existen problemas el Señor actualiza su promesa dinamizando la historia desde los últimos de la tierra. Por eso, la reflexión que ustedes hacen nos recuerda que la opción preferencial por el pobre es también la opción preferencial por los jóvenes que renuevan la Iglesia y el mundo.

La familia es fundamental para abrir el horizonte del mundo.

En el Evangelio de Mateo (12, 46-50), Jesús hace una corrección importante y profundiza el sentido de la maternidad y de la familia:

«La familia es algo fundamental e importante para la vida de la humanidad y de la historia – comenta Mons. Castillo – necesitamos familias que ayuden a abrir el horizonte de un mundo que busca ser salvado y liberado de tantas cosas duras que existen hoy. Por eso, Jesús hace una rectificación importante al preguntar – «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» – y señalando con la mano a sus discípulos agrega – «éstos son mi madre y mis hermanos, porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo es mi hermano, mi hermana y mi madre».

La familia de Jesús se extiende a la humanidad con todos aquellos que escuchan la voluntad de Dios. Sólo quien realiza la voluntad de Dios en la historia se deja poseer por el Padre y acompaña en el horizonte de la humanidad a hacer que las familias cumplan su misión.

Ensanchar la familia como ancho es el corazón de Dios.

Monseñor Castillo resaltó que la familia misionera es el proyecto familiar de la fe cristiana y la comunidad eclesial: «una familia que no se encierre en sí misma» – agrega – «la familia tiene sentido como cuna y desarrollo de seres humanos abiertos para redimir a toda la humanidad, para hacer posible que todos tengamos una vida habitable en el planeta, y para que la tierra que Dios quiere poseer sea habitada a través de personas que sirvan a otras para inundar de amor y de justicia al mundo».

«Hoy, la misión juvenil se convierte en una fuente inagotable de desarrollo familiar para ensanchar la familia como ancho es el corazón de Dios, que quiere que la tierra sea sagrada y no destruida, que quiere que los seres humanos vivan felices y no vivan depredando, maltratando, matando y destruyendo a las personas, llenándose de dinero y destruyendo lo más lindo que tiene la humanidad que es su capacidad de amar», precisó.

Estamos llamados a anchar también a la familia y a empalmar con ella en la dinámica grande de construir un mundo que puede resolver los grandes problemas de la humanidad.

Y dirigiéndose a los jóvenes responsables de la Pastoral Juvenil de América Latina, señaló: «Ustedes están llamados a la misión de anunciar el Evangelio en el corazón de la vida de los jóvenes, con los últimos, los pequeños. Ustedes son el medio para que el Señor realice su voluntad en la historia».

Dinamizar el Evangelio con la Pastoral Juvenil Kerigmática.

«Cuando el Señor manifiesta su voluntad y nosotros sintonizamos con ella, tenemos que hacer que haga eco en los propios jóvenes desde sus propias orientaciones – reiteró – tratando de que los jóvenes puedan abrirse a otros en forma dinámica y consciente».

Una experiencia juvenil donde solamente se adoctrina a los jóvenes y se les forma en serie destruye sus capacidades y no hace que el Señor posea a los jóvenes para transformar la tierra en el Reino de Dios.

Este desafío exige que «reflexionemos e introduzcamos eso que el Papa Francisco llama: la Pastoral Juvenil Kerigmática», que no se fija principalmente en la doctrina, sino en la «experiencia vivida de Jesús y que se ayuda con la doctrina para dinamizar todo lo que el Evangelio kerigmáticamente».

En ese sentido, Mons. Castillo explicó que nuestra primera tarea es «anunciar el Evangelio y escuchar la Palabra de Dios» para conversar y dinamizar nuestras vidas con una serie de ideas que anchen nuestro horizonte – «después podemos estudiar la doctrina y el catecismo, hay bastante tiempo en la vida» – dijo.

Una experiencia de fe inteligente en el corazón de los jóvenes.

En otro momento, el Primado del Perú habló de la necesidad de una experiencia de fe inteligente como la de María en el corazón de los jóvenes: «María medita las cosas dinámicamente, ágilmente, kerigmáticamente en su corazón. Por eso en el diálogo con el ángel pregunta y profundiza».

Hoy más que nunca se hace necesaria una experiencia de fe inteligente en el corazón de los jóvenes. Necesitamos lucidez y sabiduría por parte de los jóvenes, porque si no entramos en el kerygma nuestra pastoral muere.

«Que Dios los bendiga y que nuestra Iglesia pueda seguir los mismos pasos de San Toribio de Mogrovejo, caminar en salida, mirar al frente, a la otra orilla y no encerrar en sí misma, sino abrirse a los nuevos horizontes que el mundo nos presenta como un desafío», concluyó.

Jóvenes: queremos soñar con ustedes.

Mons. Nicola Girasoli, Nuncio Apostólico en el Perú, también dirigió unas palabras a los responsables de la Pastoral Juvenil de América Latina:

«Queridos jóvenes, queremos soñar con ustedes, necesitamos sus preguntas para caminar juntos. El Papa Francisco dice siempre que los jóvenes deben tener siempre el corazón encendido, porque solamente cuando el corazón está encendido se pueden crear relaciones interpersonales. Si los corazones están apagados se crean relaciones virtuales», declaró.

«Gracias queridos jóvenes. Gracias por haber caminado con nuestros hermanos obispos, sacerdotes y religiosos. Los felicitamos y esperamos que sigan siempre con esta fe, con estos sueños y con estos entusiasmos», finalizó.

Cerca de 3 mil personas acudieron a la Plaza Italia para ser parte de la Jornada Mundial de los Pobres, celebrada en el corazón de la capital limeña. Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, presidió la Celebración Eucarística y participó del almuerzo masivo.

La Plaza Italia, ubicada en el Cercado de Lima, fue el escenario elegido para albergar la III Jornada Mundial de los Pobres. Hasta aquí llegaron alrededor de 500 voluntarios de la Vicaría de la Pastoral Social y de la Dignidad Humana – Cáritas Lima, jóvenes del CAPU, religiosas de distintas congregaciones, la comunidad de Sant’Egidio, y muchas otras instituciones públicas y privadas.

La jornada inició desde muy temprano con una feria gratuita de servicios: asesoría legal y psicológica, servicios de salud, barbería y espectáculos en vivo. Al promediar el mediodía, la Parroquia Santa Ana acogió a la gran comunidad de los pobres de Lima, entre niños, jóvenes, mujeres y ancianos, para participar de la Celebración Eucarística.

Dar testimonio de Dios en situaciones de dificultad

Parroquia Santa Ana – Cercado de Lima

«Todo América Latina, todo nuestro continente y nuestros pueblos salen a las calles porque hay distintos problemas que a todos nos agobian, especialmente las poblaciones que no tienen los recursos para pagar todo lo que adeudamos por el sistema en que vivimos», comentó Mons. Castillo al inicio de su homilía.

Ante situaciones de dificultad corremos el riesgo de asumir dos actitudes: miedo o desesperación. Ante el miedo surge la paralización, y ante la desesperación y el apuro la violencia: «El Señor nos dice que el cristiano debe aprender primero a discernir, a reflexionar – explicó el Arzobispo de Lima – en segundo lugar, a dar testimonio de que Dios nos ama y que nosotros somos sujetos de ese amor, somos transparencia de Dios. En tercer lugar, ser constantes y perseverantes en la fe para arreglar este mundo y cambiarlo definitivamente».

Eso es lo que queremos hoy día con la Jornada Mundial de los Pobres: dar testimonio de que es posible el amor, la solidaridad entre unos y otros, y ayudarnos mutuamente a reparar las heridas de los que más sufren.

Sin los pobres no hay humanidad

«El Papa Francisco nos dice claramente que en una situación de dificultad debemos dar testimonio del amor de Dios. Él ha puesto al pobre en el corazón de la esperanza de la humanidad, sin los pobres no hay humanidad, y por lo tanto, vamos a luchar contra la pobreza a través de la dignificación de las personas, a través del reconocimiento y la amistad, haciendo un mundo más justo», agregó.

Francisco ha querido reunirnos porque quiere que alcemos nuestra voz juntos, con delicadeza, inteligencia, sabiduría y amor pleno, pidiendo el cambio y la conversión de todos. Eso requiere constancia, paciencia, porque no vamos a proceder con violencia, pero sí vamos a proceder con firmeza.

Repensar nuestra manera de expresarnos religiosamente

Mons. Castillo indicó que para atender la pobreza que vive nuestro país no basta con recurrir a los servicios de asistencia. Se trata de que «toda la sociedad ponga su centro en los que más sufren». Por eso, para recuperar la «médula de la religiosidad popularidad» tenemos que repensar «nuestra manera de expresarnos religiosamente» desde la propia Iglesia:

«A veces estamos todo el día pensando en quién será el próximo jefe de la Hermandad, quién será el próximo obispo, y nos olvidamos de la gente. Eso tiene que cambiar, porque ese modo de ver las cosas no mira al pobre, sino mira a sí mismo y a sus ambiciones» – resaltó.

Necesitamos una Iglesia que haga que las personas no vivan en forma frívola, con mucho dinero repartido entre muy pocos. Necesitamos que esas riquezas estén al servicio de que todos vivamos dignamente.

Un país «mezclado» que no se conoce

Pese a que somos un pueblo diverso donde «conviven todas las culturas del mundo desde hace siglos», nos hemos habituado a cholear, negrear, y chinear – «Nos acostumbramos a despreciarnos y a no apreciar la valía que tenemos» porque aún «no nos conocemos, convivimos como desconocidos. Nos hemos mezclado sin conocernos y eso es uno de los problemas más serios».

Dios hace posible en nosotros una transformación radical y es quien mejor puede ayudar en esa transformación de la dignificación de los que más sufren

Crear un mundo donde el centro sea el pobre

Al término de la Celebración Eucarística, el Arzobispo de Lima compartió un almuerzo con los más de 3 mil asistentes en el Monasterio San José: «Tenemos que proponernos un país en donde la pobreza disminuya y todos vivamos con dignidad, y para eso necesitamos, no hacer desaparecer a los pobres, porque como personas son valiosísimas, incluso el Papa Francisco les llama ‘el tesoro de la Iglesia’, « – dijo antes de la bendición de los alimentos.

Para vivir con dignidad tenemos que hacer el esfuerzo de crear un mundo donde el centro sea el pobre, el centro sean las personas que tienen dificultades y necesidades.

La Jornada Mundial de los pobres, «La Iglesia en salida a la ciudad» contó con la colaboración de distintas instituciones: Encuentros (ONG Jesuita), ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados), Barrio Seguro, ONG Portando Sonrisas, y la Policía Nacional del Perú.

Este evento no hubiera sido posible sin el apoyo voluntario y desinteresado de varias comunidades como Las Siervas del Plan de Dios, la comunidad de Sant Egidio, la Hermandad de los Santos Apóstoles, estudiantes del Instituto de Cocina D Gallia, el equipo de voluntarios de Cáritas-Lima integrados por Pastorales Universitarias (PUCP, San Marcos, ESAN, UTP, San Ignacio de Loyola), pastorales juveniles y pastorales sociales.

Instituciones que participaron en la Feria de servicios: SISOL, Municipalidad de Lima, Ministerio de Trabajo, Comisaría de San Andrés, Ministerio de Defensa, INABIF, Centro de Emergencia Mujer, UNFPA, World Visión, ONG COOPI, Voces Ciudadanas, MINSA, Banda de la Policia y de la Marina de Guerra del Peru, entre otras.

“El Señor nos sostiene, nos ilumina y nos fortalece en aquellos momentos difíciles”, dijo Monseñor Octavio Casaverde, Vicario General de la Arquidiócesis de Lima, durante la Celebración de la Santa Eucaristía correspondiente al Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario.

Perseverar en la Palabra de Dios

Al reflexionar sobre el evangelio de San Lucas (Lc 21.5-19), Mons. Casaverde resaltó que el Señor nos invita a discernir ante los acontecimientos difíciles de nuestra vida: «Perseveren en vuestra convicción personal y en la Palabra de Dios. Pónganse siempre en las manos de Dios porque Él está con ustedes para sostenerlos, para iluminarlos, para fortalecerlos ante las persecuciones. Manténganse firmes, no caigan negando su fe».

“El Señor dice claramente que van a aparecer usurpando mi nombre, van aparecer falsos profetas, y por eso nos recomienda no ir tras ellos, no seguirlos ni dejarse engañar»,comentó.

El Señor también comunica en este momento fuerza, sabiduría, sobre todo mucho amor y les asegura la vida

Ante la crisis que estamos viviendo en la humanidad, Mons. Casaverde hizo un llamado a «escuchar lo que el Señor nos dice» y permanecer firmes en la luz de su Palabra que nos ayuda a discernir:

“Queridos hermanos, Él nos sostiene, Él nos ilumina, nos fortalece en aquellos momentos difíciles ¿Quién no pasa momentos difíciles en la vida? Entramos en desesperaciones, pero en todo esto el Señor garantiza su ayuda, aquí ahora, en el presente, no después de la muerte”, añadió.

Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tránsito

Conmemoración por el Día Mundial en Recuerdo a las Víctimas de Siniestros de Tránsito

Y recordando el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico, Mons. Casaverde pidió por todas las personas víctimas de estos lamentables sucesos: «cuánto dolor, cuánta tristeza y desesperaciones, cuántos huérfanos generan los accidentes de tránsito».

«Hay que orar para que nuestras autoridades dicten leyes que puedan evitarse este tipo de tragedias. Ante toda esta desgracia ¿Qué hacer? ¿Qué nos dice el Señor? Mantenernos en la fe, ayudar, socorrer, corregir», subrayó.

Su alma vive, ellos nos están viendo, nos están escuchando y están sumamente agradecidos a todos nosotros que estamos aquí orando por ellos.

III Jornada Mundial de los Pobres

Y por último, también se unió en oración a la III Jornada Mundial de los Pobres convocada por el Papa Francisco: «los pobres son víctimas de esta crisis, víctimas de todas estas injusticias, de las ambiciones del egoísmo».

“Que el Señor nos acompañe y bendiga ante los problemas, ante las dificultades. Permanezcan en su fe, manténganse en el Evangelio, porque quien permanece en el Evangelio se salva aquí y también después de la muerte”, concluyó.

Central telefónica
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