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«Para orar hay que tener fe» – comenta Monseñor Guillermo Elías – «la fe queridos no es automática ni dada para siempre, sino que la fe se alimenta, la fe crece, la fe madura tanto por la oración como por la práctica de la misma justicia en la que todos tenemos que comprometernos».

El obispo auxiliar de Lima comenzó su homilía recordando la convocatoria del Papa Francisco en el Día mundial de las misiones: «el Santo Padre nos decía que es importante dar un nuevo impulso a la respuesta misionera de toda la Iglesia, que sigue siendo relevante. Hoy se nos anima a superar la tentación de cualquier cierre autorreferencial y cualquier forma de pesimismo pastoral para abrirnos a la alegre novedad que el Evangelio de Jesús siempre tiene para nosotros.» – señaló.

«En este domingo mundial de las misiones, seamos discípulos para hacer discípulos, no conquistando, no obligando, sino testimoniando, poniéndonos en el mismo nivel que el que escucha, discípulos de los discípulos, ofreciendo con amor ese amor que hemos recibido», expresó.

Una fe que crece en la oración constante

Refiriéndose al Evangelio de Lucas (18,1-8), Mons. Elías explicó que en primer lugar aparece un «Dios que escucha, atento a la súplica de su pueblo». En ese sentido, el evangelista Lucas es «quien más insiste en el lugar que ocupa la oración en la práctica de Jesús y en la necesidad para los discípulos de orar constantemente».

¿Pero qué entendemos cuando escuchamos «orar constantemente»? – «a veces rezamos, pero no oramos, a veces nos quedamos en la repetición de frases hechas, pero cuesta confiar nuestro corazón a la acción de Dios» – explica Guillermo Elías.

No solo en el tiempo de Jesús había jueces inicuos o viudas que claman por justicia sin conseguirla, lo sabemos bien hoy entre nosotros con la situación que vive nuestro país.

Una fe que madura en la práctica de la justicia

«Para orar hay que tener fe» – insiste Mons. Elías – «la fe queridos hermanos no es automática ni dada para siempre, sino que la fe se alimenta, la fe crece, la fe madura tanto por la oración como por la práctica de la misma justicia en la que todos tenemos que comprometernos».

Timoteo (3,14–4,2) en la segunda lectura nos señala el camino de esa fe: «nos debe educar en la justicia, estaremos así preparados para toda obra buena»:

La fe no sólo es pedir, clamar, esperar, es también responder a esa esperanza que Dios tiene en cada uno de nosotros, así estaremos preparados para toda obra buena.

Compartir nuestra experiencia desde la oración

Por último, el obispo auxiliar de Lima hizo un llamado a «llevar nuestra experiencia desde la oración del monte a la vida que se transforma cada día; mostrar con la vida e incluso con palabras que Dios ama a todos».

«La vida entonces es una misión en esta tierra – prosiguió – estamos para testimoniar, estamos para bendecir, estamos para consolar, para transmitir la belleza de Jesús, y esto lo esperan muchísimos en nuestro barrio, incluso en tu propia casa, en tu propia comunidad parroquial: redescubrir lo esencial de la fe católica que profesamos».

La misión comienza con la experiencia de la oración y desde allí nos descubre hacia afuera un camino importante para todos.

«Salgamos de nosotros mismos con la esperanza que el Dios en que creemos espera de nosotros, espera de ti, espera de mí, espera de todos – dijo en otro momento – eso es lo que quiere Dios, edificar un mundo desde la oración que aún espera, que aún anhela, que aún necesita que se le anuncie a Cristo».

«Que este domingo nos edifiquemos en esta Palabra y seamos mejores. Así sea», concluyó.

«A veces estamos más poseídos de las normas y de las formas que de eso que es la libertad de la fe cristiana. Dios nos ha amado para que seamos libres», fueron las palabras del Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo durante la homilía de este domingo XXVIII del Tiempo Ordinario.

«La relación con Dios no es una especie de negocio donde Dios nos hace favores y nosotros tenemos que pagarle», comentó en torno a la lectura del Libro de los Reyes (5,14-17) – «Dios nos hace dones milagrosos que nos constituyen a nosotros en personas amadas que comparten el amor que reciben».

El milagro de ser curado y reincorporado a la sociedad

Refiriéndose al Evangelio de Lucas (17,11-19), Mons. Castillo explicó que la actitud inicial de Jesús ante la honda necesidad de salvación y esperanza de un grupo de leprosos fue que puedan integrarse a una sociedad que los marginaba por el miedo al contagio:

«Lo que hace Jesús no es inmediatamente sanarlos, sino se preocupa de que vayan donde el sacerdote – añadió – y esto quiere decir que le preocupa que ellos puedan tener un acceso a la participación en la vida social a través del reconocimiento de que son ex-leprosos, que ya no tienen lepra, y así poder vivir como ciudadanos dentro de las ciudades».

El milagro de ser agradecido

Los envía ante los sacerdotes porque ellos estaban facultados para dar el «título de ex-leproso». Y aunque los diez leprosos estaban curados, y probablemente después de esto «hicieron sacrificios y holocaustos al Señor como mandaba la ley», uno de ellos, un samaritano, es el «único que hace una cosa nueva».

Este samaritano, «presentado como un extranjero, hace un gesto que tiene una especie de resonancia de lo que sucede cuando nosotros recibimos un regalo o un favor, esa resonancia del agradecimiento». Sin embargo, este gesto también implicaba «salir de las normas existentes en Israel para vivir su experiencia religiosa con libertad»:

«[El samaritano] se acerca dando gritos y lleno de alegría se postra ante el Señor y le agradece. Esta actitud la conocemos en todas las personas que tienen la alegría de haber recibido un don y de manifestarlo gratuitamente», expresó.

Ese camino es el que todo cristiano ha de recorrer para poder vivir una vida cristiana agradecida, llena de alegría y de gracia.

El milagro de vivir con libertad la fe cristiana

«¿Cómo es posible que solamente venga el extranjero y no vengan los otros nueve?» – pregunta el obispo de Lima aludiendo la «poca libertad» y formalidad que tenían los leprosos hebreos para vivir su fe. Pero la vida no se rige únicamente por las normas, y por eso, el samaritano tiene un «gesto más profundo que es la relación personal con el Señor y el agradecimiento vivo».

«A veces nosotros estamos más poseídos de las normas y de las formas que de eso que es la libertad de la fe cristiana. Dios nos ha amado para que seamos libres. Somos libres para amar – lo dice San Pablo – para ser libres nos ha liberado», acotó.

El primer milagro de Jesús es «haberlos reincorporado a la sociedad» – subraya el Primado del Perú – «haberlos sanado en su cuerpo y que uno de ellos agradece» son el segundo y tercer milagro. Pero hay un cuarto elemento: «El señor le dice:’¡Levántate y vete! Tu fe te ha salvado’ – Ser cristiano en el fondo es lo último, levantarse, resucitar, ser un cristiano libre y creador de amor, testigo del Evangelio».

Ser un milagro para los demás

«Habiendo iniciado nuestro mes del Señor de los Milagros, hemos acuñado este lema para que todos lo tengamos en el corazón: “Peruano, peruana. Cristiano, cristiana. Limeño, limeña ¡Sé tú un milagro para tu pueblo!” – no nos basta con pedir milagros, no nos basta con recibir los milagros, tenemos nosotros que aprender a ser un milagro para los demás».

Mons. Castillo recordó que ser un milagro «tiene diversas manifestaciones» porque todos tenemos la capacidad de «ponderar las situaciones y crear con inteligencia lo que es adecuado y justo para cada situación»:

«Ser un milagro para el Señor no es cargar solamente el anda del Señor de los Milagros, ser un milagro para el Señor es cargar con la esposa, y la esposa también cargar con el marido. Ser un milagro para el Señor es no exagerar en las reivindicaciones o deseos que tenemos, sino hacer las cosas en forma justa y adecuada, no alocarnos ambiciosamente por las cosas. Ser un milagro es que en nuestros gobernantes exista escucha de la gente, eso es un milagro».

«Todos tenemos que hacer una medida justa a las cosas» – insistió el pastor de Lima – «el amor de Dios es tan profundo que nos da la capacidad de ser inteligentes y justos, sobretodo en la situación trágica que estamos viviendo en el país. Tenemos que buscar la solución más adecuada y no pedir más de lo necesario».

«Vamos a rezar para que el Señor de los Milagros nos ayude a que cada uno de nosotros seamos un milagro para nuestro país, para nuestro barrio, para nuestra familia, para nuestros hijos, para nuestros hermanos y amigos, y así todos podamos reconstruir desde la gracia de Dios las desgracias humanas que vivimos», concluyó.

La Basílica Catedral de Lima recibió la visita de la comunidad MANTHOC (Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos) en el marco de 43 aniversario: «Que Dios los bendiga a todos y gracias chicos por haber venido hoy después de 43 años. Ya deben tener variar generaciones que ha sido milagros para los pequeños de nuestra patria» – comentó el Arzobispo de Lima.

«Nuestra respuesta como pastores, como dirigentes, como representantes tiene que ser siempre escuchar y responder después de haber escuchado, y hacerlo de forma profunda, atendiendo los latidos más hondos», comentó el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo durante su homilía en la Misa por la Nación celebrada en la Iglesia Las Nazarenas. Al finalizar pidió un momento de silencio para reflexionar juntos «cómo yo puedo ser un milagro para mi pueblo».

Misa por la Nación – Iglesia Las Nazarenas

Las lecturas de hoy nos recuerdan que el pueblo de Israel esperaba que algún día en el Valle de Josafat se juzgaran a los que maltrataron a Israel, y a su vez consolara a su pueblo protegiéndolo y auxiliándolo, es decir, bendiciéndolo.

El Evangelio nos muestra que mientras Jesús habla, y habla a una multitud inspirada por la misma Palabra de Jesús, una mujer levanta la voz, y la levanta para elogiar, alabar y bendecir a Jesús, pero lo hace en forma indirecta bendiciendo a su madre: ‘bendito el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron’

Así, la mujer del pueblo sencillo que conoce agradecida la presencia bendita de Jesús en medio de su pueblo como muchas mujeres también en nuestro país reconocen la presencia de Jesús en nuestra historia y en nuestra ciudad. Pero Jesús la ha escuchado, y no desprecia las palabras de esta mujer, sino que las valora, y las mejora, mejora su sentido de bendición alentando a ella y a su pueblo para que profundice esas palabras.

Jesús la ayuda y nos ayuda a percibir que la bendición, la dicha, la alegría, el aliento, vienen además a partir de la forma específica en que María es madre, escuchando la Palabra de Dios y poniéndola en práctica.

Escuchar y profundizar: labor de todo pastor

Misa por la Nación – Homilía (12-10-19)

Escuchar la voz del pueblo, y sobre todo de las mujeres del pueblo, y profundizar en su sentido, es la labor de todo pastor. Y aquí pastor no solamente significa aquellos que ejercemos como pastores de la Iglesia, sino la labor de todo dirigente, de todo representante, de toda autoridad, de todo profesional, de todo alcalde, de todo obispo, y de todo presidente.

Como dijo hace poco el Papa a los tres que formamos parte de nuestra comunidad de obispos que dirige la Iglesia de Lima:

“Necesitamos obispos capaces de escuchar el latir de las comunidades, de sus sacerdotes , incluso a distancia: sentir el latido. Pastores que no se contentan con presencias formales, reuniones de agendas o diálogos de circunstancias. A mí me vienen en mente pastores que se preocupan tanto de sí mismos que parecen agua destilada, que no sabe a nada. Se necesita pastores de la escucha que también sepan prestar oído inclusive a lo que no es agradable oír. Por favor, no se rodeen de lacayos y yes men… los sacerdotes “trepadores” que buscan siempre algo.. no, por favor” – Mensaje del Papa a nuevos obispos

Estas palabras en la Misa por la Nación nos ayudan a aprender a escuchar como Jesús hace a la gente, a interpretar el sentir profundo, el latido profundo que está detrás de sus palabras, porque detrás de eso está la inspiración de Dios, del pueblo que escucha a su Señor y que también desde el corazón de sus problemas quiere una respuesta, y nuestra respuesta como pastores, como dirigentes, como representantes tiene que ser siempre escuchar y responder después de haber escuchado, y hacerlo de forma profunda, atendiendo los latidos más hondos.

El milagro de ser una esperanza para nuestro pueblo

Nosotros como cristianos que acompañamos el recorrido de Jesús por nuestras calles también estamos llamados a escuchar primero la Palabra de Dios. Y es necesario reflexionarla, pensar mejor las cosas, saborear la Palabra, recapacitar y luego practicar lo que Él nos dice.

Se trata de reconocer los milagros que Dios ha hecho en nuestras vidas, pero también el milagro más grande que es Jesús, y además practicar a Jesús, sobre todo en los momentos que vivimos en que todos estamos en un proceso real de repensamiento y de cambio. Necesitamos escuchar para dejarnos inspirar y practicar lo adecuado y justo. Eso es especialmente para todos los que somos dirigentes del país, dejando de lado nuestras estrecheces y miserias, adquiriendo la apertura del ancho corazón de Jesús que no mezquina, sino que sale al encuentro del otro, que dialoga y reconoce lo que es justo y adecuado hacer. Así adquiriremos el ingenio que nos permita recrear nuestro país en un país justo y pacífico, así lo ha dicho nuestro presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Mons. Miguel Cabrejos, diciéndonos que ésta es una oportunidad única para superar la epidemia de la historia de la corrupción. Tenemos que seguir profundizando y viendo la mejor forma que todos estemos en ese camino sin que nadie falte.

No sólo hemos recibido de Jesús milagros, hemos recibido la misión de la dicha de compartir esos milagros, y por tanto, hemos elaborado este pequeño lema para todo este mes: “Peruano, peruana. Limeño, limeña. ¡Sé tú un milagro para tu pueblo!” – en la esperanza de que todos si nos entendemos como un milagro para el otro rehacemos nuestro ser para darnos enteros dando lo mejor que tenemos cada uno, eso supone reflexionar también cuántas heridas tenemos pero también cuántos valores y cuántas cosas interesantes para compartir con los demás.

Anchura de corazón para superar dificultades

Arzobispo de Lima, Mons. Carlos Catillo saluda al Sr. Presidente de la República, Ing. Martín Vizcarra.

Yo estoy seguro que todos los peruanos de una u otra posición, de cualquier manera de pensar, justamente por ser hijos y ser peruanos, y haber recibido los milagros del Señor, tenemos esa capacidad de salir de nosotros mismos. Cuando uno tiene diferencias es difícil que pueda reconocer al otro, pero en eso está la grandeza de nuestra fe, en que la anchura de corazón nos hace capaces de superar las situaciones, y por eso hoy día agradecemos al Señor que no se bajó de la cruz.

La última tentación de Jesús fue: si eres hijo de Dios demuéstranos que eres poderoso y bájate de la cruz y véngate de tus enemigos. Jesús no se bajó de la cruz, decidió mostrar que el rostro de Dios es el camino del amor, del perdón, del encuentro y de la apertura. Y se puso encima de la agresión de sus enemigos para traer la promesa de mostrar que Dios es un Dios noble, que es Padre de todos y nos permite caminar juntos.

Esa firmeza para mostrarse aquello que acepta inclusive al enemigo para poderlo cambiar es la que hoy día nos pide Jesús. Cuando a Jesús le pegaron una cachetada en la mejilla le dijo al guardia que le pegó: si he pecado dime en qué, y sino por qué me pegas – lo llamó a recapacitar, no le respondió con otra cachetada pero tampoco se quedó callado. La palabra, la palabra es capaz de transformarnos a todos, insistamos en la palabra, y qué grande es que todavía estemos por caminos democráticos en donde eso va ser posible.

Que Dios los ayude en este camino, pidamos justamente hoy día para que la Patria dialogue, para que las heridas que hay las superemos, para que nos miremos a la cara, para que nos comprendamos y nos apreciemos, no nos despreciemos. Por eso ahora tengamos un ratito de silencio meditando cómo yo puedo ser un milagro para mi pueblo.

Mons. Guillermo Elías, Obispo Auxiliar de Lima, presidió la misa de acción de gracias por el 193 aniversario del Instituto Nacional Materno Perinatal: “Sé que ustedes tienen la presencia de Dios constantemente» – expresó.

“Lo importante de un aniversario no es celebrar sólo el paso del tiempo, sino que nosotros pasemos por el tiempo y dejemos esa estela de una presencia que edifica a la institución en la cual estamos”, comentó al inicio de su homilía.

Refiriéndose a la Lectura de la profecía de Malaquías (3,13-20a), Mons. Guillermo recordó que orar implica un acto de absoluta confianza:

«El profeta Malaquías, levanta el anuncio al pueblo abatido y a las injusticias, haciéndole vislumbrar el cumplimiento feliz de sus promesas, ‘Dios hará brillar, le dice Malaquías, un sol de justicia sobre todos los que han confiado en él y ellos experimentaran su tierna compasión’ – esa compasión de un Dios que se revela, de un Dios que acompaña, de un Dios que aparentemente está escondido pero que en lo profundo del corazón conoce lo que realmente necesitamos», añadió.

El Padre bueno que siempre busca nuestro bien

Por otro lado, en el Evangelio de Lucas (11,5-13), Jesús nos recuerda que Dios es un «Padre bueno que siempre busca nuestro bien», y que con su ternura paternal nos responde en el momento oportuno.

El obispo auxiliar explicó que muchas veces las situaciones difíciles de nuestra vida nos permiten “crecer como persona, conocernos a nosotros mismos para ser fuertes y ver hasta dónde podemos soportar»:

La oración es la confianza puesta en un Dios que responde.

La ternura paternal de Dios nos recuerda que “sabe lo que realmente necesitamos», y por eso acudimos al Espíritu Santo para obtener una respuesta y discernir. “Sin el Espíritu no somos nada, nos desarmamos” – puntualizó.

Y dirigiéndose al personal del Instituto Nacional Materno Perinatal, Mons. Guillermo hizo un llamado a «tocar la puerta sin cansarnos» y poner nuestro servicio en manos de Jesús:

“Señor, estamos tocando la puerta, queremos invitarte a que entres en nuestras vidas. Queremos celebrar no solo el paso del tiempo sino el tiempo en nosotros, por eso queremos orar llamándote, pidiéndote, tocando la puerta sin cansarnos. Amén”.

«La fe no es simplemente la suma de verdades, sino algo más profundo, una relación íntima con ese Cristo que se pasea por nuestras calles para decirnos: “Ánimo, si tuvieras fe como un granito de mostaza podrías cambiar nuestro país”, comentó el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, en su homilía de este domingo XXVII del Tiempo Ordinario.

El Evangelio de Lucas 17, 5-10 es una oportunidad para entender «cómo es la fe cristiana». En ese sentido, Mons. Castillo explicó que la expresión «auméntanos la fe» muchas veces es pensada desde una perspectiva cuantitativa, como una «especie de sumatoria»:

«Muchas veces se piensa que nuestra fe es poca y que tiene que aumentar en cantidad» – añadió – pero en realidad se trata de una cuestión cualitativa, y el Señor lo expresa muy bien cuando nos dice: ‘Si tuvieran fe como un granito de mostaza dirían a este árbol ¡Arráncate de raíz y plántate en el mar! Y les obedecería’. «¿A qué se refiere el Señor? A que la fe es una relación interpersonal profunda e íntima con Dios».

«A veces pensamos que la fe es obedecer normas o creer verdades establecidas eternamente» – recuerda el obispo de Lima. Estas afirmaciones corresponden a una dimensión de la fe que tiene el «aspecto cognoscitivo». Pero hay algo más importante que es «la relación misma de fidelidad, la relación misma de ser uno con el otro, y de recibir del otro lo que nos quiere decir, creer y confiar en él».

Esperar a que Dios actúe en el momento adecuado

Refiriéndose a la invocación del profeta Habacuc (1,2-3;2,2-4): ‘¿Dónde estás Señor, por qué no actúas?’, el Primado del Perú nos invita a que aprendamos a ser fieles a la voluntad del Padre aún en situaciones de contrariedad:

«Para ser un verdadero cristiano sometemos a nuestro Padre celestial el juicio sobre lo que hemos de hacer, lo que es adecuado y justo para el bien de una situación que se genera siempre en complejidad, en la vida social y humana, en la vida diaria y en la relaciones personales».

La respuesta que recibe Habacuc es «un diálogo íntimo con el Señor» que le dice: ‘la visión espera su momento, se acerca su término y no fallará, tarda y espera porque ha de llegar sin retrasarse, el que no tiene el alma recta sucumbirá, pero el justo por su fidelidad vivirá’:

El creyente es aquel que en el corazón de las situaciones complejas no hace un juicio prematuro sino que espera, y espera a que Dios actúe. Y en el momento adecuado, inspirado por el Espíritu, decide.

«Esas decisiones no son solamente humanas – insistió – son decisiones inspiradas que todo creyente está llamado a hacer para que prime la voluntad del Señor y no el interés propio, la ambición propia y los impulsos propios».

Mes Misionero Extraordinario. Mes del Sínodo Amazónico

En otro momento, Monseñor Castillo se unió a la intención del Papa Francisco por el Mes Misionero Extraordinario, «un mes para anunciar la fe, para anunciar a los pueblos la confianza en un Dios que nos ama y que no nos falla, para adquirir fuerzas e inteligencia, para renovar la confianza en que es posible que los seres humanos nos tratemos mejor y tratemos mejor a la naturaleza».

Lo mismo hizo con el Sínodo para la Amazonía al calificarlo como «un espacio de conversación y de diálogo» para atender «nuestros problemas humanos».

La Iglesia siempre ha alzado la voz cuando toda la humanidad, y especialmente los pobres, son afectados. El Papa ha querido hacer este encuentro para ponernos de acuerdo y discernir con claridad.

«La Amazonía está en grandes problemas en dos sentidos: (1) Las poblaciones que viven allí y que están sometidas al peligro de ser perseguidas y eliminadas para hacer de la Amazonía un gran negocio internacional. (2) El peligro de que toda la humanidad se quede sin pulmón».

Tú puedes ser un milagro para los demás

Por último, el Arzobispo de Lima recordó la alegría y esperanza que genera la salida del Señor de los Milagros por las calles de Lima, una oportunidad de «renovar masivamente la fe de los peruanos para hacer mejor nuestra vida».

El pastor de Lima presentó el lema que acompañará nuestro camino en el mes de octubre: “Peruano, peruana. Limeño, limeña ¡Sé tú un milagro para tu pueblo!» ¿Por qué hemos puesto este lema? Porque a veces pensamos que la fe es pedir milagros al Señor, y si bien eso es parte de la fe, el milagro más importante es que tú seas un milagro para los demás», explicó.

Si todos somos un milagro para el otro, seremos también un milagro para todo el pueblo peruano, y aprenderemos a comprender y a querer, encontrando lo más bonito que tenemos, lo que Dios nos dio, nuestra vocación y nuestra manera de ser.

«Que Dios nos bendiga y nos ayude a ser un milagro para los demás y para nuestro pueblo peruano, Dios los bendiga y los haga creyentes fieles y animados», concluyó.

En el Día del Notario, la celebración eucarística contó con la asistencia del Dr. Mario Romero Valdivieso, Decano del Colegio de Notarios de Lima (CNL); y el Dr. José Marqueño de Llano, presidente de la Unión Internacional del Notariado Latino (UINL).

«Hoy la Iglesia nos convoca a una jornada de oración por y con los hermanos migrantes, a una jornada de reflexión y de cercanía a aquellos hermanos que han peregrinado», comentó Mons. Ricardo Rodríguez, obispo auxiliar de Lima, quien presidió la Misa por el Día del Migrante y del Refugiado.

En el marco de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, la Basílica Catedral de Lima recibió la visita de distintos representantes de la Vicaría Croata, la Vicaría Alemana, la Vicaría China, y autoridades de comunidades de inmigrantes venezolanos e italianos.

Monseñor Rodríguez inició su homilía explicando que el sentido de las parábolas relatadas por Jesús toma elementos de la vida diaria para armonizarlos y proponernos una enseñanza no solamente moral, «sino una enseñanza existencial»

El problema de no mirar «más allá del mantel»

Y refiriéndose a la parábola del pobre Lázaro (Lucas 16, 19-31), el obispo auxiliar de Lima explicó que el hombre rico terminó en el «lugar del tormento» por haber puesto toda su confianza en los bienes y no haber tenido corazón para ver al pobre: «hoy el Evangelio nos habla de un rico indolente, no pecador, no malo, un rico quizás con algo de miopía, que no veía más allá, no trascendía, pensaba que la vida la tenía asegurada».

«La parábola no dice que el rico era malo, o ser rico es malo, no dice tampoco que el pobre era bueno por ser pobre» – aclara. No se trata de conformarnos con el sufrimiento y la pobreza como vías para alcanzar la salvación porque eso representaría «una mirada demasiado ligera».

El error del hombre rico fue no mirar más allá del mantel, no mirar más allá de su plato, no darse cuenta que había, que existía alguien a quien le faltaba lo que a él le sobraba

«Si algo nos sobra, si algo hay en demasía es porque a alguien le está faltando, y el Señor nos pide no solamente un equilibrio en el corazón, el Señor nos pide que la existencia misma del hombre marque el equilibrio de amor a Dios y al prójimo», expresó.

Educar con sabiduría cuando se tiene y no se tiene

A través de esta parábola el Señor nos invita a repensar la administración de nuestros bienes para pedirle a Dios la sabiduría que haga posible «valorar» lo que tenemos:

«Es importante la educación en el tener – recalcó – enseñarle a los niños y a los jóvenes que valoren lo que tengan para que no se llenen de soberbia, para que no prescindan de Dios, para que no crean que lo que han conquistado es sólo fruto de su trabajo, de su entendimiento».

También es igual de importante «educar con sabiduría» cuando se padecen limitaciones y necesidades: «tanto el tener como el no tener nos puede alejar de Dios, a unos por la soberbia y a otros por la rebeldía, la protesta, el reclamo a Dios “¿Por qué no tengo? ¿Por qué al otro le das más que a mí?” Como si Dios fuera el encargado de distribuir los bienes según la cara que cada quien tenga. Dios no obra así».

Pensar en los peregrinos de la historia

Y recordando el mensaje del Papa Francisco por la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, Mons. Rodríguez señaló que a veces el miedo a perderlo todo nos apodera y paraliza en la historia, viendo al migrante como una amenaza:

«Eso no puede ser – exclamó – no podemos ver al otro y contemplarlo como una amenaza. “me va a quitar algo”, “se va a llevar algo, “se va a posicionar”. Hoy tenemos que pensar en los peregrinos de la historia, en los migrantes de la historia, aquellos hombres y mujeres, aquellas familias que a lo largo de la historia tuvieron que salir y dejarlo todo».

Hoy pedimos a Dios que bendiga a todos nuestros hermanos que a lo largo del tiempo llegaron al Perú y han contribuido, han colaborado para el desarrollo de esta patria.

«Una tierra se engrandece, crece, se hace inmensa, se hace firme y fuerte cuando quienes viven en la tierra la sienten como suya» – declaró en otro momento – «no solamente haber nacido en una tierra te da este sentido de pertenencia; vivir en esa tierra, recibir los frutos de esa tierra, te dan el sentido auténtico de pertenencia».

Antes de la bendición final, Mons. Ricardo pidió a toda la comunidad presente unirse en oración para que el Perú sea una tierra no solamente de ‘santos canonizados’ como decía el Papa Francisco, «sino una tierra donde el hombre trabaje y se esfuerce por hacerla grande, una tierra donde cada uno de nosotros nos empeñemos no solamente por sentirnos orgullosos de vivir aquí, sino orgullosos también de haber llegado».

La celebración eucarística contó con la presencia de Mons. Drago Balvanovic, vicario de la pastoral Croata; el padre Víctor Santoyo, OMI representante de la CONFER; el padre Nivaldo Silva de la Comisión Episcopal de Movilidad Humana, el padre Marko Jukic, el padre Vedran Bilic, misionero en San Ramón, y el padre Luka Pranjic, misionero en San Jacinto, Ecuador.

Mons. Guillermo Elías, Obispo Auxiliar de Lima, presidió la celebración eucarística en la Basílica Menor y Convento de Nuestra Señora de la Merced con motivo de la Solemnidad de María de la Merced: «Esta fiesta nos compromete a todos a seguir siendo el eco de ese Dios que es misericordioso», dijo.

Fiesta de Nuestra Señora de la Merced

«La Santísima Virgen María se aparece a San Pedro Nolasco en 1218 recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se declarara a gloria del cautivo, estos cautivos que eran llevados a sitios lejanos. Esta advocación mariana nace en un contexto concreto y se difunde al resto del mundo», comentó al inicio de la homilía.

«San Pedro Nolasco y sus frailes devotos de la Virgen María, la tomaron como patrona, la tomaron como guía, su espiritualidad es fundamental y es fundante en Jesús que es el libertador de la humanidad. Cristo es el libertador pero María es el modelo de la persona libre, y por ello esta importante orden toma a María como modelo de su propia existencia», continuó.

Pensar en las nuevas situaciones de cautividad

Y dirigiéndose a la Orden Mercedaria expresó: «Ustedes como comunidad se han dedicado a ayudar a los prisioneros y han tenido mártires y santos en este importante trabajo a lo largo de los siglos ¿Dónde están los cautivos ahora? ¿Dónde están los cautivos de este siglo? ¿Qué les inspira este día?»

Es necesario un compromiso con la historia de un país «enmarcado en situaciones concretas de cautividad», en realidades que están en la periferia pero que siguen siendo importantes tocar para «transformar desde la potencia del Evangelio».

Centrarnos en la conversión sinodal

Y recordando las palabras de Francisco durante el Curso de Formación para nuevos obispos en Roma, Guillermo Elías hizo un llamado a centrarnos en la conversión sinodal para «asumir el reto de construir una Iglesia nueva, recogiendo todo lo bueno que se hizo en la vida de una Iglesia particular».

«Esta fiesta nos compromete a todos, en especial a ustedes, a seguir siendo el eco de ese Dios que es misericordioso, que responde a un llamado de libertad para todo hombre y para toda mujer de todos los tiempos, bajo la acción del Espíritu», señaló.

Dar la vida y liberar al cautivo

Basílica Menor y Convento de Nuestra Señora de la Merced

Por último, el obispo auxiliar de Lima agradeció a la Orden Mercedaria por su testimonio de servicio, vida y entrega a los más pobres:

«En nombre del Arzobispo de Lima, Mons Carlos Castillo, les decimos y recordamos la importante tarea del carisma propio de esta orden: liberar al cautivo, dar vida al que no tiene vida, porque el único que libera profunda y realmente al hombre es Jesucristo».

Que María, modelo de la persona libre, nos ilumine. Recordemos todos que en Cristo está la vida y en María el modelo de esa vida

«Quienes veneran a la Virgen de la Merced recuerden que en Cristo podemos ser libres y tenemos que ser instrumentos de libertad para otros, en nuestras propias casas, en nuestros centros de trabajo. Que la fe católica que profesamos nos potencie a ser instrumentos de vida, instrumentos de libertad, instrumentos de fraternidad para todos», concluyó.

Los bienes son una bendición de Dios «sólo si sabemos emplearlos para el servicio de todos, de manera solidaria, para atender a aquellos a quienes atendió Jesús en el Evangelio», comentó el R.P Juan José Salaverry Villarreal OP, vicario de la Comisión Episcopal de la Vida Consagrada, quien presidió la misa del domingo XXV del Tiempo Ordinario en la Basílica Catedral de Lima.

Pensar en grande es pensar en una vida digna

Tomando la lectura de San Pablo a Timoteo (2,1-8), el padre Salaverry explicó que todos los hombres debemos llevar una «vida tranquila, pacífica, religiosa y digna”; por eso tenemos que «pensar en grande» y no de manera mezquina:

“Dios piensa en grande para nosotros, Dios quiere para todos nosotros una vida digna de los hijos de Dios, Dios quiere para todos nosotros la salvación”, añadió.

Solo cuando dejamos de pensar en nuestros propios intereses y pensamos de manera solidaria lograremos el Reino de Dios. Para ello necesitamos hacer un uso responsable de los «medios justos, medios que estén de acuerdo con la Palabra del Señor».

Hacer uso responsable de los bienes que tenemos

Alumnos del Colegio San Ricardo de La Victoria

“Las lecturas también nos presentan algún elemento que debe ser replanteado y repensado dentro de estos medios para alcanzar el ideal de la vida estable, tranquila, pacífica y decorosa, y uno de los medios importantes, inevitablemente es el dinero»

«En este sentido, Amos (8,4-7) el gran profeta del reclamo social, eleva su voz para que entendamos que ese bienestar no es posible sin la justicia, que este bienestar no es posible desde el abuso, que este bienestar implica un buen uso del dinero y de los bienes temporales que el Señor ha puesto en nuestras manos”, indicó.

Siguiendo el mismo reclamo del profeta Amos, la predicación de Jesús en el evangelio de San Lucas (16,1-13) nos recuerda que el dinero puede ser un «medio de condenación, porque no podemos servir a Dios y al dinero”

Dios es el centro de nuestra verdadera seguridad

¿Qué estamos realmente dispuestos a perder en la vida para ganar el verdadero ideal y la verdadera vida que nos ofrece Jesús? – preguntó Salaverry – Es necesario tomar una opción y es necesario tomar una decisión para poder perder a veces esa seguridad que nos pueden dar los bienes materiales, para ganar realmente la vida en Cristo.

“Nosotros con la seguridad económica podemos conseguir todo de manera efímera, de manera irreal, porque la verdadera seguridad, aquella seguridad que nos ayuda a conseguirlo todo, la debemos de centrar en Dios”, acotó.

Nosotros somos hombres y mujeres inteligentes y debemos de proceder también con astucia frente a todo lo que el Señor nos ha dado en administración

Es por eso que el Señor nos invita a replantear nuestra vida para que «volvamos al sitio de nuestra verdad, de tener a Dios como nuestro todo y como nuestra auténtica y única seguridad”. Los bienes materiales pueden ser una bendición de Dios «sólo si sabemos manejarlos, si nosotros sabemos emplearlos para el servicio de todos, de manera solidaria, para atender a aquellos a quienes atendió Jesús en el Evangelio».

Servir a Dios por encima del dinero significa recordar el amor gratuito de Dios que ha sido generoso con nosotros. Sirviendo a los demás como Él ha sido es la única manera de alcanzar “la vida en grande, la vida en equilibrio, la vida en paz, en tranquilidad, en decoro, la vida digna de los hijos de Dios.”

«Que el Señor nos ayude a alcanzar este ideal y que cada uno de nosotros ponga de su parte para servir sobre todo a Dios y para que Dios sea nuestra única seguridad», concluyó.

“Necesitamos el silencio de la fe y la contemplación de Juan Macías para poder dar buenas soluciones a las realidades de nuestra vida”, comentó el padre Juan José Salaverry Villarreal durante la celebración eucarística que presidió en la parroquia San Juan Macías del distrito de San Luis. También estuvieron presentes el párroco Guildo Flores y el vicario Alfonso Julián.

“Hoy día dentro de toda la galería de santos que adornan nuestra historia y la de nuestra Iglesia, celebramos la fiesta de San Juan Macías», recordando su historia, los grandes milagros y prodigios que vivió, «el gran espíritu con que se unió a Dios, la contemplación que ha sido el emblema de la vida espiritual de San Juan Macías, la abnegación por los pobres y por los más necesitados para servirlos en sus necesidades vitales”.

Actualizar el mensaje de los santos

Juan José Salaverry Villarreal, Vicario episcopal de la Vida Consagrada

Salaverry resaltó la importancia de “actualizar el mensaje de los santos para saber qué nos dicen hoy” a partir delas situaciones que vivieron en su época: «son una fuente de lecciones» – y compartió tres lecciones de la vida de Juan Macías:

“En primer lugar, San Juan Macías fue un hombre de trabajo, nuestro pueblo es un pueblo trabajador, nuestro pueblo es un pueblo abnegado y San Juan Macías ha sido un hombre que buscó trabajar para superarse en la vida”, acotó.

Como segunda lección destacó el carácter desinteresado de San Juan Macías que trabajó para beneficio de la sociedad necesitada: “si se le llama ‘ladrón del purgatorio’ es porque trabajó con su oración para rescatar las almas del purgatorio”, expresó.

Trabajar por una realidad mejor

Parroquia San Juan Macías del distrito de San Luis

San Juan Macías nos alienta en “esta tarea secular de trabajo para decirnos que seamos exigentes, seamos generosos, seamos honestos en nuestro trabajo”, porque el trabajo es “la ofrenda que podemos presentar a Dios de habernos esforzado por conseguir un mundo mejor, una realidad mejor, un Reino de Dios posible en nuestra tierra, que fue lo que quiso conseguir San Juan Macías con su trabajo sencillo”.

«San Juan Macías es también el patrono de los migrantes, desde muy joven marchó a tierras ajenas y lejanas para encontrar su lugar aquí, en nuestra tierra de Lima», agrega Salaverry como tercera lección.

“San Juan Macías se identificó con la tierra a la cual llegó y por eso lo consideramos nosotros santo peruano, se identificó con Lima, se identificó con el Perú, se identificó con los peruanos que lo habían acogido, trabajó para los peruanos con honestidad, con tranquilidad, buscando la paz y la armonía”.

Identificarnos con la tierra que nos acoge

Es por eso que la experiencia de Juan Macías debe ser una “lección de vida”, una inspiración que debe servirnos a todos afrontar la crisis migratoria que se vive actualmente en nuestro país, porque él fue “un hombre de valor en la tierra extranjera”.

“San Juan Macías todo lo miraba desde la fe, y Martín de Porres —gran amigo de San Juan Macías— tuvo muy buen ojo para descubrir esta cualidad muy propia de San Juan Macías para ser un hombre de recogimiento y de fe”.

El silencio de la fe y la contemplación para tomar decisiones

Restos de San Juan Macías

“Nosotros vivimos en una vida muy ajetreada, con mucha bulla y muchas interrupciones – prosiguió – necesitamos el silencio de la fe y la contemplación de Juan Macías para poder dar buenas soluciones a las realidades de nuestra vida”.

En ese sentido, para cultivar la oración y la espiritualidad de Juan Macías no basta con rezar y venir a misa, hay que “saber interiorizar, contemplar, guardar silencio, para poder escuchar la voz de Dios en medio del silencio”.

“Juan Macías fue un amante del silencio, ese silencio que dentro del bullicio de nuestra vida diaria no encontramos. Por eso el mundo necesita cambiar, trabajar, entender y respetar la tierra donde nos encontramos”, finalizó.

«Dios espera nuestro regreso como aquel papá de la parábola del Hijo Pródigo que esperaba con muchas ansias su retorno», comentó Mons. Octavio Casaverde, Vicario General de la Arquidiócesis de Lima durante la homilía del XXIV por el Tiempo Ordinario.

La Basílica Catedral de Lima recibió la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza. También se hicieron presentes autoridades del Colegio de Contadores públicos del Perú en el marco de su 59 aniversario.

Citando el Evangelio de Lucas (15, 1-32), Mons. Casaverde se refirió a la actitud soberbia, discriminadora y exclusivista de los fariseos que cuestionaban a Jesús por recibir a los pecadores y comer con ellos: “Indica la apertura de Jesús – explicó – esa actitud comprensiva del Señor» que nos corrige y enseña que «todos somos hermanos ante Dios, somos miembros de la familia humana».

Dios nos corrige y devuelve la dignidad

«Dios no margina a nadie, al contrario, él busca siempre al que comete errores y reconociendo esos errores trata de corregirse. Eso alegra a Dios, y eso es lo que quiere Dios para nosotros, que seamos felices», añadió.

«La parábola del hijo prodigo que hemos escuchado explica claramente por qué Dios se alegra tanto por un pecador que se convierte – reflexionó Mons. Casaverde. La actitud del padre que sale corriendo a llenar de besos a su hijo y «le devuelve su dignidad» nos ayuda a comprender que Jesús vino a «ordenar nuestra vida para buscar el camino que lleva a la felicidad, al bienestar»:

«Dios espera nuestro regreso como aquel papá de la parábola que esperaba con muchas ansias el retorno de su hijo… Jesús hasta en el medio de su sufrimiento y de su suplicio de la cruz, perdona a sus enemigos y pide perdón por ellos», indicó.

El amor entrañable de Dios que nos perdona

«Dios siempre acoge, celebra una fiesta así en el cielo. Por un pecador que se convierte hay alegría, Él nos ama con amor entrañable, por eso ha muerto por nosotros en la cruz, para salvarnos del pecado, de ese sufrimiento, de ese desorden que nos lleva siempre a un conflicto interior y exterior también»

Jesús sale a nuestro encuentro, nos acoge y nos comunica su fuerza, su luz y su amor, para poder orientar nuestra vida, gobernarla con la ayuda de Dios

Y dirigiéndose a las autoridades del Colegio de Contadores públicos del Perú, Mons. Casaverde encomendó una oración a «Nuestra Señora de la Esperanza para que ella interceda por sus proyectos, sus logros, que los fortalezca en medio de las dificultades que no faltan, en medio de las incomprensiones, las injusticias de las que ustedes son víctimas»

«Que este aniversario 59 sea ocasión para renovar su compromiso de ejercer su profesión siempre según el corazón de Dios, con espíritu de servicio. Renueven también en esta celebración su compromiso de fortalecer el colegio de contadores, trabajen siempre por su unión, por su fraternidad y el Señor estará siempre con ustedes», finalizó.

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