Tag

arquiactividades

Browsing

En el marco del Día del Archivero Peruano, conversamos con el señor Melecio Tineo, que está por cumplir 40 años como archivero del Archivo Arzobispal: «Nosotros somos guardianes de la custodia de un gran tesoro documental y tenemos que seguir trabajando con dedicación y esmero para poner a buen recaudo el Patrimonio Documental de la Nación», expresó emocionado.

Melecio Tineo – Archivero.

Cada 10 de mayo se celebra en nuestro país el Día del Archivero, fecha que nos recuerda el trabajo profesional, la dedicación y el servicio de nuestros archiveros para la conservación de documentos históricos.

El archivero, además, tiene una elogiable tarea, pues se encarga de clasificar la documentación diversa para lograr la búsqueda sencilla y obtención de los legajos. “Los archivos custodian decisiones, actuaciones y memoria. Los archivos conservan un patrimonio único e irremplazable que se transmite de generación en generación”, ha dicho Consejo Internacional de Archivos.

Nuestra Iglesia de Lima, por su parte, reconoce el silencioso pero encomiable esfuerzo de nuestros archiveros, especialmente del equipo que custodia nuestro Archivo Arzobispal, con documentos históricos sobre visitas pastorales, causas civiles, procesos de beatificación, entre otros archivos que datan desde 1545 a la fecha.

Este es el caso del señor Melecio Tineo, que este año cumple 40 años trabajando en el Archivo Arzobispal, y que nos contó que su interés por el oficio de archivero nació en 1978, cuando recibió una invitación por el entonces director del Archivo Arzobispal, Monseñor Valentín Trujillo Mena, a quien considera su maestro y mentor archivístico: “En aquella ocasión quedé tan impresionado de poder presenciar documentos tan antiguos que despertó en mí la curiosidad por indagar y saber sobre su contenido”, indicó.

De esta forma, la gran impresión llevó a Melecio a iniciar su camino como archivero, aprendiendo poco a poco de Monseñor Trujillo y, posteriormente, siendo parte del equipo arzobispal hasta la fecha: “La vocación debe ser uno de pilares en toda profesión u oficio. Es lo que nos permite realizar  nuestro trabajo con amor, y además, se complementa con la honestidad, la puntualidad y el respeto”, acotó.

Desde hace 40 años, Melecio Tineo es archivero en el Arzobispado de Lima.

Y si bien la tecnología ha revolucionado el mundo, en la actualidad, el archivo sigue siendo de vital importancia e imprescindible para salvaguardar el registro documentario y la historia:

“No todos los archivos tienen sus fondos documentales digitalizados, razón por la cual, el archivo material o físico se convierte en fuente imprescindible para la consulta. Además, los documentos originales son irremplazables, en estos papeles viejos y amarillentos está la vida cotidiana de las comunidades, su actuación social, cultural, religiosa, política, económica, artística, etc., a través de los siglos”, señala Tineo.

«Me llena de emoción servir a mi país».

De otro lado, a lo largo de su trayectoria, Melecio ha elaborado y publicado varios libros e instrumentos descriptivos para facilitar el trabajo de los investigadores y tener un mejor control de los documentos. Algunos de ellos tales como Archivo Arzobispal de Lima y sus Fondos Documentales (Lima: UNMSM, 1992); La  Fe y la  Costumbres: Catálogo de la Sección Documental de Capítulos del Archivo Arzobispal de Lima (1600-1898) (Cuzco: 1992); Vida eclesiástica: Perú Colonial y republicano: catálogos de documentación sobre parroquias y doctrinas  de  indios. Arzobispado de Lima: Siglos XVI- XX (Cuzco: 1997 – 1998, 2 tomos) entre otros.

Melecio asegura haber descubierto documentos relevantes para nuestra historia -muchos de ellos – trabajados por prestigiosos investigadores, como la carta autógrafa del general don José de San Martin dirigida al Deán del Cabildo Metropolitano de Lima, Javier Echague, escrita el 3 de agosto de 1821, y que se encuentra conservada en el archivo provincia dominicana de San Juan Bautista del Perú.

Melecio Tineo confesó sentirse agradecido con Dios porque su trabajo le da mucha paz espiritual y tranquilidad: «me llena de emoción servir a los demás y a mi país», afirmó.

En esa misma línea, también agradece haber compartido experiencias con diferentes personalidades, entre ellas, Monseñor Landázuri, a quien recuerda con mucha alegría.

En el Día del Archivero Peruano, Melecio animó a quienes siguen su misma vocación a continuar una labor tan fundamental y valiosa para nuestra historia peruana: “Nosotros somos guardianes de la custodia de un gran tesoro documental y tenemos que seguir trabajando con dedicación y esmero para poner a buen recaudo el Patrimonio Documental de la Nación”.

A través del siguiente poema escrito por nuestro Arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, queremos saludar a todas las madres de nuestro país, especialmente a nuestras madres enfermeras, médicas, bomberas, policías, personal de limpieza y voluntarias. A todas nuestras madres de las ollas comunes y a nuestras madres de la Pandemia que, con sus vidas, continúan dando testimonio de Jesús Resucitado.

Canta Mamacha
Autor: Carlos Castillo Mattasoglio.

Mami…
Un año que no hablamos.
El silencio aún invade nuestros rostros.
Muchos se han ido a donde estás,
y nos hemos quedado anonadados,
solos, tristes, paralizados.

Mamá, ¿Estarás cantando aún
en la grieta de este oceánico pesar?
Pareciera que no,
y, sin embargo, se escucha una música en el fondo,
la voz inmaculada de tu paso por la tierra.
Ésa que nos arrullaba de niños en la noche:
“María lavaba, san José tendía,
los ricos pañales, de la romería”,
así nos dormías para levantarnos felices de mañana.

Cómo quisiéramos sentirte cantar, mamita,
cómo quisiéramos que arrullaras
a Lete y a Felipe,
a Lidia y a Miguel,
a Lucho y a Rosita.
Cómo ansiamos tu arrullo resucitador,
aquel que nos hacía encontrarnos “desayunados todos”.

Parece una esperanza vana sentir tu cantar,
y es que cuando lo musitabas
sabías que dormiríamos para despertar,
sabías que no tiene otro sentido el canto,
sino salir de nuestro lecho y amar.
Nuestro pueblo, tu pueblo, madre, te reclama.
Reclama tu canto que no olvida al niño dormido,
que resucita al pueblo arrasado.

Canta madre, canta como María,
engrandece con tu alma al Señor,
alegra tu espíritu en Dios, nuestro salvador.
Él siempre mira tu pequeñez,
para que todas las naciones te proclamen dichosa.
Canta madre para que se levante tu pueblo de la postración,
y dile a nuestro Señor que sabe hacer en tu favor grandes cosas
porque su misericordia llega siempre
de generación en generación
a todos tus hijos e hijas.

Recuérdale que Él hace proezas con su brazo,
que dispersa a los creídos y autosuficientes,
que derriba del trono a los poderosos,
levanta a los pobres y a tu país.
A los humillados, marginados y abandonados,
a los enfermos y a quienes la Pandemia durmió.
A los que pululan por las calles sin un centavo,
a los que ya no respiran y necesitan tu aliento,
al que ni una cama consiguió.

Cántanos que Dios llena de bienes a los hambrientos,
suscitando el compartir y la solidaridad,
despidiendo a los ricos con las manos absolutamente vacías,
sin tacañería ni mezquindad.
Y que siempre acoge y recuerda a su pueblo humilde,
sin olvidar su misericordia,
con firmeza, pero sin venganza,
como lo anunció a Abraham
y a todos nosotros sus descendientes.

Mamacita, si nos cantas así,
allí donde estás, por más que nos vayamos
y por más que nos ausentemos,
tu canto servirá de encanto,
capaces de muertos, Resucitar.

Tú no llores, canta desde el cielo, madre,
como el canto puro de la Kurku,
que también en ti está Dios cantando,
desde la tierra, desde las heridas,
desde estos abismos sociales,
desde los desiertos y las anchas selvas orientales.

Canta Mamacha, tu canto sirve de encanto,
capaces de muertos, Resucitar.
Estarás triste tú también
por todo lo que sufrimos,
por los enormes egoísmos de algunos
Pero canta Mamacha, cántanos como María,
para no sufrir, para no llorar,
para nosotros también cantar como tú,
cantar para, unidos y solidarios,
Resucitar.

En el Día del Trabajo, recordamos las palabras del Santo Padre, Papa Francisco, quien invocó a la figura de San José, hombre fiel, humilde y trabajador, para saludar a todos los trabajadores y las trabajadoras en su día:

Que San José, el humilde trabajador de Nazaret, nos oriente hacia Cristo, sostenga el sacrificio de quienes obran el bien e interceda por todos los que han perdido el trabajo o no consiguen encontrar uno.

Dijo el Sumo Pontífice.

Por otro lado, en la Solemnidad de San José Obrero, fue publicada la Carta que el Papa Francisco ha enviado la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, a los Presidentes de las Conferencias de Obispos de toda la Iglesia sobre las “Nuevas Invocaciones en las Letanías en Honor al Patrón de la Iglesia universal”.

Resaltar la figura del Patrón de la Iglesia.

En la Misiva, firmada por el Secretario de este Dicasterio, Monseñor Arthur Roche, se recuerda que, en el ciento cincuenta aniversario de la declaración de San José como patrón de la Iglesia universal, el Santo Padre Francisco ha publicado la Carta Apostólica Patris corde, con la intención de «que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes, como también su resolución». En este sentido, ha parecido oportuno actualizar las Letanías en honor de San José, aprobadas en 1909 por la Sede Apostólica, añadiendo siete invocaciones tomadas de las intervenciones de los Papas que han reflexionado sobre algunos aspectos de la figura del Patrón de la Iglesia universal.

Siete nuevas invocaciones.

Las nuevas invocaciones han sido presentadas al Santo Padre, quien ha aprobado su inserción en las Letanías de San José, y son las siguientes: «Custos Redemptoris» (cf. san Juan Pablo II, Exhort. Apost. Redemptoris custos); «Serve Christi» (cf. san Pablo VI, homilía del 19-III-1966, citada en Redemptoris custos n. 8 y Patris corde n. 1); «Minister salutis» (san Juan Crisóstomo, citado en Redemptoris custos, n. 8); «Fulcimen in difficultatibus» (cf. Francisco, Carta Apost. Patris corde, prólogo); «Patrone exsulum, afflictorum, pauperum» (Patris corde, n. 5).

Las Letanías en las lenguas locales.

Asimismo, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos exhorta a las Conferencias Episcopales a traducir las Letanías a las lenguas de su competencia y publicarlas; dichas traducciones no necesitarán la confirmatio de la Sede Apostólica. “Según su prudente criterio – se lee en la Carta – las Conferencias de los Obispos podrán insertar también, en el lugar apropiado y conservando el género literario, otras invocaciones con las que se honra particularmente a San José en sus países”.

Así como insertó Santo Toribio la Iglesia en los quehaceres recónditos de nuestro pueblo, nosotros hoy hemos de insertar nuestras propuestas, allí donde se gestan los nuevos relatos de la humanidad peruana, en sus lenguajes y sentires

Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima (Carta Pastoral)

Cada 27 de abril, la Iglesia de Lima recuerda a Santo Toribio de Mogrovejo, Patrono del Episcopado Latinoamericano, también conocido como “Santo Padre de América”. En esta oportunidad, el Arzobispado de Lima difunde, de manera gratuita, las Actas del Congreso Académico Internacional de Santo Toribio de Mogrovejo, realizado en nuestra ciudad en abril de 2006.

Actas del Congreso Académico Internacional
de Santo Toribio de Mogrovejo ( Descargar PDF)

Por otro lado, queremos aprovechar esta ocasión especial para recordar las sentidas palabras del Papa Francisco en homenaje a Santo Toribio, durante el encuentro que mantuvo con los obispos peruanos durante su visita a nuestro país en enero de 2018:

Discurso del Santo Padre (Palacio Arzobispal – Lima Perú)

Domingo, 21 de enero de 2018

Queridos hermanos en el episcopado:

Gracias por las palabras que me han dirigido el señor Cardenal Arzobispo de Lima, y el Señor Presidente de la Conferencia Episcopal en nombre de todos los presentes. Tenía ganas de estar con ustedes. Mantengo un buen recuerdo de la visita ad limina del año pasado. Creo que ahí hablamos muchas cosas por eso lo que voy a decir hoy no va a ser tan extenso.

Los días transcurridos entre ustedes han sido muy intensos y gratificantes. Pude escuchar y vivir las distintas realidades que conforman estas tierras —una representación—, y compartir de cerca la fe del santo Pueblo fiel de Dios, que nos hace tanto bien. Gracias por la oportunidad de poder «tocar» la fe del Pueblo, de ese Pueblo que Dios les ha confiado. Y realmente aquí no se puede no tocar. Si vos no tocás la fe del Pueblo, la fe del Pueblo no te toca a vos; pero estar ahí, las calles repletas, es una gracia y hay que ponerse de rodillas.

El lema de este viaje nos habla de unidad y de esperanza. Es un programa arduo, pero a la vez provocador, que nos evoca las proezas de santo Toribio de Mogrovejo, Arzobispo de esta Sede y patrono del episcopado latinoamericano, un ejemplo de «constructor de unidad eclesial», como lo definió mi predecesor san Juan Pablo II en su primer Viaje Apostólico a esta tierra[1].

Es significativo que este santo Obispo sea representado en sus retratos como un «nuevo Moisés». Como saben, en el Vaticano se custodia un cuadro en el que aparece santo Toribio atravesando un río caudaloso, cuyas aguas se abren a su paso como si se tratase del mar Rojo, para que pudiera llegar a la otra orilla donde lo espera un numeroso grupo de nativos. Detrás de santo Toribio hay una gran multitud de personas, que es el pueblo fiel que sigue a su pastor en la tarea de la evangelización[2]. En la Pinacoteca Vaticana está esto. Esta hermosa imagen me «da pie» para centrar en ella mi reflexión con ustedes. Santo Toribio, el hombre que quiso llegar a la otra orilla.

Lo vemos desde el momento en que asume el mandato de venir a estas tierras con la misión de ser padre y pastor. Dejó terreno seguro para adentrarse en un universo totalmente nuevo, desconocido y desafiante. Fue hacia una tierra prometida guiado por la fe como «garantía de los bienes que se esperan» (Hb 11,1). Su fe y su confianza en el Señor lo impulsó, y lo va a impulsar a lo largo de toda su vida a llegar a la otra orilla, donde Él lo esperaba en medio de una multitud.

1. Quiso llegar a la otra orilla en busca de los lejanos y dispersos. Para ello tuvo que dejar la comodidad del obispado y recorrer el territorio confiado, en continuas visitas pastorales, tratando de llegar y estar allí donde se lo necesitaba, y ¡cuánto se lo necesitaba! Iba al encuentro de todos por caminos que, al decir de su secretario, eran más para las cabras que para las personas. Tenía que enfrentar los más diversos climas y geografías, «de 22 años de episcopado —22 y un cachito—, 18 los pasó fuera de Lima, fuera de su ciudad, recorriendo por tres veces su territorio»[3], que iba desde Panamá hasta el inicio de la capitanía de Chile, que no sé dónde empezaba en aquel momento —quizás a la altura de Iquique, no estoy seguro—, pero hasta el inicio de la capitanía de Chile. ¡Como cualquiera de las diócesis de ustedes, no más…! Dieciocho años recorriendo tres veces su territorio, sabía que esta era la única forma de pastorear: estar cerca proporcionando los auxilios divinos, exhortación que también realizaba continuamente a sus presbíteros. Pero no lo hacía de palabra sino con su testimonio, estando él mismo en la primera línea de la evangelización. Hoy le llamaríamos un Obispo «callejero». Un obispo con suelas gastadas por andar, por recorrer, por salir al encuentro para «anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie»[4]. ¡Cómo sabía esto santo Toribio! Sin miedo y sin asco se adentró en nuestro continente para anunciar la buena nueva.

2. Quiso llegar a la otra orilla no sólo geográfica sino cultural. Fue así como promovió por muchos medios una evangelización en la lengua nativa. Con el tercer Concilio Limense, procuró que los catecismos fueran realizados y traducidos en quechua y aymara. Impulsó al clero a que estudiara y conociera el idioma de los suyos para poder administrarles los sacramentos de forma comprensible. Yo pienso a la reforma litúrgica de Pío XII, cuando empezó con esto a retomar para toda la Iglesia… Visitando y viviendo con su Pueblo se dio cuenta de que no alcanzaba llegar tan sólo físicamente, sino que era necesario aprender a hablar el lenguaje de los otros, sólo así, llegaría el Evangelio a ser entendido y penetrar en el corazón. ¡Cuánto urge esta visión para nosotros, pastores del siglo XXI!, que nos toca aprender un lenguaje totalmente nuevo como es el digital, por citar un ejemplo. Conocer el lenguaje actual de nuestros jóvenes, de nuestras familias, de los niños… Como bien supo verlo santo Toribio, no alcanza solamente llegar a un lugar y ocupar un territorio, es necesario poder despertar procesos en la vida de las personas para que la fe arraigue y sea significativa. Y para eso tenemos que hablar su lengua. Es necesario llegar ahí donde se gestan los nuevos relatos y paradigmas, alcanzar con la Palabra de Jesús los núcleos más profundos del alma de nuestras ciudades y de nuestros pueblos[5]. La evangelización de la cultura nos pide entrar en el corazón de la cultura misma para que ésta sea iluminada desde adentro por el Evangelio. Estoy seguro que me conmovió, anteayer, en Puerto Maldonado, cuando… —entre todos esos nativos que había ahí de tantas etnias—, me conmovió cuando tres me trajeron una estola; todos pintados, con sus trajes: eran diáconos permanentes. Anímense, anímense, así lo hacía Toribio. En aquella época no había diáconos permanentes, había catequistas, pero en su lengua, en su cultura, y ahí se metió. Me conmovió ver a esos diáconos permanentes.

3. Quiso llegar a la otra orilla de la caridad. Para nuestro patrono la evangelización no podía darse lejos de la caridad. Porque sabía que la forma más sublime de la evangelización era plasmar en la propia vida la entrega de Jesucristo por amor a cada uno de los hombres. Los hijos de Dios y los hijos del demonio se manifiestan en esto: el que no practica la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano (cf. 1 Jn 3,10). En sus visitas pudo constatar los abusos y los excesos que sufrían las poblaciones originarias, y así no le tembló el pulso, en 1585, cuando excomulgó al corregidor de Cajatambo, enfrentándose a todo un sistema de corrupción y tejido de intereses que «arrastraba la enemistad de muchos», incluyendo al Virrey[6]. Así nos muestra al pastor que sabe que el bien espiritual no puede nunca separarse del justo bien material y tanto más cuando se pone en riesgo la integridad y la dignidad de las personas. Profecía episcopal que no tiene miedo a denunciar los abusos y excesos que se cometen frente a su pueblo. Y de este modo logra recordar dentro de la sociedad y de sus comunidades que la caridad siempre va acompañada de la justicia y no hay auténtica evangelización que no anuncie y denuncie toda falta contra la vida de nuestros hermanos, especialmente contra la vida de los más vulnerables. Es una alerta a cualquier tipo de coqueteo mundano que nos ata las manos por algunas migajas; la libertad del Evangelio…

4. Quiso llegar a la otra orilla en la formación de sus sacerdotes. Fundó el primer seminario postconciliar en esta zona del mundo, impulsando de esta manera la formación del clero nativo. Entendió que no bastaba llegar a todos lados y hablar la misma lengua, que era necesario que la Iglesia pudiera engendrar a sus propios pastores locales y así se convirtiera en madre fecunda. Para ello defendió la ordenación de los mestizos —cuando estaba muy discutida la misma— buscando alentar y estimular a que el clero, si se tenía que diferenciar en algo, era por la santidad de sus pastores y no por la procedencia racial[7]. Y esta formación no se limitaba solamente al estudio en el seminario, sino que proseguía en las continuas visitas que les realizaba, estaba cerca de sus curas. Ahí podía ver de primera mano el «estado de sus curas», preocupándose por ellos. Cuenta la leyenda que en las vísperas de Navidad su hermana le regaló una camisa para que la estrenara en las fiestas. Ese día fue a visitar a un cura y al ver la situación en que vivía, se sacó su camisa y se la entregó[8]. Es el pastor que conoce a sus sacerdotes. Busca alcanzarlos, acompañarlos, estimularlos, amonestarlos —le recordó a sus curas que eran pastores y no comerciantes y por lo tanto, habrían de cuidar y defender a los indios como a hijos—[9]. Pero no lo hace desde «el escritorio», y así puede conocer a sus ovejas y ellas reconocen en su voz, la voz del Buen Pastor.

5. Quiso llegar a la otra orilla, la de la unidad. Promovió de manera admirable y profética la formación e integración de espacios de comunión y participación entre los distintos integrantes del Pueblo de Dios. Así lo señaló san Juan Pablo II cuando, en estas tierras, hablándole a los obispos decía: «El tercer Concilio Limense es el resultado de ese esfuerzo, presidido, alentado y dirigido por santo Toribio, y que fructificó en un precioso tesoro de unidad en la fe, de normas pastorales y organizativas a la vez que en válidas inspiraciones para la deseada integración latinoamericana»[10]. Bien sabemos, que esta unidad y consenso fue precedida de grandes tensiones y conflictos. No podemos negar las tensiones, existen, las diferencias, existen; es imposible una vida sin conflictos. Pero estos nos exigen, si somos hombres y cristianos, mirarlos de frente, asumirlos. Pero asumirlos en unidad, en diálogo honesto y sincero, mirándonos a la cara y cuidándonos de caer en tentación, o de ignorar lo que pasó o quedar prisioneros y sin horizontes que ayuden a encontrar caminos que sean de unidad y de vida. Resulta inspirador, en nuestro camino de Conferencia Episcopal, recordar que la unidad siempre prevalecerá sobre el conflicto[11]. Queridos hermanos obispos, trabajen para la unidad, no se queden presos de divisiones que parcializan y reducen la vocación a la que hemos sido llamados: ser sacramento de comunión. No se olviden que lo que atraía de la Iglesia primitiva era ver cómo se amaban. Esa era, es y será la mejor evangelización.

6. Y a santo Toribio le llegó el momento de cruzar hacia la orilla definitiva, hacia esa tierra que lo esperaba y que iba degustando en su continuo dejar la orilla. Este nuevo partir, no lo hacía solo. Al igual que el cuadro que les comentaba al inicio, iba al encuentro de los santos seguido de una gran muchedumbre a sus espaldas. Es el pastor que ha sabido cargar «su valija» con rostros y nombres. Ellos eran su pasaporte al cielo. Y fue tan así que no quisiera dejar de lado el acorde final, el momento en que el pastor entregaba su alma a Dios. Lo hizo en un caserío junto a su pueblo y un aborigen le tocaba la chirimía para que el alma de su pastor se sintiera en paz. Ojalá, hermanos, que cuando tengamos que emprender el último viaje podamos vivir estas cosas. Pidamos al Señor que nos lo conceda[12].

Recemos unos por los otros y recen por mí. Gracias.

En el Domingo del Buen Pastor, el Padre Luis Sarmiento, Rector del Seminario Santo Toribio de Mogrovejo, explicó que Jesús, antes de ser Pastor y dar la vida por sus ovejas, aprendió a ser oveja en lo cotidiano, en la realidad: «estamos llamados a descubrirnos ovejas de Dios, descubrirnos en la realidad y cómo Dios siempre está apareciendo en esa realidad», acotó.

En este IV Domingo de Pascua, el Padre Sarmiento nos recuerda que Jesús es el Pastor que llama, sin excepción, a todas las ovejas por amor: «no importa si perteneces al grupo de las 99 ovejas o eres la oveja que falta, el Señor te ama y se interesa por ti», reflexionó.

En el Día de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, Luis Sarmiento indicó que, además de unirnos en oración para que se incrementen las vocaciones, es necesario que tomemos conciencia de que todos somos amados por Dios: «Si alguno de ustedes siente esta inquietud de servir a la Iglesia, empecemos por ser ovejas, ovejas que descubrimos el llamado de Dios en la realidad», precisó.

El Señor nos invita a tener como Patrón a San José, que creyó en su sueño, aprendió a servir y vivió con fidelidad, una fidelidad que lo llevó a la alegría.

«Que el Buen Pastor vaya animando tu vida y que siga iluminando y bendiciéndonos a pesar de esta situación difícil de Pandemia que nos toca vivir», concluyó.

El Padre Manuel Morales O.SST., Presidente de la Comisión Episcopal de Vida y Familia, reflexiona sobre el trabajo de organización y planificación de la Pastoral Familiar en nuestra Arquidiócesis de Lima.

Durante su reflexión, el Padre Morales explicó que la misión de la familia es cuidar, proteger y comunicar el amor y la vida: «por eso, en la Comisión de Vida y Familia nosotros ayudamos a la familia a comunicar, a expresar y a cuidar el amor y la vida».

En ese sentido, Manuel Morales adelantó que una de las acciones pastorales de la Comisión será el trabajo con las mamás viudas, solteras, separadas y divorciadas: «vamos a acompañarlas también, vamos a empoderarlas, porque es muy importante acompañar a las mujeres en esta situación difícil, estar con ellas», agregó.

Por otro lado, se ha previsto instalar la Pastoral Familiar en aquellas parroquias que no cuentan con una: «estamos pidiendo a las parroquias más organizadas a que ayude a las parroquias menos organizadas», recalcó el Padre Morales.

La familia cuida la vida y el amor, ésa es su misión. Por eso es importante cuidar la familia, acompañar y darles los recursos que necesitan para enfrentar esta situación de Pandemia desde una Iglesia doméstica que ora, comparte el pan, dialoga y escucha la Palabra de Dios.

El Presidente de la Comisión de Vida y Familia reiteró que el diálogo de corazón es fundamental en estos momentos de aislamiento social: «a veces nos callamos lo que está pasando. Necesitamos compartir el pan que es la Eucaristía y también el pan de cada día, sentarnos a la mesa, darnos un tiempo para la familia, escuchar la Palabra de Dios», precisó.

En el Año de San José: Patrono de la Iglesia, el Arzobispado de Lima comparte las palabras de reflexión del Padre Miguel Píscopo, Ex Superior General de la Congregación Oblatos de San José: «así como José protegió a la Santa Familia, también tenemos que proteger a nuestra Iglesia del clericalismo, de una vida cristiana burguesa que solo busca el dinero y el poder, pero también de un cierto relativismo religioso y del anticlericalismo».

El Padre Píscopo inicia su reflexión preguntando ¿por qué el Papa Pío Nono declaró a San José protector de la Iglesia universal? «El mismo Pío Nono explica que Dios llenó de una excelsa dignidad a San José y la Iglesia en el pasado, recurrió y continúa recurriendo a él en sus angustias y dificultades», indicó.

«Eran tiempos difíciles para el Papa, para la Iglesia, había un laicismo radical y un anticlericalismo – continuó explicando – el mismo Papa Pío Nono, algunos años antes, dijo que San José era la más segura esperanza de la Iglesia después de la Virgen María. Dios le encomendó a San José dos grandes tesoros: La Virgen María y su Hijo Unigénito, Jesucristo».

San José fue esposo de María y custodio del Redentor. Él es un modelo para los esposos y un ejemplo para todos los papás.

Miguel Píscopo señaló que San José pasó por unas dificultades cuando supo que María estaba esperando un hijo: «Él creía en la santidad de su esposa(…) él hubiera podido denunciar a María y su esposa hubiera sido lapidada. Pero en su discernimiento, el carpintero de Nazaret pensó que, en esta situación que él no entendía bien, había una intervención directa de Dios», acotó.

Sin embargo, José se sintió indigno de estar cerca de María, pensaba dejarla y alejarse de la criatura. De haber ocurrido esto, José se hubiese convertido en un padre que abandona al hijo por nacer y deja a su esposa como madre soltera: «fue durante el sueño que José escucha el plan de Dios y acepta colaborar con el plan de salvación, haciendo todo lo que ordenó Dios», añadió el Padre Píscopo.

José, aceptando a María, la protegió y protegió también al Niño. Protegió a María en el duro viaje de Nazaret a Belén, en la búsqueda de un hogar digno para que Jesús pudiera nacer. Y cuando Herodes, el rey sanguinario y malo, quiso matar a Jesús, tomó José a su familia y huyó a tierra extranjera, viviendo así la experiencia de refugiado y prófugo político.

En otro momento, el Padre Píscopo afirmó que, así como José protegió a la Santa Familia, también tenemos que proteger a nuestra Iglesia del clericalismo, de una vida cristiana burguesa que solo busca el dinero y el poder, pero también de un cierto relativismo religioso y del anticlericalismo:

«La Iglesia pasa por momentos tristes y difíciles, parece que sea una Iglesia débil, donde hay mucha confusión en la mente y en el corazón de muchos creyentes y de algunos pastores también. La Iglesia tiene enemigos internos y externos. Los enemigos internos: un cierto clericalismo pesado, una vida cristiana burguesa y no siempre alineado con los pobres como pide nuestro gran Papa Francisco. Hay algunos pastores que están más en las sacristías que con el pueblo que sufre. Hay una búsqueda exagerada de dinero, divisiones entre los creyentes, búsqueda de poder, poca santidad en sus miembros. Hay algunos casos de pedofilia. Y hay enemigos externos a la Iglesia, muchos hoy persiguen a los cristianos, los matan, destruyen sus iglesias. Hay leyes civiles que están abiertamente contra el Evangelio, un cierto anticlericalismo, un cierto relativismo religioso», comentó.

José fue un laico, un laico común, pero se volvió santo porque vivió siempre junto a Jesús y María. Él, vivió con ellos en el taller de Nazaret, su vocación laical. José estaba abierto a la sociedad de aquel tiempo y dio buen ejemplo a todos con su vida justa y honrada. Él se santificó en su familia y en su trabajo. Por eso, que es un ejemplo para todos nosotros.

Finalmente, el Padre Píscopo recordó que San José es el maestro para nuestra vida espiritual, para nuestro apostolado de bautizados: «San José es nuestro maestro en la vida humana y social, porque fue el hombre justo y honrado».

En la Capacitación Docente 2021, realizada de forma gratuita por la Oficina de Educación de Lima, bajo la dirección de la Mgtr. Clotilde Osorio de la Peña, se brindaron diferentes conferencias, con la finalidad que los maestros de Educación Religiosa interioricen el llamado a cambiar la forma de comunicarse con los jóvenes y la misión de mantener viva la presencia del Evangelio de forma proactiva innovadora y creativa en las 154 instituciones educativas estatales de nuestra jurisdicción en nuestro contexto de emergencia actual. Tuvo una acogida de 300 asistentes entre coordinadores, docentes y directivos, y se llevó a cabo del 05 al 14 de abril.

El Mgtr. José Fermín Prado, coordinador del Departamento de Educación Básica Alternativa del Ministerio de Educación (MINEDU)dio alcances sobre las experiencias de aprendizaje enfatizando aspectos claves de las competencias, que permita a los estudiantes desafiar sus potencialidades y disfrutar de estas, desarrollando el pensamiento crítico, creativo y reflexivo en el contexto real.

Por otro lado, el Arzobispado de Lima y la Sociedad de San Pablo, capacitaron sobre la plataforma BlinkLearning, brindándoseles códigos de acceso para tener a su disposición de forma gratuita un libro digital con los desempeños establecidos por el Currículo Nacional de Educación Básica (CNEB)del Área de Educación Religiosa. Una ventaja significativa de esta plataforma es que su acceso puede ser on line (con conexión a Internet) y off line (sin conexión a Internet).

ODEC Lima acogió el planteamiento del Santo Padre sobre el nuevo Pacto Educativo Global, para reflexionar sobre la Educación Religiosa en plena pandemia. Ante ello, se presentó el Plan General de Apostolado 2021 que involucra cuatro pilares: Trascendente, Cognitivo-afectivo, Ecología integral y Comunicación, permitiendo enlazar lo doctrinal y lo requerido por el MINEDU.

El Mgtr. Wilfredo Gonzales Flores capacitó sobre Diseño y Planificación Curricular del Área de Educación Religiosa en el marco de Aprendo en Casa, destacando que el docente de hoy debe ser gestor del conocimiento con estrategias meta cognitivas para que los estudiantes puedan responder con criticidad y autonomía frente a situaciones reales.

De esta manera, reafirmamos lo expresado por el Papa Francisco: “El educador debe aunar cualidad de enseñanza y capacidad de atención y cuidado amoroso de las personas. Para estos dos aspectos, se necesita formación permanente, que ayude a docentes y dirigentes a mantener su profesionalismo y, al mismo tiempo, a cuidar su fe y sus motivaciones espirituales”.

La Oficina de Prensa del Arzobispado de Lima comunica a toda la comunidad cristiana de nuestra Arquidiócesis de Lima que:

Su Excelencia Reverendísima, Monseñor Guillermo Cornejo, Obispo Auxiliar Electo de Lima, se encuentra hospitalizado debido a un contagio de Covid-19 y ha emprendido un lento proceso de recuperación. 

Convocamos a todas las parroquias, comunidades cristianas y religiosas en general, a unirnos en una cadena de oración por su salud, pidiendo a nuestro Señor que, junto a todos los enfermos, se recupere.

Lima, 15 de abril de 2020
Oficina de prensa  del Arzobispado de lima

Hoy queremos compartir los testimonios de dos parroquias de nuestra Arquidiócesis de Lima, quienes trabajan incansablemente en la organización, recepción y distribución de víveres solidarios a las familias más afectadas por la Pandemia.

Parroquia La Virgen Milagrosa: apoyo a más de 100 familias.

Como buenos misioneros vicentinos, la Parroquia La Virgen Milagrosa, ubicada en el distrito de Miraflores, se viene organizando para realizar una serie de acciones solidarias hacia los hermanos más vulnerables de nuestra ciudad. En ese sentido, una de sus primeras líneas de acción es “Red Caridad”, la cual surge el año pasado a raíz de la Pandemia para ayudar a las familias de escasos recursos y aquellas que perdieron su trabajo.

Este proyecto, desde sus inicios, ha contado con el apoyo de la comunidad parroquial y de los integrantes de los grupos pastorales que respondieron favorablemente. A la fecha, ya se han realizado 11 entregas de ayuda,  que ascienden a más de 50 mil soles, algunas en víveres y otras en efectivo, beneficiando a más de 100 familias.

Por otro lado, los jóvenes de La Virgen Milagrosa, en octubre de 2020, pusieron en marcha el proyecto solidario “Misión Compartir”, que consiste en ayudar con alimento a los hermanos de la calle en el Centro de Lima. De esta forma, todos los lunes los jóvenes se agencian de las ayudas de víveres y preparan un promedio de 100 porciones de comida que las embalan en tapers con pensamientos religiosos y posteriormente, los reparten.

Por su parte, el Padre Arturo Aguirre, párroco de la comunidad, nos comenta que cada mes las porciones aumentan y todos están felices de poder ayudar. “Agradezco infinitamente la solidaridad de nuestros hermanos de extender su mano a quién más nos necesita”, aseveró.

Asimismo, la parroquia colabora también mediante la entrega de víveres a las ancianas del Asilo Santa Luisa de Marillac en Surquillo,  la Parroquia Santa Catalina Labouré de Villa María del Triunfo y el Hogar de Niños San Vicente de Paul en Chilca.

Parroquia Josemaría Escrivá de Balaguer: iniciativa ‘Guardianes de la Esperanza’.

En enero festejamos el tercer aniversario de la visita del Papa Francisco al Perú, y  de la misma manera, también la del voluntariado “Guardianes de la Esperanza” de la Parroquia Josemaría Escrivá de Balaguer. Esta iniciativa surge por un grupo de jóvenes que participaron en la “Guardia del Papa”, quienes decidieron continuar con el mensaje de esperanza que Cristo les dio a través de su Santidad.

El  voluntariado, desde sus inicios, ha buscado acercase a través de la entrega generosa de donaciones y el compartir del mensaje del Evangelio a los hermanos más necesitados de nuestra ciudad como los enfermos, ancianos, niños y otros.

La Pandemia no ha podido apagar sus corazones solidarios y en julio del año pasado, realizaron la donación de 30 canastas de víveres para el Asentamiento Humano San Juan Masías en el distrito de San Borja.

Posteriormente, ante el éxito de esta primera acción, se pusieron un reto más grande y emprendieron la campaña “Alimento para Vivir”, recolectando víveres no perecibles para 180 canastas familiares y sacos de alimento para 3 comedores populares de los distritos de Manchay, Cercado de Lima y el Rímac.

Actualmente, con la experiencia de las 2 actividades anteriores, los voluntarios se encuentran emprendiendo la campaña “Víveres para Ollas Comunes”, que buscan colaborar con los hermanos en el distrito del Rímac y otros distritos.

Central telefónica
(511)2037700